La diversidad es un concepto que hace
referencia a la variedad, la diferencia,
la abundancia y unión de cosas
distintas. Este término puede ser aplicado de distintas maneras. Se
habla de diversidad cultural,
lingüística, biológica (o biodiversidad), etc. Pero aquí me referiré a la diversidad
ciclista: la ciclodiversidad.
Se pueden distinguir varios tipos de ciclismo, según se
trate de competición (en ruta, en pista, BTT, ciclocross, trial, en sala, BMX),
de uso recreativo (cicloturismo) o urbano. Pero aún se encuentran más tipos de
ciclistas, en función del ciclismo que practiquen, la bicicleta que usen, sus
propios intereses, necesidades o preferencias, sus edades, forma física, etc.
La diversidad es nuestra mayor riqueza. Es garantía de
bienestar y equilibrio. El tener diferentes formas de pensar y aportar es
excelente práctica para el desarrollo de nuestra actividad. El tratar de
asimilar y respetar lo que otros opinan, nos sirve para orientar nuestros
esfuerzos en beneficio de lo que nosotros mismos creemos, o nos ayuda a
reflexionar en nuestra posición y reorientarla. Un grupo sólo puede ganar
cuando ese cúmulo de aportes es utilizado en beneficio del mismo y sirve para
cohesionarlo más. El hecho de pensar diferente no debe ser causa de separación.
Está bien que no pensemos igual, pero aún mejor que busquemos acuerdos comunes.
La diversidad es garantía de equilibrio, motor de crecimiento personal, social
y fuente de creatividad.
Algunos comparten su afición con la bici de carretera. Se
forman subgrupos que se reúnen para salir en días o lugares distintos (sobre
todo en verano, según la posibilidad de cada uno). De un tiempo a esta parte las
salidas colectivas terminan
disgregadas, bien desde el mismo inicio, bien a mitad de ruta, donde los desmarques por delante o por detrás son
habituales. En fin, una serie de circunstancias que a veces rechina. Hay quien ve en estas
situaciones una especie de mal gesto
hacia el grupo, una disrupción que parece amenazar la cohesión del colectivo. Todo
colectivo, por su propia naturaleza, tiene una constante evolución, (formación,
los que entran por los que van saliendo,
desintegración, etc) independientemente de la de cada uno de sus componentes. Esto
es así y no es ni malo ni bueno: es natural. Lo que tenga que ser será. A
nuestro favor: llevamos mucho tiempo con esta actividad y aquí continuamos
(afortunadamente); nos conocemos, nos toleramos, nos va bien, disfrutamos, nos
reímos y nos picamos, pero nadie da la espantá
(será por algo); en el fondo (pero mu
en el fondo) somos un grupo receptivo y abierto, donde tienen cabida desde el niñato bullanguero hasta el carcamal decrépito; nuestro nivel medio de
actividad es apropiado para el común de los mortales; y la hidratación de cada
final de ruta.
Considero que es más apropiado crear situaciones que nos
acerquen, que poner de manifiesto aquellas que nos distancien. No hay que acusar
ni excluir a nadie porque actúe de tal o cual manera. Como dije en su día Aquí cabemos todos. Cada uno aporta y se
beneficia del grupo a su manera. Hay que tomar pero también hay que ceder en
algo. Todo no se puede querer: salir a buena hora, por donde les guste a todos,
haciendo una ruta inédita, a buen ritmo, parando a desayunar donde el jamón esté
bueno y no pague más de dos cincuenta, haciendo una kilometrada (porque si no,
no salgo), sin esperar a los de atrás (porque voy palante despacito), llegando a tiempo de tomar unas cervezas y
terminando en casa a buena hora... ¿Cómo se armoniza todo eso?
Ayer sábado, con una cosa y con otra, nos dieron las nueve y cuarto en Divina. Aunque había propuesta no se conseguía acuerdo para la ruta y algunos ya se desmarcaron. Luego, la salida, suave, de tertulia, relajadita... ♪Y nos dieron las diez y las once y las doce...♫ Algunos otros se retiraron por el camino. Más tarde, parada a desayunar, porque quedando a las nueve no me da tiempo a ná (y además el viernes me acosté a las tantas). Después de las tostadas, ¿adónde vamos, a la hora que es? Habíamos hablado de hacer esa ruta tan bonita y larga... Basta que uno dijera que se volvía por donde habíamos ido para que comenzaran a surgir dudas y casi todos se apuntaran al carro del abrevio. Pues au revoir y a correr. De modo que aquello terminó como el rosario de la aurora, cada uno por su lado. Pero bueno, ayer tocaría así.
Pues sí, en la variedad está el gusto, aunque a veces es difícil poner de acuerdo tantos intereses, motivaciones y hasta estados de forma.
ResponderEliminarEn esa diversidad yo incluiría tres grupos, cada vez más con más adeptos: el del cicloescaqueo, que es el practican (o practicamos) los que con la disculpa de coger la bici eludimos las necesarias e indeseables tareas domésticas (hacer la compra, fregar, planchar y... limpiar el polvo, como si uno lo echara todos los días); el ciclomollete, o esa costumbre tan nuestra de celebrarlo todo (y la bici bien lo merece) jamando y que lo anteponemos a los otros intereses de ir más lejos, de salir a otra hora, etc.; y el cicloalasdoceencasa, es decir, esa bulla que nos entra a la Hora del Ángelus por no llegar tarde no vaya a ser que "la santa" nos las quiera dar todas juntas y nos amenace (qué crueles son cuando quieren) con no dejarnos salir ("el sábado que viene te espero") y hasta retirarnos los otros favores menos confesables.
Total, que cada quien es cada cual y cada cual hijo de su padre y de su madre. Como quiera que sea, si no fuera por éstas, las salidas serían mucho más previsibles y, por tanto, más aburridas. Y, aunque no solo de bici el hombre, os puedo asegurar que la posibilidad de no cogerla en una larga temporada, que se me pasó por la cabeza hace tres semanas, mete más miedo en el cuerpo que lo que debió sentir Alfonso Díez cuando Cayetana le dijo "vámonos de viaje de novios".
Ja, ja, ja...Cicloescaqueo, ciclomollete y cicloalasdoceencasa... ¡Anda que no!
Eliminarmu gueno Fernando, el tiempo de parón te esta haciendo mas mordaz en tus comentarios, no cambies.
Eliminarver el enlace http://lavozdelsur.es/category/local/
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