4 de julio de 2018

¿LLEGÓ EL VERANO?

El calendario señalaba que era 4 de julio pero la temperatura parecía contradecirle. Es de esperar que las mañanas de verano, por muy mañanas que sean, se presenten calurosas, al menos a partir de determinada hora. Pero los coletazos de una primavera tan atípica como la de este año nos proporcionan, de momento, unas jornadas de bicicleta impensables para estas fechas. Esa brisa fresca, casi fría, que hacía a la hora de la salida se podría comparar con el momento de darse el primer chapuzón en la playa, cuando, sin pensarlo dos veces, te sumerges entero, das dos/tres brazadas y ya no quieres salir, porque la placentera sensación del agua contrarresta con creces el frío que un momento antes temías.
Habíamos quedado algo más tarde de lo habitual por las obligaciones de algunos, pero ese poniente fresco nos estaba aguardando de igual manera para permanecer a nuestro lado durante casi todo el camino. La ruta pensada iba a resultar algo larga para salir a esa hora. Más aún cuando otras obligaciones nos aconsejaban regresar pronto. De modo que había que sugerir/improvisar algo sobre la marcha. Valorando unas propuestas mejor que otras decidimos apuntar hacia Mesas de Asta y luego por allí recalcular el trayecto.
Por Cañada Ancha nos saluda un pastor con su rebaño de ovejas y unos perros que, a la mínima señal del amo, serían capaces de llevar a las borregas en fila de dos, cogiditas de la mano y repasando la tabla del cinco si hiciera falta. Siempre resulta agradable comprobar cómo las cañadas continúan teniendo los mismos usos que originariamente. Hay que mostrarse respetuosos con estos oficios, con las personas que los practican y sobre todo con los animales, porque gracias a que ellos persisten en su trashumancia se han mantenido abiertos en gran medida estos caminos que ahora nosotros podemos disfrutar.
Muy cómodamente llegamos a Mesas de Asta, continuando por las arenas del tramo de la Cañada Real Ancha (o de Janina) que cruza la población y se prolonga hasta el Cortijo del Rosario. Y a partir de ahí aún más cómodamente, acercándonos a la carretera de Sanlúcar a Trebujena y sin dejar de sentir el aire fresco en la cara. No faltaban una y otra vez los comentarios a la magnífica temperatura que hacía a estos principios de verano. Y ya al otro lado de la carretera teníamos que decidir si dirigirnos hacia los pinares de La Algaida o rodear la finca de Monteagudo por su perímetro. Para abreviar elegimos la segunda opción, tomando un carril del que nos tuvimos que volver al poco de comenzarlo porque divisamos de lejos una hilera de colmenas esperándonos. 
Un horizonte infinitamente llano nos recordaba que estábamos en lo que fueron los márgenes del Lago Ligustino*.

Tras las fotos de rigor continuamos la ruta poniendo ya dirección a Jerez. Cruzamos de nuevo la carretera de Sanlúcar a Trebujena justo enfrente al carril que entra hacia Cabeza Alcaide. Desde allí continuamos hacia la carretera del Calvario con idea de reconocer el estado de la nueva pista que atraviesa los Llanos del Alijar. Pero unos cartelitos prohibiendo el paso a las bicicletas nos hicieron renunciar. (Aunque como bien observaría Fernando las bicicletas que tenían prohibido el paso eran las de carretera, según las imágenes de los carteles. De cualquier modo desistimos. Así llegaríamos antes a casa).
Seguimos por carretera hasta la Cañada de Cantarranas y luego por la de La Loba. Subimos las tres rampas que llegan hasta las instalaciones de la Confederación Hidrográfica. Y ya en Jerez, a muy buena hora, nos emplazamos para la próxima.

* Lacus Ligustinus hace referencia a una antigua ensenada marítima formada por las aguas del Guadalquivir en el último tramo de su recorrido, al desembocar en el océano Atlántico, que se habría colmatado dando lugar a las actuales marismas del Guadalquivir.
"En lo que se refiere al estuario del Guadalquivir, el de mayores dimensiones, el río no desembocaría como lo hace hoy por Sanlúcar de Barrameda, sino mucho más al interior, a la altura de Coria del Río, habiéndose incluso detectado en recientes trabajos la formación de un delta en esta zona hacia mediados del III milenio a.C. A partir de aquí se desarrollaba una gran ensenada o golfo marítimo, denominada en las fuentes greco-latinas Sinus Tartessius o Lacus Ligustinus, cuya boca se situaría entre Matalascañas y Sanlúcar, de lo que se deriva que el terreno entre ambos puntos posee un origen aluvial... La reconstrucción de la antigua línea de costa en esta zona se corresponde grosso modo con la actual cota topográfica situada a 10 metros sobre el nivel del mar. De aquí se deriva que gran parte de los esteros de El Cuervo, El Bujón-Mesas de Asta, Tabajete, así como algunos brazos de los de Rajaldabas y Évora penetraron, a través de los actuales términos de Lebrija, Trebujena y Sanlúcar, en territorio jerezano imprimiendo a este sector en la antigüedad un carácter claramente costero, por supuesto hoy desaparecido." (Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval. Diego Caro y otros).

No hay comentarios:

Publicar un comentario