4 de noviembre de 2018

RUTA INVERNAL A ESPERA



Ayer hicimos una ruta especial,  como gusta llamar José María a las de muchos kilómetros.


Quedamos en el sitio habitual de los Mantekas (rotonda 2), muchos de los habituales, un poco antes de la hora habitual y por el orden de llegada habitual incluido Fernando "Mudo", quien como es habitual llegó 10 minutos tarde, aparte de los que emplea en las primeras charlas, cosa también habitual. Allí estaba también Angelmari, fiel a cuando de hacer una ruta diferente se trata.
En esta ocasión, míster Kodak (José María)  hizo de míster GPS, a pesar de las reticencias iniciales de los que aún recordamos "su" ruta de Jerez a Rota por Etiopía. Ayer, en cambio, se portó muy bien, la verdad.

Fuimos por la que  llaman carretera ecológica, que no es más que esa carreterilla muy estropeada, camino de Gibalbín, y con más bultos que una torta de aceite. Una psuedo carretera que en este tiempo es lugar elegido por cazadores ávidos de  galgear a las pobrecitas (y riquísimas) liebres. A una la libramos de tan fatídico final por adelantarnos a la reala canina. ¡Se jodan!.

Fue un pedaleo plácido,  de juntos pero no revueltos, con José María marcando el ritmo a veces por delante, a veces por detrás,  y dando instrucciones de cómo, quiénes y cuándo debíamos hacer los relevos. La vocación de docente no se pierde a pesar de haber pasado ya al mundo de los vivos, es decir, de los jubilados. Le hicimos caso, porque qué menos para quien tanto se la había currado. Todo fenomenal hasta que llegando a 5 km del destino (Espera) se le ocurrió proponer continuar por la ecológica hasta la Venta de la Alegría, a lo que Rosi se le escapó un “no por Dios” conmovedor. Era la hora del desayuno y el hambre no admite demoras, por mucha alegría que anunciara la Venta, que debe ser verdad  porque al anochecer se adorna de “luces de todos los colorines”.  José María,  el único que recibió  sus dos besos matinales,  se apiadó de ella y fuimos  a por  los famosos tiernos y jugosos molletes  de Espera.

El desayuno muy bien, aunque mejor debió ser la “chicharroná” que ofertaba un cartel a la entrada del bar para el día de los “Muertos”, con perdón, porque no debe celebrarse mejor ese día que con el el otro gran placer de esta vida.

Tras él, la subida al castillo por las rampas en zigzag  no fue para tanto, aunque para Lozano hubiera supuesto la disculpa perfecta para  desayunar otro mollete. Rosi, mujer prevenida también debe valer por dos, prefirió realizar la penitencia a pie. Arriba, unas vistas extraordinarias desde el castillo de Fatetar, mandado construir por Abderraman III en el año 914 y al que se encuentra adosada la ermita el Stmo. Cristo de la Antigua (mira que el nombrecito, tú),  que alcanzan a Esperilla y a  Carissa Aurelia, donde ya fuimos una vez y donde deberíamos volver un día de estos para que Angelmari nos pudiera instruir de cultura romana (mausoleos, hipogeos y hasta columbarios).

El regreso fue por las lagunas de Espera  y con el viento a favor, aunque medio mudos, porque a Fernando  "Fuguilla" le dio por hacer de Manolomerca en un segmento que terminaba en Jerez. El eagle obra milagros.  Sin éste  y sin Antonio "Brocha" estamos como tontos, pero sin el como. Algunos intentaban seguirle, aunque los maestrosescuela optamos por acompañar a Rosi, porque la  gasolina de la Zas (mantequilla) no da para tanta kilometrada. Acuérdate, bikewoman,  de éstos a la hora de rifar  los besos matinales.

Los caminos estaban con poco barro y terminaron sin ninguno, porque el que había se lo trajo en la bici José María, a pesar de que no está bien que vayamos por ahí cogiendo lo que no es nuestro.Había mucho más tras el cruce con la carretera de Gibalbín, por lo que volvimos por ésta a buen ritmo con un generoso vientecillo de NE. Y es que  en los últimos días ha llovido más que cuando enterraron a Bigote.

Ya en Jerez, algunos tuvieron tiempo incluso de tomar unas cervezas para reponer las mermadas fuerzas tras casi 100 km. y dar por concluida una ruta,  que debemos repetir d.m. en alguna de sus múltiples variantes, salvo en julio  a las cinco de la tarde y por las lomas de Carija a Espera.

2 comentarios:

  1. ¡Qué arte, Fernando!
    Cuando me enteré de la ruta me gustó mucho la idea, pero viendo en la salida cómo estaba la niebla me entraron dudas. ¡Con tanta humedad no se iban a secar los charcos hasta una semana después!
    Al final me alegré de ir. Algún salpicón, pero sin importancia y la mañana preciosa.
    Lo que no acabé de entender fueron los alaridos de entrada al pueblo, como si de la conquista de Troya se tratase.

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  2. Alaridos o apupíos, supongo que por haber llegado por fin a la Meca de los molletes. O porque algunos parecen llevar dentro un "Monolo el del bombo".

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