21 de agosto de 2019

RUTA MAGALLÁNICA

“Desde que habíamos partido de la bahía de San Lúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas y dimos la vuelta al mundo entero, yendo siempre de este a oeste.”   (Antonio Pigafetta)(1)

No resulta complicado para cualquier visitante, en una mañana clara de casi final de verano, al contemplar la coversión del Guadalquivir en mar, a los pies de Sanlúcar de Barrameda por un lado, al regazo de Doñana por otro, imaginar a aquellos marineros que viajaban en los cinco navíos que componían la flotilla que se encontraba justamente en ese mismo lugar hace saci 500 años, anhelantes de aventura y riquezas, y expectantes ante el mayúsculo reto que emprendían y que, aunque ellos entonces no lo supieran, rubricaría la mayor hazaña marítima de la historia, al tiempo que la comprobación empírica de la redondez de la Tierra.                                                    (Sanlúcar y la I Vuelta al Mundo. La Conmemoración)

La ruta de hoy sería nuestro humilde homenaje para conmemorar el Quinto Centenario de la Primera Vuelta al Mundo. No fue premeditado, sino totalmente ocasional. Como la casualidad nos puso delante de un cartel que informaba sobre una de las muchas actividades en torno a este evento y ya que estábamos en situación, no estaba de más rendir desde aquí un modesto reconocimiento a tan notable evento, encontrando un posible punto de conexión en lo que de aventura y exploración pueda tener el rutear en bici por caminos nuevos.

Regresaba Joaquín pidiendo benevolencia tras su parón. Cuando le comentamos el recorrido previsto no puso inconvenientes. Eso sí, quería parar para desayunar. A primeras horas de la mañana la temperatura era exquisita. Sabíamos que más tarde haría calor y por eso íbamos disfrutando de cada metro recorrido. Cañada Ancha, carretera de Morabita y la cañada de Janina las cruzamos a un ritmo cómodo y constante. Solo las subidas a Mesas de Asta y al Cortijo del Rosario un poco más allá servirían para romper la monótona cadencia de pedaleo. Luego, la placidez de las extensas llanuras por las marismas de Rajaldabas. En esta ocasión, y como la idea era la de desayunar en Sanlúcar, no íbamos a entraros en Trebujena, sino que cruzaríamos la carretera para continuar de fente por la pista recta e interminable que nos llevaría hasta la Cooperativa de Riacheros. Son unos 11,5 kilómetros repartidos en en tres largos tramos pasando junto a las marismas de La Majada Vieja, La Almajosa y del Chapatal. A estas alturas de verano el canal que nos acompaña a la derecha está tan seco que se puede circular por él. Pero nosotros optamos por el sendero de tierra paralelo que permite un rodar más cómodo, evitando así la pista pedregosa. El peor de los tres tramos es el intermedio, de casi 3 kilómetros de longitud y que obliga a rodar por un  enripiado de pedruscos intentando encontrar el vericueto mas homogéneo por donde meter la rueda. Tomás, con resignación, fue fiel testigo de lo largo y antipático que se hacía el trecho, hasta que finalizó y pudo por fin respirar aliviado. El último tramo vuelve a ser de tierra, de nuevo más descansado pero debiendo esquivar a cada momento boñigas salpicadas por todo el camino. Por aquí me comentaba Fernando las pocas aves que se veían cuando justamente remontaba el vuelo una pareja de garzas imperiales, y un poco más adelante varias reales. 
Para salir del carril y acceder a la carretera del Práctico había que pasar junto a varios mastines que custodiaban la cancela del ranchito que hay frente a la cooperativa. Se levantaron, ladraron, pero no pasaron de ahí. Y en el embarcadero de la cooperativa no se veían naos centenarias sino abandonadas barcazas para la pesca de angulas(2)
El camino por las marismas de Bonanza resulta un poco más largo que el que atraviesa el pinar de La Algaida pero merece la pena recorrerlo. Desde lejos se divisa una multitud de puntos blancos salpicados entre las marismas. Y en el momento que nos acercamos a las primeras balsas comenzamos a disfrutar de un magnífico espectáculo ornitológico: cientos de flamencos atareados en buscar comida bajo el agua, con las cabezas sumergidas algunos, mirándonos con cautela otros. Los más temerosos alejándose un poco o alzando el vuelo para separarse de nuestro lado. Más próximos a los márgenes por donde rodábamos se iban apartando las escandalosas cigüeñuelas, garcetas, chorlitejos y alguna aguja. El Parque Natural de Doñana en el margen izquierdo del Guadalquivir nos mostraba todo su esplendor. Luego, más adelante, atravesando varios bancales de arena y entre tarajes, nos aproximamos hasta casi la misma orilla para disfrutar también de las vistas del otro lado del río. Desde aquí divisábamos el barco que llegaba al Parque Nacional y los peculiares miniautobuses verdes que transportan turistas por los recorridos visitables. Cruzamos las salinas de Monte Algaida y la de Nuesra Señora del Rocío, a veces sobre chorreaderos o costras de sal, cautivados por la maravilla que supone la formación de esos cristales. Veíamos pasar camiones transportando el producto hasta las inmesas montañas de blanquísima sal. Tras una pausa para preguntar cómo se comercializa esta sal sanluqueña continuamos el camino para desayunar en el pueblo. 
Cruzamos Sanlúcar, seguimos por el carril-bici hasta la vía de servicio de la autovía y llegamos a Polila. Una cuadrilla que aún estaba vendimiando a mano nos hacía darnos cuenta de lo afortunados que somos por poder disfrutar de estos días, de estos senderos y de estos paisajes, sin más preocupación que la de pedalear y descubrir nuevos caminos.
Vistahermosa, Calvario y Porrones pusieron fin a esta agradable jornada.
P.D.: Joaquín no solo no se quejó sino que comprobó que se encontraba mucho mejor de lo que creía.
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(1) Antonio Pigafetta fue un noble italiano del Renacimiento que se desempeñó como explorador, geógrafo y cronista al servicio de la República de Venecia. Tomó parte en la expedición de Magallanes que culminaría con la primera circunnavegación del globo. Provisto de cartas de recomendación fue a Málaga en barco, y a Sevilla por tierra, donde esperó tres meses antes de que la escuadra estuviese en situación de partir. La flota estaba compuesta por cinco naos y más de doscientos hombres. Fue admitido a bordo como supernumerario, puesto destinado normalmente a jóvenes de familia noble enrolados como voluntarios en busca de aventuras o experiencia militar. Su nombre quedó registrado como Antonio Lombardo o Antonio de Lombardía, destinado a la nao Trinidad, capitaneada por Magallanes. Pese a dificultades iniciales con Magallanes, consiguió ganar su confianza y le sirvió como lenguaraz y cartógrafo.
(2) "La mayoría de las pesquerías de la especie se dedican a la pesca de angula, montando grandes redes sobre embarcaciones, en el Baj Guadalquivir. La flota de embarcaciones del sector pesquero del Bajo Guadalquivir se compone de entre 120 y 125 barcos. La mayor parte de las embarcaciones de pesca de angula en el estuario son de construcción artesanal y no reúnen las mínimas condiciones técnicas de navegabilidad ni seguridad para el tráfico marítimo, por lo que es prácticamente imposible que puedan ser legalizadas. La estructura de estas embarcaciones es muy variada, encontrándose, desde antiguos veleros reconvertidos, hasta barcazas de madera a las que se les ha ido anexando módulos de fibra de vidrio para aumentar su superficie. Incluso se ha observado algunas de las llamadas "bidonadas": plataformas fijas construidas sobre bidones. La mayoría de las embarcaciones no cuentan ni siquiera con motor, teniendo que ser remolcadas cuando se requiera moverlas. En general, el sector que se ha dedicado a la pesca de la angula se encuentra en situación "alegal" tanto por las artes utilizadas como por las zonas en que se ha practicado y por la legalidad de las embarcaciones. Van provistas de redes denominadas "persianas" con luz de malla hasta ahora legales con un mínimo de 1 mm y longitud de red que pueden superar los 15 metros. Sin embargo son frecuentes las redes ilegales con luz menor de 1 mm, denominadas "mosquiteras", que se montan sobre las "persianas" realizando pesca furtiva nocturna. Con tales anchuras y luces de mallas tan finos, con un número considerado de embarcaciones acaban tamizando el río".
El Decreto 396/2010, de 2 de noviembre, por el que se establecen las medidas para la recuperación de la anguila (Anguilla anguilla), prohibe la captura de esta especie en cualquiera de sus fases de desarrollo en las aguas marítimas interioresy continentales de Andalucía durante un periodo de diez años.
Esa normativa fue rechazada por la totalidad del gremio y motivó reiteradas protestas en el entorno de Trebujena, Lebrija, Isla Mayor y ante el mismo Parlamento Andaluz por parte de familias enteras de los últimos riacheros. La Junta de Andalucía aludía al impacto de la pesca de esta especie en las poblaciones referidas como una de las principales causas de su declive, aunque reconociendo también el efecto combinado de la contaminación del agua por metales pesados, su turbidez y el efecto directo del dragado del río.
"La pesca de angulas se desarrolla en una zona biológica y ecológicamente muy sensible, la denominada "zona de cría y engorde del Bajo Guadalquivir", cuya macrofauna está compuesta al menos por 134 especies (43 especies de peces y 72 de invertebrados). Por ello se considera que posee no sólo un elevado interés ciéntífico, sino también económico y social, al criarse en él la mayoría de las especies comerciales que después pasan a engrosar los caladeros explotados comercialmente del Golfo de Cádiz.
Dado que se realiza necesariamente con una red muy fina, de 1 mm de luz de malla, todas las especies que cohabitan con la angula en el estuario caen igualmente en las redes anguleras. En los estudios realizados, la biomasa total media de las especies descartadas (peces + crustáceos) fue de 66,33 kg por cada kilogramo de angula capturada. Esta biomasa media presenta fuertes oscilaciones según el mes considerado, con máximos de hasta 196 kg por kg de angula capturado. Traducidos estos valores en términos de números de individuos, los valores se disparan, en las estimaciones más elevadas, a más de un millón y medio de individuos por kilo de angula capturado.
Las especies más afectadas son: el boquerón (E. encrasicolus), la baila (D. punctatus) y la sardina (S. pilchardus). Del primero se llegan a capturar alrededor de 50 kg por cada kg de angula capturada. En cuanto a los crustáceos, las especies comerciales más afectadas en los descartes han sido el camarón blanco (P. longirostris) y el langostino (M. keraturus), del que se llegan a descartar hasta dos kilogramos por kilo de angula.
La repercusión futura en los caladeros sería muy superior si consideramos los pesos que estos individuos, los descartados con la pesca de la angula, podrían haber llegado a adquirir cuando tuviesen tallas pescables". 
(Plan de Gestión de la Anguila en Andalucía. Consejería de Agricultura y Pesca. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Sevilla. 2009). 

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