Nos estamos acostumbrando a salir tantos compañeros entre semana que con diez, como hoy, me parece que vamos pocos. ¡Diez, pocos. Y entresemana! ¡Quién lo diría! De cualquier forma hoy se ha empezado a notar la influencia de las fechas que se acercan, o sea, la proximidad de las navidades. La insistente publicidad, que casi nos obliga a consumir compulsivamente, y el sector de la hostelería, que ha sabido beneficiarse de las múltiples reuniones que comienzan a celebrarse a partir de estos días, han mermado hoy el pelotón. Así unos tenían hoy comida de compañeros del trabajo y otros estaban organizando la zambomba de su club social. Alguno va apurando los días de asuntos propios que le quedan antes de fin de año y aprovecha para salir por la mañana (hace bien: cuando termina, en vez de colacao con polvoroncito se toma una cerveza con ensaladilla. Si yo pudiera saldría también por la mañana). Y hay quien estaba trabajando (lo que no es mal asunto tal y como están las cosas. Lo de cobrar es ya otro tema).
Pero bueno, los afortunados que salíamos esta tarde hemos empezado a notar el biruji que se cuela por el cuello del maillot cuando ya el sol calienta poco y cada vez que nos paramos, porque el sudor se nos congela por dentro. Y para eso no cabe otra que seguir pedaleando y pedir un cafelito calentito al terminar. Diego propone la ruta: carriles con dirección a Torrecera, por los canales, y luego regreso por San Isidro. En lugar de entrar por La Teja lo hacemos por el Serrallo siguiendo de frente en la curva para bajar a buscar el canal y los viveros. Los carriles estaban estupendos hasta llegar a los canales de La Ina: se podía rodar esquivando charcos y barrizales porque había un estrecho pasillo seco, pero al llegar a la zona de umbría el suelo estaba pringoso. La cuesta de los pocitos (la de la izquierda, la más pendiente) estaba pegajosilla, pero así la rueda adhería mejor y se subía bien. Decidimos no seguir junto al canal para evitar el tramo que hay junto a la balsa de agua porque esa parte debía estar impracticable, y continuamos directamente hacia la barriada de La Ina. Desde allí seguimos por carretera hasta el puente de El Torno, desviándonos a la izquierda por la pista que desemboca en San Isidro. Y como nos iba quedando poco tiempo de luz tomamos la carretera de Altocielo (Salto al Cielo, para muchos), unos por delante y otros rezagados, hasta llegar a Cuartillo. Poca luz, mucho tráfico y una velocidad considerable hicieron que, cuando por fin llegamos a Jerez, consiguiera aliviar la tensión de esos últimos kilómetros. Y el cafelito.
Pero bueno, los afortunados que salíamos esta tarde hemos empezado a notar el biruji que se cuela por el cuello del maillot cuando ya el sol calienta poco y cada vez que nos paramos, porque el sudor se nos congela por dentro. Y para eso no cabe otra que seguir pedaleando y pedir un cafelito calentito al terminar. Diego propone la ruta: carriles con dirección a Torrecera, por los canales, y luego regreso por San Isidro. En lugar de entrar por La Teja lo hacemos por el Serrallo siguiendo de frente en la curva para bajar a buscar el canal y los viveros. Los carriles estaban estupendos hasta llegar a los canales de La Ina: se podía rodar esquivando charcos y barrizales porque había un estrecho pasillo seco, pero al llegar a la zona de umbría el suelo estaba pringoso. La cuesta de los pocitos (la de la izquierda, la más pendiente) estaba pegajosilla, pero así la rueda adhería mejor y se subía bien. Decidimos no seguir junto al canal para evitar el tramo que hay junto a la balsa de agua porque esa parte debía estar impracticable, y continuamos directamente hacia la barriada de La Ina. Desde allí seguimos por carretera hasta el puente de El Torno, desviándonos a la izquierda por la pista que desemboca en San Isidro. Y como nos iba quedando poco tiempo de luz tomamos la carretera de Altocielo (Salto al Cielo, para muchos), unos por delante y otros rezagados, hasta llegar a Cuartillo. Poca luz, mucho tráfico y una velocidad considerable hicieron que, cuando por fin llegamos a Jerez, consiguiera aliviar la tensión de esos últimos kilómetros. Y el cafelito.