29 de marzo de 2012

EXPRESIONES CICLISTAS CÉLEBRES (I)

Cientos de kilómetros de pistas y carriles en compañía ofrecen la oportunidad de hablar mucho. De ese modo se oyen multitud de comentarios, algunos de las cuales resultan singulares o significativos, por lo acertado de su expresión en un momento determinado, por su gracia, ironía o picardía. Algunos resultan tan peculiares que llegan a identificar a un grupo, a alguno de sus componentes, o incluso a la filosofía de ese grupo. Otras surgieron como anécdotas, como recomendaciones y hasta como protesta o reivindicación. Pero todas originadas a raíz de la marcha del pelotón, desde uno u otro lado. De todas las que me llamaron la atención traigo aquí varias que me parecen especialmente curiosas.
En cierta ocasión un advenedizo al grupo que compartió una salida con nosotros, a mitad de recorrido nos lanzó un ¿Y esto es lo que andais ustedes?, sin respetar las más elementales reglas de humildad y desconociendo lo que cada cual daba de sí. Por eso, tocados en el amor propio y con la intención de poner en su sitio al bocazas, el pelotón comenzó a organizarse hasta que aquél no tuvo más remedio que abandonar la rueda que seguía y ceder en su empeño. No volvió a aparecer.
Cuando comenzaban a verse por los caminos grupos de ciclistas con ropas de colorines, era habitual oír a los chiquillos y no tan chiquillos eso de ¡ Biciclistas ! En otras ocasiones, el termino utilizado para referirse a nosotros era el de ¡ Carreristas ! Siempre he tenido claro que esos comentarios estaban motivados más por la indumentaria que por la velocidad, y sobre todo por la tradición de la bicicleta de carretera en nuestro país.
Otra expresión frecuente es la de Afloja, que viene la gente muy atrás. Y no ha sido sólo uno el que me ha dicho que ese comentario se utiliza cuando quien va a rueda comienza a sentir que le cuesta trabajo seguir el ritmo, porque cuando anda bien no se acuerda de nadie. En realidad no se está preocupando de los de atrás, sino de sí mismo. Variantes de esa frase serían No se ven o No vienen.
Por el contrario también he oído Tira, que fulanito se ha quedado. Lo cual pone de manifiesto la durísima competencia y el pique que existe entre algunos componentes del grupo, intentando implicar a terceros en la lid, para delegar más tarde la responsabilidad del arreón.
Cuando estamos esperando en uno de los agrupamientos a que se vayan acercando los que llegan por detrás, hay uno (siempre el mismo) que pasa a nuestro lado muy orgulloso, sin mirarnos, sin pararse, dejando a su paso la estela de una frase socarrona como No espero a nadie... Y continúa su marcha muy digno, quedándonos los que allí estamos con cara de bobos y sin saber qué responder.
Una vez, cruzando por las casas-cueva de San Cristóbal, oímos a un chaval gritándonos varias veces Pararzu, pararzu, pretendiendo darnos a entender que tuviéramos cuidado con su caballo, que estaba atado con una cuerda larga en mitad del camino. Y de nuevo lo mismo: cuidado, no por nosotros (¡qué puñeta!), sino porque pudiésemos asutar a su animal.
Otra expresión bien conocida es la de Como el ojo de un pollo ("Como el ojun pollo"), que usa con frecuencia otro compañero (a quien deseo una pronta vuelta al grupo) para explicar muy gráficamente como le gusta llevar siempre la bici de limpia y reluciente.
También quedará perpetuada la locución Un puntito más, que utiliza habitualmente uno de nuestros camaradas cuando, aunque el ritmo que lleva el grupo sea rápido, todavía le queda un plus de aire en los pulmones y de energía en las piernas. ¿O es al contrario?
En determinadas situaciones uno de los capitanes que ya no anda en su mejor momento se acuerda con nostalgia de lo que fue y, encorajinado, nos espeta a la cara algo así como Si yo pudiera, íbais a mear sangre. Los demás no le hacemos caso, pero él que se queda más tranquilo durante un ratillo.
Hace poco oí otra frase singular por su proverbialidad. Pero hay que ponerse en ambiente: circulando por una amplia pista de las marismas, ocupando entre todos el camino de lado a lado, en abanico por el viento de cara, uno rompe su línea para esquivar un bache, provoca el susto y los correspondientes ayes y bandazos. Tras ese primer momento de tensión se escucha a otro decir: Quillo... Si hay un bache... Comérselo. O sea, que al que le toca, le toca y se tiene que aguantar.
Pero la que resulta más representativa y universal, sin haber perdido un ápice de vigencia desde sus inicios, es la de Voy palante despacito (Vpd), que algunos emplean cada vez que hay una parada. Viene a ser algo así como "sin prisas pero sin pausas", que lo que avance ahora me lo ahorro luego de pechugón o de ir el último. Tan asumido está por el grupo que no son pocos los que quieren emular ese privilegio, ignorando que dicha prerrogativa es un derecho histórico en consonancia a los galones.

28 de marzo de 2012

PARA SOLTAR EL RESFRIADO

La progresión marcha. Hoy han sido ocho. Un poco mejor del resfriado y a base de paracetamol desde el domingo, no he querido dejar pasar el día sin hacer alguna serie. Para colmo las previsiones son de agua durante todo el fin de semana. O sea, que aprovechaba hoy o a ver cuándo. Pues pies a los pedales y arreando.
El viento fortísimo: por Guadabajaque empujaba la bici lateralmente de forma peligrosa. En la cañada del Carrillo que tiene orientación este-oeste casi no avanzaba. Pero en la cuesta no sólo no molestaba sino que icluso ayudaba algo. Y empecé la rutina. Para arriba despacito y para abajo rápido. En la primera bajada me detuve algunas veces a limpiar el trazado de cascotes y ramajos. Al llegar abajo veo tres ciclistas dispuestos a subir, los tres con bicis de 29. Uno de ellos era Rogelio. La segunda subida la hicimos juntos los cuatro. Arriba charlamos un poco sobre las bicis y cada uno a lo suyo: ellos a las trialeras y yo a mis series. En la cuarta subida me crucé con dos chavales que bajaban. En la penúltima otros dos también para abajo, y por el repetidor más ciclistas con dirección a las ruinas. En la última bajada iban subiendo dos (el primero, con muchas ganas). Me eché a un lado para dejarles paso y continué el descenso, que iba a ser el último. De vuelta llevaba el viento a favor, pero sólo hasta la altura de la autopista. Me crucé con más ciclistas que marchaban igual que yo en solitario. Cuatrocaminos, Alcubilla y para casa.

21 de marzo de 2012

REPÓKER

Si el miércoles pasado fueron dos, hoy han caido cinco. Cinco subidas seguidas a los pocitos.
En la primera iba ahogado, pensando cómo habría sido capaz la semana pasada de subir dos veces por allí. Me pareció larguísima. Estuve tentado de darme la vuelta y regresar. Pero me acordé de lo que me dijo Carlos: "Para tu consuelo, la primera es la peor". Y eso me animó a continuar.
La segunda subida la hice con un piñón más grande, igual de despacito que la anterior, pero es cierto que ya no me ahogaba. Podía respirar muy bien y casi diría que llegué arriba cómodamente.
La tercera fue aun mejor: subiendo muy fácil, con una respiración desahogada y con la sensación de que las rampas no lo eran tanto y que se terminaban antes. Cuando llegué arriba había allí otro ciclista (Luis, de los Toparriba de El Puerto. Otro Master 50 de la zona) que me había visto desde la cañada del Carrillo, pero decidió subir por la de los eucaliptos. Me dijo que se venía hacia abajo para probar una subida. Y no sólo eso. Sino que hizo junto a mí las dos últimas. Regresamos por la cañada, hablando de carreras y maratones, con un estupendo entrenamiento de cuestas realizado.

20 de marzo de 2012

UN TRAMO DE LA VÍA JEREZ - ALMARGEN (martes 20/03/12)

Como la semana pasada debido a un catarro no pude hacer kms., este martes decidí salir solo y seguir progesivamente adquiriendo la forma y fondo deseados.
El molesto viento del NE que soplaba hoy me hacían titubear sobre la dirección, ¿de cara a la ida ó de cara a la vuelta?, se impuso la lógica y decidí encararlo con ánimo, dirección Jibalbín.
Al pasar por carretera el cruce de Nueva Jarilla, veo a la derecha una pista amplia y en buen estado con una hacienda próxima, me asomo y veo que el carril continúa. Al poco se adentra en un olivar y como no veo continuidad y parece privado vuelvo unos metros sobre mis pasos. Al lado de la pista parece que existe una cañana ó colada semi abandonada con vegetación y taludes a ambos lados, parece el trazado antiguo de una vía así que decidido y sin rumbo me adentro campo a través y comienzo a avanzar, los conejillos y perdices se cruzan por todos lados.Aparecen algunos obstáculos trialeros que paso sin dificultad y llego a unos metros de auténticas piedras de tren, un martirio con la presión alta de las ruedas pero afortunadamente acaba y comienza la tierra. Recuerdo la ruta que un sábado publicó Angelmari sobre el tren del azúcar, ¿será esta misma?
El camino es muy solitario y aunque el día y el campo están bonitos me pregunto si es buena idea continuar sólo por estos parajes sin tener claro a donde iré a parar... pero sigo, paso bajo un pequeño puente, que bonito, el trazado se adentra por cultivos entre lomas con cierta altura.
El carril se va invadiendo por la vegetación, restos de cañizo quemado pero con hierba verde animan el paisaje. Cultivos y lomas acompañan el trayecto.
Al lejos me parece ver sobre el trazado delante mía ¿agua, barro?, efectivamente, pensando que tendría un paso fácil me doy cuenta que estoy en una trampa infranqueable, la tierra arada y húmeda no deja opción, volver ó..... un poco antes de la zona húmeda el campo está terroso y seco y unos cientos de metros en alto parece discurrir una linde, decidido, plato chico y a salir como sea.
Empeñándome a fondo consigo cruzar sin poner pié al suelo, llego a un talud que precede al lindero, bici al hombro subo y... ¡ premio ! un canal y un pedazo de cañada.
La tomo en dirección que presumo hacia Jédula pues merece la pena aventurarse y conocer la zona. Avanzo cómodo y distraido con las aves que salen del canal. Cañaverales, fincas, lomas. Llego a una curva que atraviesa el canal y pone "finca particular prohibido el paso", como no hay cancela ni ná de ná sigo. Me cruzo con un coche de campo que me saluda. Un arroyito acompaña ahora al carril, que chulo esta todo esto, no me arrepiento de haber seguido (de momento).
Llego a un cruce con una finca grande en alto a mi izquierda (luego adivinaría que es la de Montecorto), a mi derecha hay un PEDAZO de cuesta sin destino a la vista, bueno eso será otro día, tengo que jugarme a los chinos que dirección tomar y la hora avanza.
Decido seguir defrente (a la izqda. en la foto) intuyendo la dirección de Jédula. El carril poco a poco está cada vez más verde y trialero, muy bonito pero a la vez más inquietante, hay señales de haberse enbarrado y el arroyo cada vez confluye más con mi dirección.
Ni que decir tiene que el antiguo trazado de la vía hace rato que lo he perdido y que ese mismo parece mi destino.
Llego a lo que parece el final de sendero, un cultivo siguiendo la cañada del arroyo o unas rodadas por una cuesta de alvero me hacen dudar. Apago la música que llevaba todo el camino puesta, veo que me queda sólo una raya de batería en el móvil y decido apagarlo por si me hace falta utilizar el comodín de la llamada. Uff, las 6 de la tarde y yo aquí...¿donde?
Como con el agua no se juega y ponerme a subir cuestas sin saber a donde llegan como que tampoco, opto por seguir una rodadas sobre un cultivo, terroso pero seco. Plato chico de nuevo y a poner todas mis dotes de orientación a funcionar. Avanzando empiezo a ver alguna casa, unas antenas a lo lejos, parecen de Jédula, sí, por fín civilización. No hay otra salida visible así que tendré que cruzar todo el cultivo hasta llegar a la presunta cañada que se vislumbra (Vicos).
Llego, uff, tiro a la derecha y accedo a la carretera de servicio de la autovía hacia Jerez, viento en popa y a todo piñón pongo rumbo a casita.
Después de una tarde divertida y un poco audaz, llego sin novedad con 52 kms. más para la saca.

18 de marzo de 2012

LOS ACELERONES

En nuestro pelotón la marcha acostumbra a ser tranquila. Se puede comprobar mirando el cuentakilómetros al final de cada salida. La media suele estar alrededor de los 20 k/h. Teniendo en cuenta que la mayor parte del camino se hace por carriles, con pocas pausas, que marchamos en un grupo ciertamente numeroso, que paulatinamente vamos transformando la competitividad en camaradería y que la media de edad supera en mucho a la de velocidad, me parece bastante aceptable. Por otro lado y en función del perfil del recorrido esa velocidad me puede parecer hasta alta. ¡Ya quisiera obtener esa media en todas y cada una de las las rutas que hago! Además es preferible tomarse la bici (y la vida) como una maratón antes que como una contrarreloj. Pero hay días: días en los que toca trabajar (contra el viento o los desniveles) y otros que transcurren a ritmo de habanera, con una amena tertulia sobre ruedas; días en los que sudas como un condenado y días en los que no pruebas el agua.
No obstante de vez en cuando se desencadenan acelerones. La aceleración se produce por una tendencia natural a la competición. Todos sentimos en mayor o menor medida ese impulso que nos hace girar lo más rápidamente posible las bielas para llegar en cabeza, estableciendo así una valoración comparativa del nivel físico con uno mismo y con los demás. Están provocados por diversas circunstancias, y dependiendo de quién lo provoque se debe a una u otra causa. Así lo habitual es que cuando el grupo marcha más compacto y tranquilo basta con que aparezca un pequeño desnivel para que se produzca la aceleración. Y arriba, el ahogo pone de manifiesto que, en lugar de adaptar la velocidad al desnivel para continuar oxigenando igual, lo que hemos pretendido es mantener la velocidad, para no perder la estela de quien va delante o para que no nos cojan. Lo que acaba subiendo las pulsaciones y acelerando la respiración.
Cuando el acelerón lo da Lobato es para adelantar a Riki y vacilarle más tarde por el pasonazo que le dio. Las veces que ha ido a cola del pelotón o el camino que ha recortado no tienen mayor importancia, comparándolo con el momento de gloria que supuso adelantarlo en tal o cual sitio.
Si el que acelera es Riki será seguramente para devolverle la moneda a Lobato o a Paco y no darles motivo, porque después cualquiera aguanta la petera que cogen.
Rafael aprieta para buscar a su coequipier del LoLo, que siguió palante despacito cuando alguno pinchó. Así que, mejor que esperar y pegarse el pechugón con los uciprotour por delante, prefiere salirle al encuentro al capitán, con los otros por detrás.
Al final del Serrallo, justo antes de la bajada hacia el monasterio de la Cartuja, por la cuesta de los Frailes, hay un repechito que lleva el nombre de Paco Jiménez, porque ese sprint lo tiene ya en propiedad. Lástima que últimamente preferimos continuar de frente en la curva para bajar por el senderito hasta el canal, porque de este modo se queda con las ganas de disputar la meta volante que lleva su nombre.
Otro sprint bonificado en propiedad es la subida a Plateros por José Luis Díez, que pertenece a Andrés. Lo suyo es el pavés. Tan sólo sentir el adoquinado a su paso por la catedral le sube la adrenalina y va ganando posiciones para el arreón final junto a San Dionisio.
Si el acelerón lo da Angelmari, todos lo dejan que se vaya porque se imaginan que quiere sacar una foto y necesita su tiempo para preparar el teléfono. Al final pasa el grupo y todavía está liado con los botoncitos. To pa na. A guardar el móvil y otro acelerón para conectar con los demás.
En otras ocasiones el achuchón lo da Fernando. Antes era para seguir la rueda de una moto o de algún vehículo agrícola. Pero últimamente es por inercia. Va tensando el grupo (si es contra el viento, mejor). Al oir lo de "un puntito más" se lo toma al pie de la letra. Y cuando faltan cincuenta metros para el cruce arrea de lo lindo.
Plaka-Plaka hace los rápidos avances en ciudad normalmente. Justo antes de llegar a algún cruce se adelanta, se coloca en mitad de la vía y nos comunica si podemos pasar con seguridad o si conviene detenerse. Es lo que se denomina "deformación profesional".
Hay quien se adelanta rápidamente al pelotón, obtiene una ventaja considerable y para de repente. Cuando nos estamos preguntando qué mosca le habrá picado, vemos que tras frenar se aparta discretamente y realiza una apremiante necesidad fisiológica. Más grave es cuando se trata de aguas mayores. La urgencia e inmediatez de la deposición se ve favorecida por el hecho de que habitualmente se discurre por el campo, con amplios escenarios y poco público. Los inconvenientes por contra están en que en estos escenarios suele haber poca maleza y que precisamente ese día viaje con el grupo algún paparazzi, como le ocurrió a Pete.
Algunas tardes es Pepe el que nos adelanta con una velocidad inusitada, como alma que lleva el diablo. Tan desacostumbrados nos tiene a eso que rápidamente caemos en la cuenta de que por allí detrás debe venir persiguiéndonos algún cánido.
Curiosos son también los acelerones que se ven los sábados a mediodía llegando a Jerez. A esa hora el destino solía ser (a partir de ahora creo que va a cambiar) los 100 Montaditos. Y cuanto más cerca del lugar mayor velocidad: unos relamiéndose de tan sólo pensar en la cerveza y otros por ser los primeros para conseguir apoyar la bici en el único arbolito que por allí hay.

15 de marzo de 2012

AGRESTE ESPÍNOLA

Las tardes más largas permiten estirar el recorrido. Así que poco a poco vamos aumentando la distancia con respecto a las rutas de invierno. Como nadie propone nada, sugiero tirar para la laguna y desviarnos por Espínola y los canales.
Al poco de salir me doy cuenta de que se ha producido una baja y otra incorporación: la baja de Juan Luis (por avería mecánica, en la misma salida) y la incorporación de Plaka que llegó con la hora justa. Recorrido, el habitual, por La Teja, Cartuja, Pachecas, cementera y subida hacia El Mojo. Nos desviamos hacia Espínola, pero antes de cruzar la cancela algunos continúan de frente con dirección a Torrecera. Hacía tiempo que no pasábamos por allí y era una peripecia ver qué nos podíamos encontrar: zanjas, matorrales, cazadores, cepos, ganado bravo... Y aquí empezó lo divertido. Trialeritas por terrenos de yeso, con mucha piedra suelta, por estrechos senderos entre lentiscos, con contínuas subidas y bajadas. Como nunca nos acordamos de echarnos al lado de abajo, seguimos el camino más visible hasta que se pierde, y a partir de ese momento hay que bajar un tramo con la bici al hombro por unos escarpes, para retomar el paso natural que va casi pegado al arroyo. Algún batacazo, terreno plagado de cardillos y sin encontrar el paso para cruzar el arroyo. Tras varios intentos, el cuerpo de operaciones especiales del grupo, con su instinto más zapador y aventurero, estableció una vía de evacuación. Más adelante, lo que había sido un carril de conexión, lo encontramos metido en labor y con riego, por lo que nos vimos obligados a cruzar por el mismo sembrado. Y no contentos con todo lo anterior, cuando ya nos incorporamos al sendero, éste estaba completamente enfangado por el agua de los aspersores. Algunos saltamos la alambrada para evitarlo y al salir de la zona embarrada vimos a los demás con palitos en las manos, intentando quitar las pergañas de frenos, ruedas y zapatillas. Terminamos junto a la cuesta del Infierno. Como habíamos gastado una parte del tiempo en esas andanzas, era más conveniente abreviar el recorrido, por lo que continuamos por carretera hasta el puente de El Torno. Allí la mitad del pelotón, calculando la velocidad con la que el sol bajaba, decidió seguir de frente por la carretera de La Ina hacia Jerez. La otra mitad pensamos que nos daría tiempo a subir por Altocielo hasta Cuartillo. Y eso hicimos, llegando a Jerez también por carretera, con la luz suficiente y necesaria para que no nos cogiera la noche.

LOLO: ETAPA DE DESCANSO



Pues hoy LOLO ha realizado una etapa de descanso solo 70 kilometrillos de nada para estirar piernas y preparar la salida del sabado con los uci-protur, pues bién salimos en dirección a Puerto Real-hospital-universidad-puerto sta Maria-jerez a los montaditos del centro ,por cierto ¡OJO! han subido la jarra de cerveza a 2 € , Hoy no hay muchas fotos ya que la ruta la conoceis bien solo una del avituallamiento liquido.

14 de marzo de 2012

SIN PENSARLO DOS VECES

Esta tarde, cuando más apretaba la soñarrera, estaba remoloneando si lo hacía o no. Llevaba ya unos días con ganas de ir y pensé que hoy podría ser el momento oportuno. Sin pensarlo dos veces me puse la ropa de bici, le eché un poco de aceite a la cadena y cuando me vine a dar cuenta ya iba bajando la Alcubilla. Por Guadabajaque rodaba todavía rápido, pero al entrar en la cañada del Carrillo el viento de levante me obligó a moderar la marcha. Me crucé con un ciclista. En la distancia me pareció que lo conocía, pero luego no era quien pensaba. Llegando cerca de los Pocitos vi desde lejos un maillot naranja bajando por allí. Aceleré un poco para encontrarme con él y preguntarle si había subido antes. Cuando llegué al pie de la cuesta comprobé que estaba subiendo y tiré para arriba detrás suya. Plato chico, golpeteo de riñones y paciencia. No quería perder el ritmo de respiración, pero la cuesta no da tregua, obliga al esfuerzo continuado y las pulsaciones suben. Tampoco permite ir excesivamente despacio, pues la inclinación frenaría la poca inercia y terminaría poniendo el pie en el suelo. Acabada la primera rampa suaviza un poco, pero cuando estás pensando en recuperar te encuentras ya metido en la siguiente y no hay posibilidad de tregua. El piso ahora está bueno, agarra bien y no patina, pero el cuerpo hay que inclinarlo hacia adelante para que no se levante la rueda. Aun así hay que ir siguiendo el trazado mas liso para no coger ningún resalte. Se sube, pero con trabajo, porque mantiene constante el desnivel. Cuando llego al final de la recta confiando en que allí termina, veo que el carril continúa subiendo hacia la derecha y todavía queda otro tramo hasta el repetidor. En la curva observo que el ciclista que sube delante mía es Carlos C. Cuando llego a su altura y voy a saludarlo no tengo ni aire y casi me caigo sobre él. Me dice que es su segunda serie, y que, para mi consuelo, si pienso subirla de nuevo, la segunda se hace mejor que la primera. Tiramos para abajo, él por una trialera que hay alrededor del repetidor y yo por donde mismo he subido. Empiezo mi segunda subida, esta vez con un piñón menos y más tranquilo: menos adrenalina, más sosegado por el esfuerzo anterior y conociendo ya dónde están los puntos de mayor inclinación e intensidad. Llegando arriba nos cruzamos con Dani, que empieza a bajar. Efectivamente esta segunda vez me ha costado menos que la anterior. Pero cuando llego a las antenas me tengo que parar a respirar. Carlos me enseña la trialera, pero decido dejarla para otro día y vuelvo a bajar por el mismo sitio. Abajo me despido de él: me vuelvo para Jerez con mi objetivo cumplido y Carlos se queda para hacer otra serie más. Por la cañada miro hacia atrás y veo a media cuesta un pequeño maillot naranja repechando metro a metro.
(Ver perspectiva)

10 de marzo de 2012

MARISMAS DEL GUADALQUIVIR

Una ruta tan bonita como la de hoy debería haber tenido otro epílogo. Y no me refiero al recorrido sino a la disgregación final. Había varias propuestas. Es cierto que llevábamos ya una considerable cantidad de kilómetros. Pero podríamos haber acordado (de acordar: ponerse de acuerdo. Resolver de común acuerdo) por dónde terminar y hacerlo todos juntos. Cuando salimos en grupo nos beneficiamos de todo lo bueno (que es mucho) que supone rodar en equipo. Cada uno tiene su propias peculiaridades, que se amoldan al conjunto. Cada cual transige con unas cosas y se aprovecha de otras. Pero también es cierto que cada quien tiene sus límites. Y hay situaciones en las que uno no puede o no quiere adaptarse a la mayoría. En cierto modo, quien marcha delante marca el recorrido. Si es necesario se retoma la dirección. Hoy hemos visto cómo nos separábamos y ni unos ni otros hemos hecho nada por retroceder (cada cual tendría sus motivos). Después de setenta kilómetros juntos, cada mitad del pelotón ha terminado por un lado. Al menos no desperdigados. Aunque a la hora de la cervecita, todos (o casi todos) juntos de nuevo otra vez. "¡Y de buen rollo!"La ruta ha sido una clásica de los MTBV: Trebujena - Guadalquivir - Sanlúcar. Salimos catorce por Morabita hasta la cañada de Mesas. Pasando junto al cortijo del Rosario, continuamos por las marismas hacia Trebujena. La mañana estaba preciosa, con un viento apenas perceptible, pero con algo de fresco. Ya en el pueblo Fernando D. nos enseña un bar para desayunar, donde un rico mollete (hoy no había rebanadas) con su correspondiente bebida nos ha costado 1,70€ (con jamón 2,50€. Buenos precios para estos tiempos). Además el bar es de un betetero que a esa hora iba camino de El Rocío para hacerse unos 190 k. ¡Bah! ¡Poca cosa!Por la carretera de Trebujena al río, junto al cortijo Alventus y llegando a la altura de Los Chozos, vimos a lo lejos un enorme carguero con dirección a la costa. Dimos un fuerte acelerón para llegar a tiempo de hacer la foto. Más adelante, por la carretera del Práctico, el agua llegaba casi a nuestros pies. Por allí pudimos ver una gran cantidad de aves entre juncos y cañizales: flamencos, garzas, fochas, ánades, cigüeñuelas, e incluso hasta un ejemplar de calamón y un águila calzada. Todo un espectáculo natural. A partir de las compuertas (Cooperativa de Riacheros) seguimos por la derecha, en paralelo al río, hasta llegar a Sanlúcar. Este tramo, nuevo para la mayoría, resulta de una gran belleza: sin ningún desnivel, pero con un precioso entorno de marismas, esteros, salinas, amplias praderías cubiertas de palmitos, balsas de agua inmóviles como espejos... Y el río guiando nuestro recorrido. Menos mal que venía con nosotros Fernando D. porque en un par de intersecciones nos indicó la dirección correcta. Nos asomamos al embarcadero "Las Salinas", donde está también el Observatorio de aves "Salinas de Bonanza". Ésta es una de las paradas que el buque Real Fernando hace en su visita a Doñana a través del río. Al poco de continuar lo vimos acercándose.Llegando a Sanlúcar empiezan a surgir propuestas para el regreso: con dirección a la carretera de El Calvario, por los carriles que discurren casi paralelos a la autovía, o por la propia vía de servicio. Como nadie decide nada, continuamos por inercia hacia la salida habitual, hasta el momento en que Fernando R. se desvía hacia los carriles y parte del grupo continúa hacia la autovía. Por cansancio, comodidad, prisas, o por el viento que a esa hora soplaba ya con cierta fuerza (y frío a pesar de venir del este), cada grupo coge por un lado y no nos vemos hasta llegar a Jerez. Yo continué por los carriles, pasando junto a Alijarillos, llegando al Camino de Regla, y terminando por Polila y Rompecerones.

FOTOS DE ENTRESEMANA

Fijaos bien en la estela de agua de la tercera y cuarta fotos. Y sobre todo en la cara de Pepe.

6 de marzo de 2012

LOLO: ASALTO AL CASTILLO DE ESPERA












Con niebla pero sin frío hemos partido hoy para afrontar una etapa difícil subir al castillo de Espera, han sido casi 100km a una media muy aceptable casi 20 km/h avituallamiento en espera y a la vuelta refrigerio en los montaditos el itinerario ha sido:Jerez-Gibalbín por las canteras-espera-Jerez, le verdad es que hemos echado en falta nuestro tercer componente que por motivos laborales no ha podido estar presente, bueno aquí os pongo algunas fotos.

3 de marzo de 2012

EL NÚMERO PI

Con los chaparroncitos del viernes era lógico pensar que los carriles estarían pringados. Aun así alguno quería probar suerte, pero se decidió marchar hacia Medina por el carril de servicio. Unos dicen que por la laguna no debe haber barro. Otros hablamos de subir al castillo. Otros, que si vamos con dirección a Medina, la vuelta por el corredor verde estaría bien. Total, que como nadie se quiere arriesgar, hacemos todo por carretera. Vamos catorce. Mejor dicho: vamos once más tres. En principio el día se muestra plácido, sin ganas de guerrear y sí de disfrutar de una jornada tranquila. Marchamos todos juntos, en animada tertulia. Pero nada más pasar por la laguna se forma el pelotón uci-protur y el pelotón lolo. Eso parecía el número pi (por lo de tres catorce). Al llegar al Mojo están esperándonos. Alguno pensó "pa dos deos, dos plátanos", y "mejor que parados, subimos al repetidor y nos vemos en el otro lado". Y eso hicieron. Así que hicimos la cuesta hacia el Baldío de nuevo todos juntos. Pero hasta ahí. Poco a poco el pelotón uci-protur se fue separando cada vez más hasta que los del pelotón lolo los perdimos de vista. Pasamos junto a la venta de El Pedroso y no estaban. Aquí la propia guardia civil, al reconocer a los generales que marchaban en el pelotón lolo, cortaron el tráfico para que éstos pasaran. No me fijé si también se cuadraron. Llegamos un poco más adelante al cruce del túnel, pero tampoco allí había nadie. Continuamos de frente hacia Medina y nos cruzamos con los carreteros de Jerez: sobre setenta u ochenta, separados en varios grupos. Antonio es como Perico: conoce de lejos a todos los ciclistas de Jerez y a la mitad de moteros, por muy rápidos que vayan y aunque lleven la cara tapada. Cuando llegamos a la primera rotonda de acceso a Medina tampoco había nadie. En vista de eso tomamos la pista que va hacia el polígono industrial para desayunar por allí. De pronto empiezan a sonar cohetes y disparos, como el llavero ese que tenía todos los sonidos de los juegos de marcianitos. Es el móvil de Rafa. Lo llaman por teléfono. -Será esa gente, para preguntar que dónde estamos-. Falsa alarma. No eran ellos. Continuamos. Llegamos al polígono industrial y buscamos sitio para desayunar. Cuando estamos terminando llaman de nuevo a Rafa para decirnos que están en la venta del Carbón y se van ya para Jerez. Por lo visto (mejor, por lo oído) se escucha de fondo a alguno gritar con retintín la coletilla de "globeros". Volvemos por la carretera antigua que termina cerca de El Pedroso, disfrutando de la mañana, de lo bonito que está el campo, hablando de to y arreglando el mundo. Y así, casi sin darnos cuenta, llegamos a Jerez, más contentos que unas pascuas y con más de 70 kilómetros recorridos. En la misma rotonda 2 nos enteramos que el pelotón uci-protur está hidratándose allí junto. Nos dirigimos hacia el sitio pero ya varios élites habían abandonado el control de avituallamiento.

Está claro que no habíamos concretado el destino (para desayunar). Algo se había comentado, pero sin confirmar. Está claro que cada cual tiene sus intereses y preferencias. Está clarísimo que cada uno es muy libre de hacer lo que quiera. Nadie está obligado a esperar. Espera quien quiere. Nadie está obligado a retroceder o ir a buscar a los de atrás. Lo hace quien quiere. Pero igual que hay unos minutos de cortesía para esperar a los rezagados en la salida, se supone que es otra cortesía ir esperando a los últimos en los cruces, sobre todo si se va a cambiar de dirección. Que habría que haber dejado claro en la salida o por el camino hacia dónde nos dirigíamos... Cierto. Pero no lo hicimos. Después, que cada uno marche al ritmo que quiera. Lo que no llega a entender mi razón es que ninguno de los once uci-protur (¡ninguno!) se quedara en el cruce para decir "por aquí hemos seguido". También se pueden quedar dos y así la espera es más llevadera. O los de los dos deos, dos plátanos: podrían haber salido a nuestro encuentro y así ni se enfriaban. Tampoco. Los once pensaron eso de "voy palante despacito" y "siempre que venimos a Medina hemos cogido por aquí". Pues lo de la rutina será por el camino, porque la otra rutina de esperar a los de atrás no la vi por ningún lado. Además de todo eso, cachondeito. Pero la verdad, está tan manido lo de globeros que no llega a irritarme ni tan siquiera a afectarme. En el fondo creo que no me molestó la situación absolutamente nada más que por el hecho de que un grupo numeroso tiene un atractivo especial y de catorce que éramos pasamos a tres. Eso sí: aquí jugamos todos con las mismas reglas o parto la baraja (pincho el balón, que dicen otros). Cuando alguno de los uci se vea en determinada situación que no exija lo que hoy no ha sabido ofrecer.