14 de marzo de 2012

SIN PENSARLO DOS VECES

Esta tarde, cuando más apretaba la soñarrera, estaba remoloneando si lo hacía o no. Llevaba ya unos días con ganas de ir y pensé que hoy podría ser el momento oportuno. Sin pensarlo dos veces me puse la ropa de bici, le eché un poco de aceite a la cadena y cuando me vine a dar cuenta ya iba bajando la Alcubilla. Por Guadabajaque rodaba todavía rápido, pero al entrar en la cañada del Carrillo el viento de levante me obligó a moderar la marcha. Me crucé con un ciclista. En la distancia me pareció que lo conocía, pero luego no era quien pensaba. Llegando cerca de los Pocitos vi desde lejos un maillot naranja bajando por allí. Aceleré un poco para encontrarme con él y preguntarle si había subido antes. Cuando llegué al pie de la cuesta comprobé que estaba subiendo y tiré para arriba detrás suya. Plato chico, golpeteo de riñones y paciencia. No quería perder el ritmo de respiración, pero la cuesta no da tregua, obliga al esfuerzo continuado y las pulsaciones suben. Tampoco permite ir excesivamente despacio, pues la inclinación frenaría la poca inercia y terminaría poniendo el pie en el suelo. Acabada la primera rampa suaviza un poco, pero cuando estás pensando en recuperar te encuentras ya metido en la siguiente y no hay posibilidad de tregua. El piso ahora está bueno, agarra bien y no patina, pero el cuerpo hay que inclinarlo hacia adelante para que no se levante la rueda. Aun así hay que ir siguiendo el trazado mas liso para no coger ningún resalte. Se sube, pero con trabajo, porque mantiene constante el desnivel. Cuando llego al final de la recta confiando en que allí termina, veo que el carril continúa subiendo hacia la derecha y todavía queda otro tramo hasta el repetidor. En la curva observo que el ciclista que sube delante mía es Carlos C. Cuando llego a su altura y voy a saludarlo no tengo ni aire y casi me caigo sobre él. Me dice que es su segunda serie, y que, para mi consuelo, si pienso subirla de nuevo, la segunda se hace mejor que la primera. Tiramos para abajo, él por una trialera que hay alrededor del repetidor y yo por donde mismo he subido. Empiezo mi segunda subida, esta vez con un piñón menos y más tranquilo: menos adrenalina, más sosegado por el esfuerzo anterior y conociendo ya dónde están los puntos de mayor inclinación e intensidad. Llegando arriba nos cruzamos con Dani, que empieza a bajar. Efectivamente esta segunda vez me ha costado menos que la anterior. Pero cuando llego a las antenas me tengo que parar a respirar. Carlos me enseña la trialera, pero decido dejarla para otro día y vuelvo a bajar por el mismo sitio. Abajo me despido de él: me vuelvo para Jerez con mi objetivo cumplido y Carlos se queda para hacer otra serie más. Por la cañada miro hacia atrás y veo a media cuesta un pequeño maillot naranja repechando metro a metro.
(Ver perspectiva)

1 comentario:

  1. En la foto de la perspectiva, la sensación de altura y pendiente no es realista, parece una pendiente con un desnivel infimo, o sea, no de miedo, cosa que al verte de frente a la cuesta es todo lo contrario.

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