
A mitad de la ruta que hemos hecho hoy por Morabita, existe una subida asfaltada a la izquierda de la carretera, que en su día bauticé como "Panzaburra" (Berango), sin pensar que desafortunadamente ese nombre se iba a generalizar entre los aficionados a la bici, llegando incluso a perpetuarse en el Google Earth. Por lo que parece conveniente denominarla de otra manera, más adaptada al rico vocabulario ciclista: si a alguien se le viene a la mente otro nombre más acertado, sólo tiene que proponerlo y bienvenido sea.
En esta preciosa y corta tarde de otoño (ni llovió ni ná), Juanma propone Morabita, Pepe lo confirma y a Juan no se le ocurre ni rechistar (y más, después de lo ocurrido el día de la "Ruta Increible"). Nos fuimos a buscar a Javier por la Avenida, que es por donde siempre coge, pero no quiso aparecer. Rafa Lomas se paró un momento a descentrar el freno trasero, para que la rueda fuera pillada y darnos así un poco de ventaja. De otra manera dice que pierde interés y se aburre. Y así nos llevó todo el camino, escuchando siempre la misma música, como un disco rayado. Manolo tampoco quiso echarle aceite a la cadena, para mejorar su concentración en condiciones adversas, martirizado por el constante crujido de los eslabones entre los piñones, con un mayor índice de rozamiento y pérdida de deslizamiento. Y el trío musical lo completaba Diego, que con su tiquitiqui habitual era quien marcaba el ritmo (el ritmo musical, no el de pedaleo, como la batería en un conjunto. Pero dice que pronto va a cambiar de instrumento y se va a buscar un Stradivarius). Con esa musiquilla llegamos hasta la Panzaburra, donde todos los tontos subieron y a nadie le dio por decir eso de... "si hay que subir se sube, pero subir por subir... es pa ná". Yo creo que suben sólo para después bajar. Y así, a la chita callando, llegamos hasta la curva. Algunos insinúan volver, pero como ninguno se aclara y nos queda una hora de luz, decidimos llegar hasta Casablanca. Justo cuando nos damos la vuelta, lo típico: el vientecito de cara (¡Ahora sé por qué iba yo tan bien a la ida!). Pero entre unos y otros , entre acelerones y bandazos, llegamos a Jerez con la luz justa y los pilotos encendidos.
Lo mejor (después de la tarde y la salida en grupo, por supuesto), los 23 y pico de media que nos salieron en unos 45 k. Por carretera, sí. Pero la media es la media.
¿ Cambiar el nombre a la Panzaburra ? ! Sacrilegio ! Ese nombre es santo y seña del grupo.
ResponderEliminarPa'mi, lo mejó fué el cafelito despues del palizón.
ResponderEliminarOs sigo con deleite; si quieres te indico otra cuesta que cogemos los de carretera y muchísimos bikers a la que mi subconsciente le hace denominarla "Los Frailes".La que espera a todos tras las rutas de la carretera de Medina ,según la pared Norte del Convento de La Cartuja.
ResponderEliminarMenos mal que arriba espera el llano de El Serrallo.
Un abrazo
M.Barroso