La Bicicleta Todo Terreno está en sus mejores momentos. Empezó como una "hermana pobre" de la de carretera. A nivel de competición todavía no ha logrado alcanzar los niveles de excelencia y difusión de aquella. Pero es evidente que las ventas de este tipo de bicicletas se han multiplicado con respecto a las de carretera. Por su versatilidad, comodidad, polivalencia y seguridad, son muchas las personas que deciden adquirir una BTT. Algunos hacen un uso ocasional de ella o la utilizan como un eficaz medio de transporte. Pero otros acaban (acabamos) profesando una auténtica afición a este deporte.
Aunque pueda parecer una exageración en realidad las razones para practicar BTT no son mil. Son más. Serían tantas como aficionados a este deporte existen. Cada cual tiene sus propias razones. Y todas son igualmente válidas. Unas, por frecuentes, las podemos imaginar. Otras se deducen de las muchas horas de conversación que la bici propicia. Alguna nos resultará sorprendente, pero no por eso será más o menos válida que las demás. En fin, tantas razones que podrían servir de base a un interesante estudio sociológico.
La que me resulta más habitual (rara es la salida que no la oigo) es la del café o cerveza del final. No son pocos los que llegan a asegurar que sólo salen por echar ese ratito. Esos quince o veinte minutos de tertulia se convierten en un bálsamo que remedia el calor o el frío pasado, los esfuerzos realizados contra el viento y las cuestas, o el agotamiento por los kilómetros recorridos.
La necesaria convivencia encuentra espacio en este tipo de actividad. Hay quien busca en estos grupos de aficionados a la BTT un lugar donde abrir su campo de amistades y hay quien encuentra su sitio en alguna de estas agrupaciones. Es una buena forma de relacionarse. Las reuniones habituales para salir en bicicleta favorecen la cohesión entre sus componentes y hacen que estos grupos, informales u organizados, hagan extensivos sus encuentros aun más allá de las propias salidas en bici. Pedalear en grupo establece fuertes vínculos con los compañeros, a veces más grandes que los que se consiguen en otros ámbitos de la vida.
Practicar deporte por el propio bienestar que ofrece, como prolongación de un hábito que adquirimos de jóvenes, o descubriendo a cualquier edad el placer que proporciona, son razones considerables para decidir montar en bici. A este deporte hay que añadirle ciertas ventajas: no se requiere gran experiencia previa ni habilidades técnicas especiales; no son necesarias unas instalaciones específicas, por lo que cualquier parque, camino o sendero vale; se puede practicar en cualquier fecha del año sin más limitación que la propia metereología; se puede pedalear solo o en grupo, pero sin tener que adaptarse a un número determinado de personas; cada cual establece su propio tiempo de actividad y planifica sus salidas; etc.
Las razones relacionadas con la salud han ido adquiriendo mayor peso cada vez, si no por sí mismas, unidas a otras de las anteriores o las siguientes. Así hoy son muchos los que practican ciclismo como hábito de vida saludable, como prevención de enfermedades, para evitar o compensar la obesidad, por prescripción médica, etc. Es preferible comprar un culote y unas cubiertas que gastarlo en medicamentos.
La salud mental merecería capítulo aparte. El estado de nirvana que conseguimos tras una buena ruta es sólo comparable a la plácida y serena felicidad en la que nada nos molesta, nada nos altera, no existen los problemas, ni las prisas, ni las iras. Todo se ralentiza y nada hay, en esos momentos, más importante que la semiinconsciencia que sobrevuela justo antes de que el sueño nos invada, cuando los párpados bajan involuntaria y lentamente por efecto de la gravedad. Más platón (plato grande) y menos prozac.
El contacto directo con la naturaleza que proporciona la bicicleta es incuestionable. Paisajes, vegetación, animales, colores, sonidos y fragancias son algunos de los alicientes que van apareciendo ante nuestros ojos por los caminos. Aquellos que pretenden descubrir parajes inéditos encuentran en la BTT el medio idóneo para hacerlo. Porque la bici aporta al mismo tiempo ligereza (como para pasar con ella por cualquier sitio prácticamente) y movilidad (capacidad de recorrer grandes distancias en poco tiempo). Se trata de una buena manera de ir conociendo y descubriendo desde el entorno más próximo hasta comarcas más alejadas o los espacios naturales de la región, ampliando la red hasta donde cada uno quiera llegar. Y todo de un modo bastante respetuoso con el medio ambiente.
Otra importante razón es la de quien encuentra en este deporte un cauce a sus inquietudes como aventurero, viajero o explorador. Son muchos los que no se conforman con recorrer una y otra vez los mismos caminos y necesitan buscar nuevas variantes, nuevos lugares, espacios poco o nunca transitados. Hay en ello varias satisfacciones. La primera es el infinito placer de ir adentrándose solo y por primera vez en un escenario nuevo, con la ilusión de qué horizonte hallará al remontar la siguiente curva. Luego el gozo de compartir con los demás los resultados de su tiempo dedicado a investigar sendas, ya sea recorriendo esos lugares personalmente, o virtualmente mediante mapas, libros o documentos. Gracias a ellos mitigamos la monotonía que supone realizar siempre los mismos trayectos.
A medio camino entre la búsqueda hacia fuera (nuevos territorios) y la introspección situaría a los peregrinos, quienes buscan sensaciones y experiencias desconocidas a través de la distancia, en unas condiciones especiales de austeridad, dureza o soledad.
La competitividad es otra de las razones fundamentales que sustentan toda práctica deportiva. Y en la BTT también se da, aunque sea en los estadios más básicos o de aficionado. Pero en el ciclismo competir no supone exactamente la participación de dos o más personas. Con uno mismo vale. La primera competición empieza con los propios límites. Conocer hasta dónde se es capaz de llegar se convierte en el primer reto de todo aficionado. Siempre estamos midiéndonos. No conozco ningún caso que, montando en grupo, se resista a compararse con los demás en la faceta que sea. Primero competimos con nosotros mismos, luego con los compañeros del grupo y más tarde con otros. Pero esa rivalidad sana estimula siempre la mejora de la condición física y de los resultados deportivos.
La competitividad es otra de las razones fundamentales que sustentan toda práctica deportiva. Y en la BTT también se da, aunque sea en los estadios más básicos o de aficionado. Pero en el ciclismo competir no supone exactamente la participación de dos o más personas. Con uno mismo vale. La primera competición empieza con los propios límites. Conocer hasta dónde se es capaz de llegar se convierte en el primer reto de todo aficionado. Siempre estamos midiéndonos. No conozco ningún caso que, montando en grupo, se resista a compararse con los demás en la faceta que sea. Primero competimos con nosotros mismos, luego con los compañeros del grupo y más tarde con otros. Pero esa rivalidad sana estimula siempre la mejora de la condición física y de los resultados deportivos.
Un paso más en esa competitividad, aún con uno mismo, lleva a algunos a buscar los límites máximos de su rendimiento deportivo. El hecho de que cada vez haya mas demandas de inscripción en las pruebas puramente competitivas (rallys, maratones, ultramaratones, pruebas por etapas, etc) que en las cicloturistas así lo atestigua. Hay quien necesita ir más allá: no sólo participar en la ruta, sino recorrerla en menos tiempo, o hacerla más larga, más dura, más selectiva. Son abundantes los ejemplos de pruebas que superan los 100 k. (por senderos), las que nos aseguran un desnivel positivo elevadísimo, las que se autodenominan Extrem, Ultra, Non Stop u otras que se desarrollan en condiciones adversas (en las arenas del desierto, por ejemplo). Citius, altius, fortius.
También están las razones turísticas o altruistas. Algunos pretenden dar a conocer las excelencias de su municipio o comarca, organizando rutas o difundiendo publicaciones, sin mayor beneficio que un montón de tiempo y trabajo a sus espaldas, y poniendo a disposición de otros su amplio bagaje de pistas y caminos por la zona.
En definitiva las razones pueden ser de muy diversa índole: sociales, deportivas, culturales, naturales,... y sobre todo, personales. La mayoría de las veces no existe una única razón, sino que aparecen mezcladas o combinadas. Personalmente me veo reflejado en la mayoría de las que he comentado anteriormente y no sabría decir en cuál de ellas pongo la prioridad. Lo cierto es que cada una de ellas y todas a la vez me ofrecen satisfacciones suficientes para seguir practicando este bello deporte.