MONTE DE LA CRUZ (O CRUZ DEL MONTE)

Pues sí, haciendo honor a la tradición, ayer fuimos a San José del Valle  y muchos subieron al Monte de la Cruz, tal como corresponde a un día tan señalado como es el Jueves Santo, tanto para los que profesan la fe en la religión católica, como para los que lo hacen en la de la MTB.

Algunos salieron antes por aquello de ir “p´alante despacito”.  Y volvieron con las mismas. Otros, la mayoría, salimos puntuales a la cita realizada por el “Jefe de los Marines”. Otro no quiso faltar a la cita, haciéndolo  en moto (¡ay! si su equipo hubiera corrido lo que él la noche anterior).  

A los habituales se unieron esta vez  otros de grupos amigos.  Total, una buena troupe… ¿Dónde estaría Angelmari?.

Llegamos a La Barca a ritmo sostenido, es decir, sin prisas, pero sin pausas o de "m. vieja" como diría uno que todos sabemos. Para entonces Paco ya se había comido y bebido todo lo que había pillado. Y es que tiene su mérito volver con más peso. 

Más adelante, en el tramo que hay antes de llegar a cruzar la carretera a Paterna, frente a la  subida hacia Gigonza, Tomás se cayó en una “rodá”. Al sufrimiento del sábado pasado, aumentado por el del jueves  y rematado por el del Barça, se le unió un golpe en la ya maltrecha rodilla esta vez. Y es que no hay como tener algo dolorido para que todos los porrazos vayan allí.  En su lamentable estado optó por  no subir al Monte, acompañándolo yo  en tan sabia decisión, cosa que mi nariz, espero, sepa agradecer.  Y mientras bajábamos vimos subir a compañeros de otros grupos y también a Riki, que había emprendido la ascensión por su lado más duro, como corresponde a una penitencia como Dios manda.  ¡Faltaría más!. Pudimos comprobar de cerca que eso de que es peor bajar del Monte de la Cruz que subir es una tontería,  que hasta ayer yo mismo mantenía. Créeme, Plaka. 

Arriba se juntaron un buen puñado, todos juntos y hasta revueltos,  como lo acreditan las numerosas fotos.  La ocasión bien lo merecía. Incluso esta vez subió Manolo Merca, que supongo que tendría hecha esa promesa si el Madrid le daba una satisfacción, como así fue.

Un buen desayuno abajo, en el pueblo, en compañía de "Kozano" y del "Compare frutero" fue la  mejor manera de esperar a los más esforzados de la ruta, quienes  llegarían en rosario con apenas tiempo de decir ¡ohjú!  y vámonos que nos vamos.

Una vez recompuesto el grupo, de lo que se ocupa y preocupa siempre de forma especial mi tocayo, F. Román, emprendimos el regreso, ahora  por detrás de la gravera, para hacerlo un poco más largo, aunque no hacía puñetera falta.

Llegando a La Suara, Riki vio con enorme sorpresa (y cabreo) como su funda, sus fundas, se habían vuelto a romper. Se lamentaba, y con razón, de que las anteriores aguantaron nueve años sin problemas y éstas ya van dos en menos de un año. Un  curso acelerado de mecánica, impartido por varios maestros a la vez, hizo posible, a pesar de Jesús Peña,  que el mayor de los Mateos pudiera regresar, aunque seguro que él hubiera sabido suplir las deficiencias del material con su fuerza natural.

Luego sería Antonio Acosa quien pinchara. Cambió la cámara y también perdía aire. ¡Vaya por Dios!. Llegaría hasta su casa metiéndole aire de vez en cuando. Digno de admirar, tú. Y si a eso se añade su larga inactividad bikera, más aún. 

Y para completar su mala racha, Tomás, otra vez Tomás, dio con sus huesos, ya mayores, en el suelo. Tuvo que ir “su santa” a recogerlo… aunque, digo yo: ¿qué culpa tiene ella?. En fin, que hay santas que son más que santas.

Luego,  algunos tendrían el buen gusto de celebrar tan excepcional día dando cuanta de algunas cervecitas frescas. Y es que tratándose de un día de penitencias…