26 de abril de 2015

RUTA DE LOS CAÑOS 2.015


En esta mañana dominguera de cielo de color panzaburra y, por lo tanto,  amarrado al teclado, voy a poner cuatro letras de la ruta de ayer, la de Los Caños con Juan Jiménez.
En esta ocasión dieciséis nos juntamos, a pesar de que el tiempo no presagiaba sol, ni tampoco lo echamos en falta. Hasta una leve llovizna a primera hora nos sirvió de regalo para apechugar más tarde con las cuestas, todas las cuestas, de la comarca de La Breña.  Es que Juan, al igual que la cabra, enseguida tira al monte.  Pero éste, además de invitar, acaba llegando el primero, lo cual, como un Martínez-Pujalte, es legal, aunque no ético. 
Como tantas otras, fue una ruta con algunos tramos nuevos, porque en la variedad está el gusto. Sitios con mucho encanto, pero más perdidos que “el barco del arroz”. 
Salimos de los Majales del Sol, aunque sin sol. Llegamos primero a la Torre de Meca, tras un primer pinchazo de Félix,  y luego a Barbate. Más tarde, a la marisma del Barbate, donde Francis se resistió todo lo que pudo a cambiar una goma (de igual marca que la de Féix), porque, según su copiloto de ayer, el bote de líquido debía taponar,  ya que  valía ¡¡¡12 euros!!! . Pero ni por esas.
A continuación, tras desandar lo andado, porque Juan buscaba una tablita por la que atravesar el río (menos mal que no la encontró)  por fin lo cruzamos  y fuimos por  unos bonitos y tortuosos senderos,  que nos llevarían  primero a Enmedio  y más tarde al Cerro del Abejaruco,  al que se llega mudando el color del rostro tantas veces como colores tiene el pájaro del mismo nombre, y  cuyo descenso nos sirvió para tragar saliva ante la inminente  subida a La Muela. En ésta  Félix demostró que va como un tiro; vamos,  como la economía española para De Guindos. Logró  llegar  el primero, lo que demuestra que éste es un deporte para ricos, ya que con unas ruedas de 1000 euros ¡así cualquiera!. Puedo asegurar que corre con la bici casi tanto como con el coche. A continuación, un rosario de perjudicados por una de las cuestas más joías, entre los que merece una mención honorífica don Ricardo Mateos, que llegó arriba sin  entrenamientos, con una supermochila y más vestido que un palmito. Espera a que coja la forma, Paco.  

                                              
Más tarde, en los saltos de agua de los antiguos molinos de Santa Lucía, fotos, fotos y fotos. Y enseguida… ¡a juí!, que ya esperaban los rampones de hormigón de La Barca de Vejer. Allí, Joaquín demostró que, a pesar de la inactividad, la juventud, bendito tesoro, no tiene precio. Y  tras él,  Félix , otra vez Félix,  y porque tuvo que parar por salida de la cadena nada más empezar.
El paseo por Vejer, ante muchos guiris, sirvió de antesala al descenso del Canuto, ayer más ciclable que nunca, a pesar de que los que recordamos la voltereta de Super Luis en otra ocasión, preferimos bajarla caso culeando.
                                   
El nuevo paso por la zona recreativa de San Ambrosio sirvió para afilar los cuchillos ante el último sprint, que nos llevaría al punto de encuentro, donde esperaban, éstos sí que saben, Antonio, Lomas, Juan y Pepe Montero con sus respectivas cervezas, quienes optaron sabiamente por el ¡a vivir que son dos días!.
Finalmente, la paella, a juzgar por las fotos (Félix y un servidor teníamos ayer la "condicioná" restringida), hizo honor a tan buen día  y tal vez fuera  el mejor broche que pudo ponérsele. 
¡Juan se lo curra pero que muy bien!. 

2 comentarios:

  1. Tú lo querias era estar a las 4 pa ver al Barca, canalla. Y Manolito decia que jugaba a las 8....Ya le ajustaré cuentas el Martes. Te doy la razón en cuanto a la belleza de la ruta y a Juan por currarselo de esa forma y encontrar esos senderos. Y pa la próxima más cuestas !

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  2. Desde luego, Diego. Mira que aseguraba que era a las 8. Menos mal que el tren traía retraso y pude verlo en el bar frente a la estación. Y luego el Betis en casa. A falta de paella bueno es el "furbo".

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