El 14 de mayo de 1996 participé en la
IV MARCHA CICLOTURISTA VILLA DE UBRIQUE. El recorrido era para
bicicletas de carretera, pero aceptaban la participación con BTT. El
grupo de los que llevábamos bicis de montaña suponía una representación
insignificante (creo recordar que unos siete, entre ellos una chica).
Hacía tiempo que tenía ganas de hacer una clásica por la sierra, y
aunque era todo carretera, me animé.
El recorrido era Ubrique - Benaocaz -
Villaluenga - Grazalema - Ribera del Gaidóvar - Embalse de Zahara -
Zahara de la Sierra - Pto. de las Palomas - Grazalema - Villaluenga -
Benaocaz - Ubrique. Todo el recorrido era neutralizado, a excepción de
la subida desde el embalse de Zahara al Pto. de las Palomas, que era
tramo libre.
Juan Antonio y yo nos integramos en un
amplio pelotón de "carreteros" donde había algo más que aficionados,
por bicis y por piernas. Recuerdo que lo primero que me impresionó fue
el ruido de las calas de carretera al enganchar y soltar. No tenía nada
que ver con las de montaña. Era un ruido más fuerte y seco. Y estar en
medio de unas ciento cincuenta personas sonando sus calas, asustaba un
poco. Al ser casi todo el recorrido neutralizado marchábamos todo el
tiempo muy cerca unos de otro, de manera que había que ir muy atentos a
los de delante. En varias ocasiones se oía gritar avisando de frenazos
con el consiguiente traqueteo liberando las calas. Hubo algunas
montoneras, pero sin consecuencias. Otro detalle llamativo fue observar
que a uno de los participantes le faltaba un brazo y subía y bajaba
como uno más del pelotón. ¡Eso es superación!
La subida de Ubrique a Benaocaz tiene
mucha pendiente, pero por asfalto y neutralizado se podía hacer con
relativa comodidad. Toda la manga de Villaluenga hasta Grazalema es más
fácil. La bajada por la Ribera, sin problemas. Y luego,
avituallamiento junto al embalse de Zahara, para afrontar la subida a
las Palomas. Yo ya había hecho anteriormente la subida desde el pueblo
en un par de ocasiones, por lo que conocía el puerto y sabía que
tardaría sobre una hora en subir. Pues nada, paciencia y a dar pedales.
Antes de llegar arriba venían bajando algunos que ya habían llegado y
volvían de vuelta a repescar a algunos de sus compañeros. En la cima
decían el puesto en que íbamos llegando. A mí me marcaron el 75º de la
general y 1º de los de BTT. Sin parar, el descenso hasta Grazalema,
pensando lo que debía agobiar bajar tanta pendiente con las ruedas
finas. A la salida de Grazalema en dirección a Villaluenga paramos a
comer. Luego quedaba el repechito hasta los Alamillos, llaneo hasta
Villaluenga y bajada de nuevo muy rápida hasta Ubrique.
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