16 de enero de 2011

II SEVILLA EXTREME 2003

El 12 de abril de 2003 un buen número de los que hoy todavía continuamos pedaleando participamos en la II edición de la Sevilla Extreme. Fernando D. nos había comentado y repetido la belleza y las excelencias de esta maratón por la Sierra Norte de Sevilla. Total, que nos animamos, hicimos la incripción y allá que nos fuimos. 
Esta vez el punto de partida era en la localidad de El Pedroso. El pueblo, que es pequeñito, había sido invadido de vehículos con sus bicis a cuesta, buscando aparcamiento en las calles y caminos próximos al campo de fútbol. Antes de salir comenzó a caer una fina lluvia que hizo que muchos cogiéramos los chubasqueros y quien no lo llevaba lo improvisara con bolsas de plástico, porque hacía un poco de frío. Pero puestos en marcha, el frío fue desapareciendo y al poco tiempo dejo de llover.

La primera parte del recorrido discurría entre unos preciosos bosques adehesados con muchos alcornoques. El suelo, a pesar de la lluvia, estaba en muy buenas condiciones, y el ambiente, con una ligera niebla, le daba un colorido espectacular al entorno. Todo estaba muy verde y con la ligera humedad de la reciente lluvia. Fue uno de los tramos más bonitos de los varios que había a lo largo de todo el recorrido. Al aproximarnos al Huéznar teníamos que cruzar el río, que iba con bastante caudal. 
Alguno decidió pasar montado pero la mayoría, viendo la altura a la que llegaba el agua, optamos por descalzarnos, remangarnos el culote y pasar con la bici sobre el hombro. Luego el recorrido discurría un largo tramo por la ribera, prácticamente paralelo al cauce del río, hasta una bifurcación que, en un primer paso, tomaríamos a la derecha para hacer un recorrido circular, pasar junto a Constantina y volver a realizar de nuevo el mismo tramo de la ribera del Huéznar hasta la bifurcación.Ya la segunda vez que llegábamos a la bifurcación del túnel nos dirigían hacia la izquierda, entrando en un estrecho senderito de unos 2 kilómetros, muy empinado, que había que subir en plato pequeño. Poco después llegábamos a Cazalla. A partir de aquí el camino comenzaba claramente a descender, aunque con subidas cortas intercaladas. Rodamos por carreteras locales de esas que van flanquedas por pequeños muros de piedras y atravesamos varias fincas dedicadas a la cría de ibéricos, muy abundantes por esta zona. Más adelante pasamos un bosque de castaños, con los troncos muy viejos y unas ramas nuevas muy largas y rectas. Y poco después llegábamos a la bajada más pronunciada y larga de toda la ruta, que terminaría junto al cauce de otro río, el Viar.
El paisaje en este tramo era más abierto y despejado, con amplias pistas por las que circulamos más relajadamente varios kilómetros, hasta llegar al pie de la subida a Las Jarillas. Esa subida la hicimos por el carril de un monte, con el suelo muy bacheado y duro, con mucha piedra suelta, y con varios tramos de fuerte pendiente que estaban escalonados, lo que hacía más soportable el ascenso. Al finalizar la subida había un avituallamiento, casi escondido, que me llamó la atención porque repartían "Huesitos" como barritas energéticas. Eso sí: era muy agradable de comer. Luego atravesamos unas extensas dehesas de alcornoques, sin grandes desniveles, pero que parecía que no se acababan nunca, porque llevábamos ya más de cien kilómetros. Y de ahí a meta, tranquilitos.
Finalicé en el puesto 368 de la general y 95 de mi categoría, de entre 870 participantes, con un tiempo de 8 horas y 7 minutos. Todo una delicia de ruta.

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