Día estupendo, sin calor ni viento. Unos 320 ciclistas en la salida con la bicis impecables.
Buena representación de jerezanos por allí. Que yo conozca: Diego, Andrés, Rafa V., Dani D., Carlos C., Joaquín, Alberto L., Francis, Alberto, Manuel L.
El entorno resultaba espectacular, aunque no sé si hubo oportunidad de disfrutarlo. Desde que entramos en la carretera de bajada a El Colmenar nos metemos dentro del bosque y ya prácticamente no lo abandonamos hasta llegar a los 5 últimos kilómetros de carretera. Como me habían comentado, el recorrido estaba muy roto: subidas duras, bajadas técnicas, pero realizables, muchísimas hondonadas con barro, y el arroyo de la Pulga para cruzar tanto de ida como de vuelta. Al final todas las piernas y las bicis llenas de salpicones. En definitiva, una ruta muy completa. Pero, entre el desnivel que se iba acumulando y lo quebrado del terreno, los 60 o 75 k. se hacen muy muy largos.
La organización se vuelca cada edición en los participantes: desayuno, avituallamientos sin límites, almuerzo, amabilidad y ánimos, fotos, duchas, lavado de bicis y hasta animadoras con pompones en mitad del bosque.
Al principio hubo algunos tapones, porque íbamos todos juntos y el sendero era estrecho y en subida. Después resultaba más fácil circular. El desvío del recorrido largo lo hice prácticamente solo. Aunque el paisaje resulta precioso durante toda la ruta, los primeros 4 k. de esa bajada me parecieron el tramo más bello de todo el camino, comparable a las imágenes que recuerdo de la Sevilla Extreme a su paso por la ribera del Huéznar. Al final íbamos ya muy separados unos de otros y casi nadie hablaba, guardando las últimas fuerzas para mover una pedalada más de plato chico. Pero, como siempre, todo se acaba: el agua de la mochila, las cuestas, las energías y el buen día que echamos.
Mi enhorabuena a todos los que habeis podido disfrutar de los montes en esta ruta.