28 de julio de 2011

POR ASFALTO

Jueves, 28 de julio.
Poco después del amanecer, tres esforzados madrugadores estábamos dispuestos a sacrificar alguna hora más de sueño con tal de saborear la fresca brisa de la mañana.Por Guadalcacín hacia N. Jarilla, Torremelgarejo y Jédula, hemos rodado a buen ritmo y con una buena tertulia. Charlando de mil y una cosas se van pasando los kilómetros sin enterarte, y cuando te das cuenta llevas 25 o 30. Entre Guadalcacín y N. Jarilla había mucho tráfico para la hora que era, pero a partir de allí se podía rodar más tranquilo, en paralelo y sin prestar tanta atención a los coches. Después del desayuno se nos unió otro ciclista hasta Jerez, volviendo por los mismos sitios de la ida. Y de esta forma nos han salido 63 kilómetros la mar de facilitos.
Rodar por carretera tiene sus ventajas: haces más kilómetros y la media es más alta (con lo cual, o tardas menos o en el mismo tiempo haces un recorrido más largo); si el ritmo es el adecuado no se producen picos de sobreesfuerzo, sino que la intensidad es más uniforme, por lo que se adquiere más y mejor fondo; no exige gran capacidad técnica ni habilidad (lo que es una ventaja para los que somos poco hábiles); teóricamente hay menos pinchazos y averías, puesto que el piso es más regular; también teóricamente hay menos accidentes (quizás más graves, pero con menor frecuencia), debido a lo anterior; cuando terminas, con darle un soplido a la bici basta para mantenerla limpia hasta el siguiente día, con lo que se ahorra en mantenimiento. Pero, como todo, también tiene sus inconvenientes: el principal, el tráfico y sus consecuencias (un elemento que no depende de nosotros mismos y con el que jugamos en franca desventaja. No voy a decir nada que ya no sepas...); la tensión y atención que hay que llevar cuando se rueda por carretera consume mucha energía además de que son difíciles de mantener durante un tiempo prolongado; los "carreteros" son más "elitistas", más "puristas" (cuidan enfermizamente el peso de la bici, la indumentaria, no soportan la visera del casco, está absolutamente prohibido usar mochilas de agua, te miran mal si no llevas las piernas depiladas, fueron quienes inventaron el término "globero", probablemente destinado a algún simplón con ruedas gordas, etc. Por el contrario, los beteteros van más a su aire, no están tan ceñidos al culto del deporte ni a sus reglas, les importan menos las marcas (ja ja), la ropa (je je), el aspecto general (ji ji). Salen a divertirse con los amigos más que a competir con ellos (siiiiiiiiiiii), a disfrutar del rato más que a mejorar el crono (ya ya), a deleitarse por los caminos más que a llegar a tal o cual destino. Aunque cada vez es más frecuente observar a beteteros que están adoptando la "ética" y la "estética" de los "carreteros": "tó se pega menos lo bonito". Y otra gran desventaja que hay que destacar es el contacto directo con el medio natural, que por carretera nunca es igual que por el campo. Que hay carreteras con un bello paisaje es indudable. Pero no son muchas. Y por cada una de ellas podemos encontrar un sinfín de preciosas pistas, senderos y carriles por cualquier lugar que nos movamos.
Una última ventaja le encuentro a la bicicleta todo terreno: está destinada para campo, pero tiene un uso polivalente, por lo que se puede rodar también por carretera. En cambio la de ruedas finas se limita exclusivamente al asfalto. En fin, cada cual es cada quien o "ca uno con sus caunás". Yo, aunque no le hago feos a la carretera, sigo prefiriendo el campo, por más trabajo que me dé.

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