Hoy nos hemos reunido cuatro impenitentes pedaleadores (Rafa V., Rafa P., Ppe y yo) con ganas de retar la incertidumbre metereológica, y conmemorando el Día de Andalucía, de modo que a cada uno nos tocaban dos provincias. A mí me han debido tocar Granada y Jaén, porque he estado toda la mañana arrecío. No sé a quién de los otros le habrá tocado Almería.
Como daban frío me pertreché con la indumentaria apropiada: pijama interior monopieza, culote de cuello alto, chaquetrenca cortavientos con capucha y botones de cuernecitos, braga de lana, calcetines de angorina, botas para la nieve (por si acaso), guantes cerrados hasta el codo, casco de litrona y gafas calefactables. Y detrás un paraguas sin mango, una rueda de repuesto, un boniato con miel, un teléfono sin guasa, el monedero y las llaves (una fija13-15 y otra de grifa). Po así y tó he pasado frío.
Para no hacer siempre lo mismo decidimos dirigirnos hacia Sanlúcar por la vía de servicio. Rafa V. propone no parar a desayunar ya que hay previsión de lluvias a mediodía. Nos ponemos en marcha por un asfalto húmedo, contemplando a ambos lados los extensos arrozales, unos completamente verdes y otros preparados para la siembra. Esquivar caracoles era una de las pruebas de habilidad de hoy, sobre todo a rueda de V. que pretendía llegar a Doñana sin bajar de los 28-30 de media. Menos mal que Pepe, que está a todas, nos dió unas lecciones prácticas de desmontaje de ruedas imposibles. A la vuelta, más caracoles y lombrices, muchas lombrices.
Una vez en Jerez, entre nublado y nublado, siento más frío que por la mañana. Lobato se viene a nuestro encuentro y terminamos la ruta con unos molletes, migando los dedos al calorcito de un café.
¡Ah! Se me olvidaba. El misterio del charco de sangre del cruce de Añina sigue sin resolverse.
ResponderEliminar