Ayer, Sábado de Pasíón cofrade, que no bikera, nos hemos
juntado un grupito para dar una vueltecita por la comarca del
sherry aguado durante un ratito. Sólo seis estábamos a la
hora prevista en el sitio convenido: los hermanos Mateos, Pepe Robert, Pepe
Montero, Juan y un servidor. Juan
terminó antes de empezar, así que solo cinco (vaya número) cuando el jueves fuimos más del cuádruple.
Será que la BTT es, como dijo Valdano del fútbol, un estado de ánimo y hoy no
estaba el horno para más bollos.
Cinco que nos pasamos media mañana mirando por si venía más gente y
la otra media al cielo por si llovía.
Tras una rápida deliberación de si nos mojábamos primero para el sur, el norte, el este o
el oeste (estaba claro que nos mojaríamos fuéramos para donde fuéramos),
tiramos para Nueva Jarilla. Y antes de llegar cambiamos el rumbo hacia el Circuito, huyendo de unos nubarrones, que amenazaban con derramarse en cualquier momento. La “Tormenta
Perfecta”, tú. Y ocurrió justo cuando llegábamos a la Venta Flores. Una
Venta, santo y seña en otro tiempo del buen comer de la zona y que, como tantas otras, han echado el cerrojo (ya debe estar
chunga la cosa que hasta los bares cierran). Solo sirve para que Riki dejara
ayer allí gran parte de “su carga”.
Así que, ante el fiasco, dimos la “volá de un cuervo viejo” y
llegamos al bar de Torremelgarejo, donde ofrecían el correspondiente
desayuno típico lugareño: “un cacho de pan con jamón mismo”.
Más tarde, y como quiera que empezó a llover con avaricia,
pasamos por el Circuito como si nos hubiéramos
escapado del mismo. Tanto que a los hermanos se les ocurrió refugiarse bajo unos
eucaliptos; y allí nos refugiamos todos, pero no se refugió nadie: los goterones eran de Gran Premio. O sea, que, como luego de perdidos… seguimos hacia Estella por la carretera (los
caminos serían ya canales) y desde allí al feudo de “la
Pelayo”. Las calles reflejaban una
lamentable parálisis generalizada y solo
un grupo de ponferradinos daban una pequeña nota de color a un pueblo-ciudad
descolorido por muchas cosas, o mejor dicho, por todas. Presagiaban los
puñeteros que se llevarían más tarde los tres
puntos en juego, como así ocurrió más tarde; cosa, por otra parte, ya habitual
con todos los que nos visitan. Y es que a
paro y a generosidad no hay quien nos gane. Algo es algo. Digo yo: si ya ni el
circo nos consuela… po que nos den. Menos mal que siempre nos queda el Barça (¿verdad Tomás?).
Bueno, a lo que iba: que al rato, cada mochuelo a su olivo y a disfrutar del descanso, que
también se agradece, aunque alguno llegara a tiempo de fregar los cacharros de
la cena de la noche anterior y hasta de hacer el almuezo sabatino. ¡Hay que joerse!
Nadie en Divina sabía
ResponderEliminarquién sería el arriesgado
tan audaz y tan osado
que a las nueve allí acudió.
Todos miraban parriba,
por si llegaba la lluvia.
“-Mira tú que si diluvia
y nos coge el chaparrón”.
“-¿Para dónde cogemos que no haya barro?
Porque como nos llueva cojo un catarro…”
Soy un hombre a quien el tiempo
no asusta ni me acongoja.
Soy un novio de los vientos,
de los charcos -no te miento-,
y del agua que remoja.
(Música de "El novio de la muerte")
Dedicado a los obstinados del sábado.