14 de diciembre de 2013

LA CAJA DE POLVORONES

Cada grupo es como un surtido de polvorones. Hay para todos los gustos:
quien va como un tiro y quien lo hace despacio pero sin tregua, quien aguanta y quien se arrepiente, quien sube, quien baja y hasta quien hace bien ambas cosas, quien te ofrece la rueda y quien chupa rueda, quien busca caminos nuevos y quien no sale de los viejos, quien lleva la bici impoluta y quien la tiene hecha un fósil, quien siempre va a la última y quien siempre va el último, quien busca el charco y quien huye de él, quien desayuna para salir y quien sale para desayunar, quien alarga y quien recorta, quien espera en los cruces y quien espera en la meta, quien cuenta cuántos salen y quien cuenta el tiempo que saca a los otros, quien se pierde por el chino y quien se pierde por el camino, quien ve las piedras como una diversión y quien las ve como obstáculos, quien mira atrás para ver si vienen y quien lo hace para calcular la ventaja, quien termina cansado y quien termina picado, quienes dan relevos y quienes dan hachazos, los de sábado y los de entresemana, los que llegan con la comida en el buche y los que salen merendados, los que entran y los que van saliendo, los tontos del bote y los tarados de la mochila, los que animan el cotarro y los que no abren el pico, los de café y los de descafeinado, los de cerveza y los de clarita, quien hace el afilador, quien baja escalones, quien sube piñones, quien siente un hambre repentina, quien canta la gallina, quien se baja como quiere, quien acaba chorrerando y hasta quien suda y no se moja.
Y así cada uno, con su toque de canela, vainilla o almendra, y una pizca de ajonjolí.

2 comentarios:

  1. Hombre Edmundo, te he echado de menos en la lista: quien aparece y quien desaparece. Firmado el de la bici-fosil.

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