Otra de las primeras clásicas que hicimos fuera de Jerez fue ésta: Los Túneles. Por
la Vía Verde de la Sierra (antiguo trazado de ferrocarril Jerez -
Almargen), comenzando en Puerto Serrano, llegamos hasta la estación de
Navalagrulla: poco más de 29 kms. de ida y los mismos de vuelta. El
recorrido fue prácticamente llano, sin ningún desnivel importante que
reseñar.
Durante
el primer tramo el camino discurre casi paralelo al río Guadalete por
bellos paisajes y más adelante va próximo al Guadalporcún. Cada cierto
tiempo nos encontramos un túnel: hasta 20 cruzamos nosotros, la mayoría
de corta distancia, pero alguno de 1 km. aproximadamente. (¡Y todavía
quedaban otros 10 antes de llegar a Olvera!). Al principio ir
atravesando túneles resultaba divertido y novedoso. Era la "salsa" de la
ruta. Pero los túneles iban aumentando en longitud, y cuanta mayor era
la distancia, menor era la visibilidad en su interior. Al fondo se veía
la luz de la salida, pero dentro sólo las siluetas de los que
marchábamos. La entrada de uno de ellos estaba casi completamente
colmatada de tierra, por lo que tuvimos que bajarnos y pasar de uno en
uno, medio agachados y tirando de las bicis.
Hasta
que llegamos al túnel más largo, que además de tener cerca de 1 km. de
longitud total, está en curva, por lo que al poco de entrar ya no se ve
absolutamente nada, ni tan siquiera la luz de la salida. En la
actualidad están iluminados. Tienen incluso un sistema de sensores
automáticos a cada tramo, para ir encendiéndose al paso de los
viandantes. Pero en aquel momento no había nada de eso. Recuerdo que no
veía nada. Iba concentrado en el ruido de las bicis para orientarme. Y
hasta le dije a Cecilio (que iba justo delante mía) que se pusiese a
hablar para seguir por el mismo sitio y no tropezar si se paraba por
cualquier motivo. Menos mal que el suelo, al menos, estaba casi liso.
Había cascotes, pero cerca de las paredes, lo que nos hacía darnos
cuenta si nos estábamos acercando demasiado a los lados. Resultaba
bastante agobiante por la imposibilidad de prevenir los obstáculos. Y
tras varios minutos así llegamos a la ansiada luz.Cuando llegamos junto a
Zaframagón nos desviamos a la derecha para acercarnos al pie al pie del
Peñón, junto al arroyo, intetando ver más de cerca algún buitre. Continuamos hasta la antigua estación de Navalagrulla, donde paramos para comer.
En
un momento que Porrones se había retirado, le metimos en uno de los
guantes (eran guantes cerrados) una pequeña culebra muerta que había por
allí. No le dijimos nada y cuando se los puso tampoco notó nada
extraño. Los demás nos partíamos de risa y él ya se estaba mosqueando.
Cuando por fin se lo dijimos, se quitó los guantes de un tirón... ¡y
empezó a maldecir de todos nosotros, de nuestra familia y de nuestros
antepasados, por esa boquita...!
Al terminar decidimos no continuar hasta Olvera y volver porque
amenazaba lluvia. De regreso, por el mismo sitio, nos pusimos
chorreando. La tarde se cerró y dudábamos entre continuar o esperar
dentro de uno de los túneles. Pero como no tenía ninguna pinta de
escampar decidimos continuar. Y acertamos, porque no paró y nosotros
tampoco hasta los coches. Terminamos empapados y así nos fuimos.
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