24 de octubre de 2010

LOS TÚNELES (LOS INICIOS III)

Otra de las primeras clásicas que hicimos fuera de Jerez fue ésta: Los Túneles. Por la Vía Verde de la Sierra (antiguo trazado de ferrocarril Jerez - Almargen), comenzando en Puerto Serrano, llegamos hasta la estación de Navalagrulla: poco más de 29 kms. de ida y los mismos de vuelta. El recorrido fue prácticamente llano, sin ningún desnivel importante que reseñar. 
 Durante el primer tramo el camino discurre casi paralelo al río Guadalete por bellos paisajes y más adelante va próximo al Guadalporcún. Cada cierto tiempo nos encontramos un túnel: hasta 20 cruzamos nosotros, la mayoría de corta distancia, pero alguno de 1 km. aproximadamente. (¡Y todavía quedaban otros 10 antes de llegar a Olvera!). Al principio ir atravesando túneles resultaba divertido y novedoso. Era la "salsa" de la ruta. Pero los túneles iban aumentando en longitud, y cuanta mayor era la distancia, menor era la visibilidad en su interior. Al fondo se veía la luz de la salida, pero dentro sólo las siluetas de los que marchábamos. La entrada de uno de ellos estaba casi completamente colmatada de tierra, por lo que tuvimos que bajarnos y pasar de uno en uno, medio agachados y tirando de las bicis. 
Hasta que llegamos al túnel más largo, que además de tener cerca de 1 km. de longitud total, está en curva, por lo que al poco de entrar ya no se ve absolutamente nada, ni tan siquiera la luz de la salida. En la actualidad están iluminados. Tienen incluso un sistema de sensores automáticos a cada tramo, para ir encendiéndose al paso de los viandantes. Pero en aquel momento no había nada de eso. Recuerdo que no veía nada. Iba concentrado en el ruido de las bicis para orientarme. Y hasta le dije a Cecilio (que iba justo delante mía) que se pusiese a hablar para seguir por el mismo sitio y no tropezar si se paraba por cualquier motivo. Menos mal que el suelo, al menos, estaba casi liso. Había cascotes, pero cerca de las paredes, lo que nos hacía darnos cuenta si nos estábamos acercando demasiado a los lados. Resultaba bastante agobiante por la imposibilidad de prevenir los obstáculos. Y tras varios minutos así llegamos a la ansiada luz.Cuando llegamos junto a Zaframagón nos desviamos a la derecha para acercarnos al pie al pie del Peñón, junto al arroyo, intetando ver más de cerca algún buitre. Continuamos hasta la antigua estación de Navalagrulla, donde paramos para comer.
En un momento que Porrones se había retirado, le metimos en uno de los guantes (eran guantes cerrados) una pequeña culebra muerta que había por allí. No le dijimos nada y cuando se los puso tampoco notó nada extraño. Los demás nos partíamos de risa y él ya se estaba mosqueando. Cuando por fin se lo dijimos, se quitó los guantes de un tirón... ¡y empezó a maldecir de todos nosotros, de nuestra familia y de nuestros antepasados, por esa boquita...! Al terminar decidimos no continuar hasta Olvera y volver porque amenazaba lluvia. De regreso, por el mismo sitio, nos pusimos chorreando. La tarde se cerró y dudábamos entre continuar o esperar dentro de uno de los túneles. Pero como no tenía ninguna pinta de escampar decidimos continuar. Y acertamos, porque no paró y nosotros tampoco hasta los coches. Terminamos empapados y así nos fuimos.

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