6 de abril de 2011

EN FAMILIA

Martes, 5 de abril.
Pues eso. Que después de habernos acostumbrado a ver tantos beteteros en la salida, hoy que nos juntamos sólo doce parece que estemos en familia.
Ya en la misma Constancia Francisco se da cuenta de que una de las válvula pierde aire y decide no arriesgarse. Quedamos 11. Fernando marca la ruta, una variante a la clásica de Los Tollos: Santa Rosa - Cuadrejón - Tollos - Romanina - Cruce cochinos - Canal de N. Jarilla - Cantera del Trobal - Ctra. de Guadalcacín a N. Jarilla - Carril de servicio de la autopista - Jerez.
Día completamente nublado, poco viento y sin muchas ganas de guerra. Ruta apacible, aunque el pelotón marcha estirado y con reunión en los puntos acostumbrados. Por Sta. Rosa las ruedas salpican tierra, que parece que está chispeando desde abajo. Antes de llegar al Cuadrejón damos alcance a dos ciclistas: son Dela y Manolo el de "El Artesano", quienes continúan con nosotros prácticamente todo el camino. Otra vez 13. Entre el cruce de los cochinos y Nueva Jarilla (justo antes del antiguo cementerio), torcemos a la izquierda, para incorporarnos al canal. Ahí se separan cinco que siguen más tranquilos hasta Jerez. Quedamos 8. A partir de los canales Fernando empieza a marcar un ritmo creciente (por donde el terreno lo va permitiendo). Hay algunos patinazos pero sin más consecuencias. Y al llegar al tramo de carretera todavía lo aumenta más (Ojo: a base de molinillo con el plato mediano), y los demás "arruea" "ajogaitos". Le pregunto qué mosca le ha picado y me dice que es para quitarnos pronto de la carretera (y tan pronto). Por el carril de servicio de la autopista Fernando ha aflojado, pero ahora los que aprietan son Crespo y José Manuel Soto (que ahora, además de a la música y a los toros, también se dedica a la bici. Es broma. Es un chaval que se incorpora nuevo al grupo y que lleva tres días montando en bici). Pues bueno, si hay que morir pues moriremos en el intento. Pero... ah esperanza de los moribundos, ah tabla de salvación para los naúfragos, ah diosa de la fortuna... De repente, como maná bajado del cielo, aparece un rebaño de lindas ovejitas ocupando el carril completamente de lado a lado. No hay más remedio que parar y seguir tras ellas un trecho. Y con las ruedas llenas de cagarrutas llegamos a Jerez.

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