19 de octubre de 2014

LOS CAÑOS EXTREME´14


En una mañana de primavera, tal vez la última de este año, nos ha llevado Juan Jiménez por esos parajes, que, no por frecuentados, dejan de tener mucho encanto. Incluso el tan temido levante prefirió retrasarse veinticuatro horas. Mejor.

En esta ocasión nos dirigimos primero por una fuerte pendiente hacia  la Torre del Tajo, dejando a un lado la de Meca, que, por cierto, nunca acabamos de visitar, por muy cerca que pasemos siempre de ella (Juan, tenemos que repetir pronto). Luego, cómo no, de las fotos en el mirador, donde uno de los palos que hizo de asiento improvisado se movía y nos dejaba el cuerpo cortado y el alma helada, nos lanzamos hacia Barbate. A estas alturas ya las primeras escaramuzas de los “fuguillas” nos habían dejado a los más Delikados, Manteka´s y  MV rezagados. La selección natural de la que hablaba Darwin.

La Marisma del Barbate hoy estaba de bote en bote. La marea alta ofrecía unas estampas extraordinarias, como la del blanquisimo Vejer reflejado en sus transparentes aguas. Muy bonito, la verdad. De postal.
Luego de tanta placidez, iba siendo ya hora del "cachondeo":  subimos a Vejer por la cuesta a la que yo llamo la de la Romería (no sé su verdadero nombre), por transitar por ella la Patrona en una popular fiesta que presenciamos en nuestra primera visita Se trata de una pista en cuesta "pa´arriba", que parece no terminar nunca, aunque esta vez llegamos hasta el carril  entre pinos que  tanto gustó a Angelmari la vez anterior y que conduce a la carretera. No había pérdida. Aún así, algunos se despistaron siguiendo a otro grupo que antes nos adelantó. Un par de los nuestros fueron a buscarlos y, como suele suceder, se perdieron también. Tras el lógico contratiempo subimos por asfalto a Vejer y  nos reagrupamos todos en una rotonda, que es lo menos que se despacha en rotondas;  más bien parecía una redondelita. Y  bajamos a continuación, no todos por supuesto (hay quienes aún se quieren un poquito), por la calzada romana, que hace dos mil años estaría mejor  que ahora, porque apenas se puede circular,  ni siquiera andando. 
Más tarde, subimos a La Muela por su lado más canalla. Ese que para los chavales es una diversión, y para los que pintamos canas hace  mucho tiempo no deja de ser un calvario. Menos mal  que el abundante agua a continuación en Santa Lucía o Batán nos alivió del sofocón. Es de apreciar el acueducto romano entre una vegetación exuberante,  que  alimentaba a siete molinos en el siglo XV, dicen.
   
Luego  no podía faltar,  porque no sería lo mismo, el rampón de la Barca de Vejer o Venta Pinto, donde cada uno dio lo  que le quedaba,  que en algunos casos era ya menos que los fondos de Bankia tras el saqueo de las tarjetas jop…. Francis bike se lamentaba y con razón, doy fe de ello, de que se cebara la mala suerte con él en la subida. Una vez Tomás y otra el cambio (¿a que mecánico irá?) le molestaron lo suficiente como para impedirle disputar el sprint especial.  Manolomerca  ya se las prometía muy felices, de no ser porque unos niñatos impresentables no estaban hoy por regalar nada. Con los mayores no se hace eso. Vaya educación que les habrá dado su "pare".
Allí arriba, nuevo reagrupamiento y vámonos despacito para El Canuto, que hoy estaba casi ciclable por la limpieza y desbroce de que ha sido objeto. Tanto es así que ya no parece el mismo Canuto, sino el Canuto Light, tan lejano a aquel que terminaba con alguno en lo más profundo de la zanja próxima al pozo. Y  como quiera que la hora de la  cerveza acuciaba, tiramos para los coches por el camino más corto, es decir, privándonos de los “ventiladores” y posterior Palomar. Bueeeno, otra vez será.
En el último tramo  los más fuertes se pusieron a tirar como posesos y, una vez más, allí estaba Tomás dejando el pabellón casi sexagenario en muy buen lugar. Gracias, maño. 
Ya en los coches, tras los típicos y tópicos comentarios,  con la alegría por la ausencia de infortunios (excepto lo de Francis, claro está), el flipe de los Manteka´s por la ruta y tras comprobar cómo  algunos hasta caen en llevar una ducha portátil (colmo de la metrosexualidad), cada mochuelo se fue para su olivo, salvo Carlos que le ha tomado gusto al del propio Juan. O para su cervecita fresca. Pero antes quisimos reconocer y agradecer por enésima vez a Juan que nos haya llevado, y muy bien llevados, por sus dominios. Y es que estar pendiente de todo y de todos y de cada uno no es fácil, máximo siendo como somos cada uno hijo de nuestro  padre y de nuestra madre.

3 comentarios:

  1. Estupenda ruta y compañía, agradecer al organizador por la belleza del paisaje.

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  2. Mucho hablar de la ducha del metrosexual de la zorra y no dices nada del tanga del que nos hizo la primera foto, Fernandito.....Que no parabais de pedirle que repitiera una y otra vez la misma foto...jijiji

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  3. Jajaja, Diego. Desde luego, menudo tipito malagueño. Como decía el torero: "hay gente pa to" o como gusta de decir a un amigo mio viendo a muchos de nuestros políticos: "¿dónde está el sentido del ridículo?.

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