En una mañana de primavera, tal vez la última de este año,
nos ha llevado Juan Jiménez por esos parajes, que, no por frecuentados, dejan
de tener mucho encanto. Incluso el tan temido levante prefirió retrasarse
veinticuatro horas. Mejor.
En esta ocasión nos dirigimos primero por una fuerte pendiente
hacia la Torre del Tajo, dejando a un
lado la de Meca, que, por cierto, nunca acabamos de visitar, por muy cerca que
pasemos siempre de ella (Juan, tenemos que repetir pronto). Luego, cómo no, de
las fotos en el mirador, donde uno de los palos que hizo de asiento improvisado
se movía y nos dejaba el cuerpo cortado y el alma helada, nos lanzamos hacia
Barbate. A estas alturas ya las primeras escaramuzas de los “fuguillas” nos
habían dejado a los más Delikados, Manteka´s y MV rezagados. La selección natural de la que hablaba Darwin.
La Marisma del Barbate hoy estaba de bote en bote. La marea
alta ofrecía unas estampas extraordinarias, como la del blanquisimo Vejer
reflejado en sus transparentes aguas. Muy bonito, la verdad. De postal.
Luego de tanta placidez, iba siendo ya hora del "cachondeo": subimos a Vejer por la cuesta a la que
yo llamo la de la Romería (no sé su verdadero nombre), por transitar por ella la Patrona en una popular fiesta que presenciamos en nuestra primera visita. Se trata de una pista en cuesta "pa´arriba", que parece no terminar nunca, aunque
esta vez llegamos hasta el carril entre pinos que
tanto gustó a Angelmari la vez anterior
y que conduce a la carretera. No había pérdida. Aún así, algunos se
despistaron siguiendo a otro grupo que antes nos
adelantó. Un par de los nuestros fueron a buscarlos y, como suele
suceder, se perdieron también. Tras el lógico contratiempo subimos por asfalto
a Vejer y nos reagrupamos todos en una
rotonda, que es lo menos que se despacha en rotondas; más bien parecía una redondelita. Y bajamos a continuación, no todos por supuesto (hay quienes aún se quieren un poquito), por la
calzada romana, que hace dos mil años estaría
mejor que
ahora, porque apenas se puede circular, ni siquiera
andando.
Más tarde, subimos a La Muela por su lado más canalla. Ese que para los chavales es una diversión, y para los que pintamos canas hace mucho tiempo no deja de ser un calvario. Menos
mal que el
abundante agua a continuación en Santa Lucía o Batán nos alivió del sofocón. Es de apreciar el acueducto romano entre una vegetación exuberante, que alimentaba a siete molinos en el siglo XV, dicen.
Luego no podía faltar, porque no
sería lo mismo, el rampón de la
Barca de Vejer o Venta Pinto, donde cada uno dio lo que le quedaba, que en algunos casos era ya menos que
los fondos de Bankia tras el saqueo de las
tarjetas jop…. Francis bike se lamentaba y con razón, doy fe de ello, de que se cebara la mala suerte con él en la subida. Una vez Tomás
y otra el cambio (¿a que mecánico irá?) le molestaron
lo suficiente como para impedirle disputar el sprint especial. Manolomerca ya se las prometía muy felices, de no ser porque unos
niñatos impresentables no estaban hoy por regalar nada. Con los mayores no se hace eso. Vaya educación que les habrá dado su "pare".
Allí arriba, nuevo reagrupamiento y vámonos
despacito para El Canuto, que hoy estaba
casi ciclable por la limpieza y desbroce de que
ha sido objeto. Tanto es así que ya no parece el
mismo Canuto, sino el Canuto Light, tan lejano a aquel que terminaba con alguno en lo más profundo de la zanja próxima al pozo. Y como quiera que la hora de la cerveza acuciaba, tiramos para los
coches por el camino más corto, es decir, privándonos de los “ventiladores” y
posterior Palomar. Bueeeno, otra vez será.
En el último tramo los más fuertes se pusieron a tirar como
posesos y, una vez más, allí estaba Tomás dejando el pabellón casi sexagenario
en muy buen lugar. Gracias, maño.
Ya en los coches, tras los típicos y tópicos comentarios, con la alegría por la ausencia de infortunios (excepto lo de Francis, claro está), el flipe de los Manteka´s por la ruta y
tras comprobar cómo algunos hasta caen en llevar una ducha
portátil (colmo de la metrosexualidad), cada mochuelo se fue para su olivo, salvo Carlos que le ha tomado gusto al del propio Juan. O para su cervecita fresca. Pero
antes quisimos reconocer y agradecer por enésima
vez a Juan que nos haya llevado, y muy bien
llevados, por sus dominios. Y es que estar pendiente de todo y de todos y de cada uno no es fácil, máximo siendo como somos
cada uno hijo de nuestro padre y de nuestra
madre.
Estupenda ruta y compañía, agradecer al organizador por la belleza del paisaje.
ResponderEliminarMucho hablar de la ducha del metrosexual de la zorra y no dices nada del tanga del que nos hizo la primera foto, Fernandito.....Que no parabais de pedirle que repitiera una y otra vez la misma foto...jijiji
ResponderEliminarJajaja, Diego. Desde luego, menudo tipito malagueño. Como decía el torero: "hay gente pa to" o como gusta de decir a un amigo mio viendo a muchos de nuestros políticos: "¿dónde está el sentido del ridículo?.
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