Ayer sábado 18 de
febrero hicimos la tan deseada ruta de la Sierra Norte de Sevilla, en esta ocasión acompañados de un grupo de amigos de Rafael Santos.
En primer lugar nos deleitamos con el extraordinario aperitivo del Sendero de los
Castañares, que siempre ofrece una
estampa inigualable, a pesar de que no es el de ahora tiempo de castañas.
Poco después
llegamos al carril que parte del Jardín Botánico El Robledo para, tras un largo
descenso, pasar por una cortijada, que
afortunadamente tenía los candados abiertos, y descendimos a un puente que cruzamos sorteando la corriente
de las últimas lluvias buscando la ribera del Huéznar. Al fin la alcanzamos, pero en el punto en el que se vadea para llegar a Fábrica de El Pedroso. Por tanto, debíamos retroceder hasta tomar el desvío antes de cruzar el puente antes dicho. Desde allí seguimos entre abundante
vegetación de ribera y alcornocal hasta el Molino del Corcho, primero, y el
Puente de Castillejo, después. Luego de cruzar éste, subimos a Cazalla por el
Camino Viejo, que ha sido rehabilitado recientemente, ganando en
ciclabilidad, aunque perdiendo en encanto.
En la plaza del pueblo de Cazalla y frente a la Parroquia de Ntra. Sra. de la
Consolación nos avituallamos y comentamos la dura ascensión, mientras a mí se
me agolpaban los recuerdos de una bonita niñez en aquellas plaza y calles.
Luego
emprendimos el regreso, en esta ocasión
por donde mismo habíamos llegado, en
lugar de hacerlo por Las Laderas, como en otras ocasiones.
Más tarde, y antes de tomar la Via Verde, un pinchazo al pie
de la carretera vieja que baja de Constantina y llega a Cazalla, hizo que estuviéramos a punto de ver
pasar a los Valverde, Contador, etc., que disputaban la cuarta etapa de la
Vuelta Ciclista a Andalucía. No los pudimos ver, aunque tampoco ellos a nosotros (¡ea!).
Comenzamos la Vía Verde de la Sierra y pasamos por Isla Margarita para emprender a continuación un
rápido ascenso hacia el Cerro del Hierro. Tan rápido, que dejamos atrás, sin la
preceptiva parada, el Batán de las Monjas, primero, y El Martinete, luego. Nos
faltó asomarnos a las cascadas del
Huéznar. Y es que cuando de disputar un sprint especial se trata nos volvemos como locos, pero sin el como. Otra vez será cuando paremos en tan excepcional pueblo de "maruchos" (gentilicio de San Nicolás del Puerto).
En el Cerro del Hierro hicimos el recorrido típico por el
sendero habilitado hasta descender a la gruta principal y emprendimos el regreso luego de las obligadas fotos. En esta
ocasión, sería rodeándolo por la parte sureste.
Luego de unas fuertes subidas y
bajadas en las que Paco y Fran dijeron acalambrados ¡basta!, llegamos con dudas al Camino del
Mojón Blanco y luego a la dehesa del Cordel de Extramadura, por el que alcanzaríamos
el Mirador de Cerro Negrillo. Desde ahí, un vertiginoso descenso por la
carreterilla nos llevaría a los coches, donde nos esperaban los cariñosos mastines
que habíamos dejado guardándolos.
Una vez vestidos y medio aseados, bebimos bien y comimos
mejor en la cuidada y entrañable fuente cercana a la Ermita en la que la Virgen parece
velar por la belleza de tan singular lugar. Allí nos pusimos como quisimos con los chicharrones y quesos
de Francis y la mega tortilla de Paco “El Calambres”.
Tras citarnos en Lora para el merecido cafelito, nos despedimos
con la unánime impresión de que había
sido un día muy bueno en todos los sentidos y quedamos emplazados para un mes y
pico más tarde hacer la II Ruta del Agua de Sevilla o de El Ronquillo. Otra de esas rutas, como
la de hoy, que quien se la pierda difícilmente puede encontrar consuelo en que
se la cuenten. No obstante, aquí estaremos juntando letras porque a falta de pan...
Preciosa la ruta Fernandito, hoy más que nunca, probablemente por lo bonito que estaba el terruño.Todo un privilegio llevar un guía como tú. A por la próxima! !!!!!
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