16 de agosto de 2018

BIKERS y BIKERAS



Esta  mañana hemos dado una vueltecita por el cortijo Guerra para salir al Meadero de la Reina (preludio de lo que sucedería más tarde) para desayunar (¡faltaría más!) en la Venta El Paquete y regresar por Bolaños. Y todo por hacer posible que José María se hartara (o quizá  no) de echar fotos y por hacer tiempo para un par de postreras cervezas en La Teja, donde se come mucho y barato, como en el pueblo, según Joaquín.

Y cuando llegamos a La Teja nos ocurrió lo más sustancioso del día primero después del día de la Virgen: tropezamos con un nutrido grupo de féminas en bici. Bikeras, creo, que de inglés tampoco   sé nada. Muchas, diversas y variopintas ellas.  De diversos grupos que se citan para quedadas. Admirable. Unas jóvenes, otras menos (nunca viejas); unas finas, otras no tanto (nunca gordas); unas feministonas y de la LGTBI, otras modositas; unas de zumo, otras de macetas de cerveza. Pero todas ellas  embutidas en sus maillots y culotes paseando su derecho justo e irrenunciable a ser  personas libres y amantes del deporte y de la naturaleza. Eso está bien. Ni antes ni después que los hombres, sino al mismo tiempo que ellos.

No obstante, es  obvio que no somos iguales, ni falta que hace. En la diversidad está  la virtud, que podría haber dicho Aristóteles, por ejemplo. Y prueba de ello es que de inmediato surgió la respuesta del primer machirulo que corrió a hacerse una foto con todas ellas.  Saltó al ruedo Juan Lozano, haciendo de macho alfa para disfrute de ellas y envidia de ellos y tentando la suerte de que su mujer se entere. 

Luego, en justa correspondencia, varias de ellas, las más lanzadas, quisieron devolver la visita e insistieron en hacerse otras fotos en nuestro campo. Accedimos como caballeros que somos, mientras presumíamos de tener en nuestras filas a Rosi, como señal de que hombres y mujeres juntos (que no revueltos) tienen mucho, todo, que compartir. Y ahí está el fin de todos los males relativos al género.

Total, que entre cervezas y  jijis y jajas pasamos un rato entretenido hasta que nos despedimos, no sin antes alguno intercambiar móviles con las miembras de tan singular grupo (Tacones Bike se llaman) con la equipación también rosa como la de los Mantekas,  afortunada casualidad.  

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