Las blanduras que cubren las cepas ahora en verano con una delgada capa de rocío de la madrugada hacen que nuestra salida a estas horas de la mañana sea bastante fresca y que tan sólo bajar la cuesta de Pinosolete llevemos ya las barras de la amortiguación y las espinillas cubiertas de una fina película de polvo.
Ponemos rumbo a Chiclana abreviando camino por la carretera de Bolaños. Manolo, viendo por el rabillo del ojo que todos vamos detrás, va progresivamente aumentando la velocidad hasta alcanzar los 31 k/h al llegar al cruce del carril de la finca La Zarza. El ritmo se alivia por los carriles del Corredor Verde del Parque de Las Cañadas, paralelos luego a la carretera del Marquesado y continuando por el C. Dos Bahías con dirección a Medina. Tras cruzar el Arroyo Zurraque (ahora seco) y más adelante el de La Salineta (con abundantes yesos y costras salinas), enfrentamos la rampas y trialeras muy cerradas de vegetación hasta incorporarnos al camino de Merchantes primero, El Fontanar más adelante y Los Llanos por último, parando a desayunar junto a la carretera del Marquesado.
Atravesamos Chiclana para buscar el carril que comienza junto a las salinas Bartivás y discurre junto a las vías del futuro tranvía (¿llegará algún día? Fernando nos comenta que tendremos que devolver unos pocos de cientos de millones a los fondos europeos si de aquí a poco tiempo no entra en funcionamiento) por un lado y las marismas por el otro hasta el Puente Zuazo en San Fernando. Buscamos el acceso al carril que por las marismas y junto a las vías (estas del ferrocarril) nos llevarán hasta Puerto Real.
Cruzamos los puentes sobre el Caño de Sancti Petri (donde en una ocasión insólita observamos un delfín), Caño Chico de Puerto Real y el de Talanquera por último.
Cruzamos los puentes sobre el Caño de Sancti Petri (donde en una ocasión insólita observamos un delfín), Caño Chico de Puerto Real y el de Talanquera por último.
Ya en Puerto Real Joaquín propone continuar por el camino que atraviesa las salinas, por detrás de Las Yeguas, y eso hacemos. La suave brisa que nos empuja por aquí, junto con la contemplación de abundantes bandadas de flamencos a nuestro lado y los colores rosados de las balsas de evaporación de las salinas, hacen que la larguísima recta que nos lleva hasta la carretera de Bolaños resulte muy agradable, debatiendo sobre el origen del color rosa de las aguas de estas balsas (*). Tan sólo alcanzar la carretera nos desviamos por el sendero que discurre junto al arrozal y que vuelve a ofrecernos otro espectáculo ornitológico con más de doscientos moritos que remontan el vuelo para apartarse a nuestro paso.
Llegamos a El Portal, continuamos junto a la depuradora y finalizamos subiendo Pinosolete hasta terminar con un merecido cubo de cervezas en el club social del Serrallo.
* Según el doctor J.A. Seoane Camba, del departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Barcelona, las salinas se vuelven rosas cuando la vida es casi imposible en ellas y sólo viven unos microorganismos -Chromatium thiocapsa – que poseen pigmentos purpúreos y asalmonados que le dan ese color al agua.
Sin embargo según otras fuentes el color de estas zonas no se debe a la presencia del pequeño crustáceo Artemia salina, aunque algo de culpa puede achacársele. La Artemia es un pequeño crustáceo braquiópodo con aspecto de una pequeña gambita (unos 8 a 13 mm. de largo), que vive en lagunas salobres o zonas de las salinas donde ya existen unos rangos de salinidad superior a los del agua de mar (3,6 gr/l), soportando aguas hipersalinas hasta de 300 gr/l (Margalef, Limnología 1983).
Sus huevos y pequeñas larvas (nauplius) son de color rojo y los adultos más o menos rojos, según su alimentación, (microalgas ricas en pigmentos carotenoides) o cuando el medio se vuelve hipersalino, ya que aumentan notoriamente la hemoglobina en sangre para compensar la falta de oxígeno en estos estados de altas concentraciones salinas. Solamente cuando se producen grandes concentraciones ocasionales de huevos o larvas el agua puede adquirir una ligera tonalidad rosácea. No obstante en estas fases de alta salinidad en el seno de las aguas se desarrolla un alga planctónica Dunaliella salina, que sí será la responsable de dicha coloración al tener gran cantidad de pigmentos rojos y que, además, sirve de alimento a la Artemia, dado que esta última es filtradora de plancton y en rangos altos de salinidad prácticamente sólo vive este tipo de microalgas. La Dunaliella salina es una pequeña alga microscópica perteneciente a las cloroficeas o algas verdes (curiosamente presenta generalmente color rojo), que se caracteriza por no tener pared celular, haciéndola muy digestiva para los consumidores, así como por poseer gran cantidad de pigmentos aparte de la clorofila, destacando entre otros por su cantidad los β y α carotenos. Estos serán los responsables del color rojo que presentan y a su vez del color rosa o incluso rojo intenso (en grandes concentraciones) que pueden observarse en las tajos o cristalizadores de las salinas, ya que estas aumentan la cantidad de pigmentos rojos al aumentar la salinidad del agua donde se desarrollan. Este alga, aparte de su importancia como una de las bases principales de alimentos de determinados filtradores que viven en estos ambientes (artemia, rotíferos, flamencos, etc.), poseen gran cantidad de propiedades siendo utilizadas en multitud de campos tales como la obtención de piensos, fertilizantes, tratamientos de aguas residuales, acuicultura, etc., siendo actualmente objeto de gran interés ya que son un magnífico preventivo para multitud de enfermedades dada su riqueza en antioxidantes, pudiendo nombrarse entre otras, las enfermedades cardiovasculares, artritis, cáncer, cataratas y daños producidos por los rayos ultravioleta, lo que ha generado que en la actualidad se desarrollen cultivos en masa de las mismas para la obtención de distintos productos y sustancias químicas, base de diferentes medicamentos. No obstante existe otro organismo aun más curioso, también responsable del intenso color rosa que adquieren los sectores de salinas con las concentraciones más altas de sal de todo el ingenio salinero, tratándose de bacterias capaces, incluso, de quedar en vida latente atrapadas en cristales de sal y retornar a la vida una vez que vuelven a hidratarse... Hablamos del Halobacterium salinarum y H. halobium, ambas pertenecientes al grupo de las arqueobacterias, consideradas como los organismos más antiguos del planeta, las cuales difieren bastante de las verdaderas bacterias al poseer características bioquímicas y genéticas bastante diferentes, por lo que se les ha creado un dominio aparte denominado Archea. Consecuentemente cuando observamos zonas de salinas donde casi no existe agua, con concentraciones altísimas de salinidad de color rosa intenso, se debe a la presencia de estas bacterias, las cuales en la actualidad son objeto de intensa investigación al poseer otra cualidad sorprendente. Las altas concentraciones de sal dañan tanto a las células de los organismos normales como a su ADN, rompiendo las largas cadenas helicoidales y, en consecuencia, produciendo anormalidades en su funcionamiento o la muerte del individuo. Lo mismo ocurre con las radiaciones UV, las cuales en altas radiaciones igualmente se vuelven letales. No obstante, curiosamente células de Halobacterium expuestas a radiaciones letales de ultravioleta, que producen la rotura total de la cadena de ADN, han recompuesto en su totalidad su secuencia, sobreviviendo perfectamente a este tipo de experimentos, siendo bautizada por investigadores de la NASA como “Bicho del Renacimiento”, aspecto por lo que son objeto de investigación clave en la ingeniería genética, ya que aparte de ser de gran utilidad para fortalecer a los astronautas contra las radiaciones, pueden ser un factor decisivo para combatir el cáncer... Según lo comentado, puede afirmarse que, aparte de la gran belleza paisajística que nos ofrecen estos raros ambientes salinos con apariencia extraterrestre, debe entenderse la gran importancia que tienen estos peculiares ecosistemas, los cuales no sólo son indispensables en distintos ciclos naturales de múltiples especies animales y vegetales, sino que son un aporte de recursos para el hombre y base de importantes descubrimientos que pueden variar el curso de la humanidad. (Fuente: Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo - Unidad asociada al CSIC, para el desarrollo de proyectos de investigación sobre biodiversidad vegetal terrestre canaria y macaronésica).
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