Sólo me queda darle un repaso a la bici para quitarle los cuatro salpiconcitos que pueda tener. Pero eso será ya mañana. La ropa está lavada y puesta a secar. Previamente sienta bien un poco de descanso acompañado de una porción de la tarta de ayer y sobre todo abundante hidratación, mientras comento con mi mujer qué tal nos ha ido el día. Antes el remojón, eso sí en la ducha, con agua templada, donde no falta el champú, el gel y una buena toalla para después. Aunque lo primero fue recoger todos los trastos, la ropa sucia y guardar la bici.
La jornada ha resultado casi perfecta. El día despejado. El terreno mejor que asentado. Nada de polvo. El camino precioso. Las vistas espectaculares. Un poco de frío a la hora de comenzar, lo que me hizo dudar entre maillot fino con manguitos u otro de manga larga por el que me decidí pero que luego no me sobró a largo de toda la mañana. Ningún incidente salvo dos pinchazos. Muchos ciclistas por todo el recorrido. Hasta incluso el temido levante se ha aliado con nosotros para ofrecernos su cara más amable. Y un final de ruta con cerveza, guisos caseros y pan de campo.
Comenzamos en El Frenazo. El primer tramo del recorrido por el sendero del Corredor Dos Bahías y junto al río Palmones resulta delicioso, con una luz todavía anaranjada y sintiendo el fresco en la cara.
Obsérvese el personaje que siguió a Fernando toda la cuesta. |
Al empezar la subida hacia Las Corzas por Botafuegos coincidimos con varios grupos ciclistas de chicos y chicas con los que nos iríamos cruzando constantemente hasta la carretera Tarifa - Algeciras. Subidas suaves, tramos llanos rodeados de alcornoques y una bajada rapidísima nos conducen hasta el área recreativa de El Bujeo. Con tan extraordinarios paisajes se hacían imprescindibles las acostumbradas paradas para hacer alguna foto y comer algo.
Luego seguiríamos un par de kilómetros carretera abajo hasta Pelayo, donde nos desviamos con dirección al Parque del Estrecho, por el mismo lugar que en una ocasión anterior nos llevó Manolo Olmedo. Después de la empinadísima bajada nos incorporamos al sendero que nos iba a llevar hasta la carretera de las Pantallas. El sendero, zigzagueante, sin fuertes desniveles, lleno de pelotes y muchas vacas con sus correspondientes majadas (algunas de ellas frescas), obliga a una conducción atenta pero muy divertida, lo que me hace apreciar las cualidades de mi nueva bici y disfrutar aún más de esta actividad.
Y ya en la carretera decidimos seguir directamente hasta Getares porque no estábamos seguros de acertar con la intrincada trocha hasta la playa y sobre todo por ahorrar tiempo. Otra bajada más extraordinariamente rápida donde tuvimos la fortuna de encontrarnos tan sólo tres o cuatro ciclistas que subían y ningún vehículo de frente.
Hubo algún titubeo para acertar con la dirección adecuada para dirigirnos, a través del polígono industrial y la barriada de El Cobre, hacia la Puerta Verde de Algeciras. Y llegados a Botafuegos de nuevo sólo nos quedaría un par de rampas y el plácido camino de regreso junto al río hasta los coches.
Y todo esto por tener la suerte de haber caído a este lado del estrecho.
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