14 de mayo de 2020

¡CUÁNTO GANÉ! ¡CUÁNTO PERDÍ!

Esta epidemia se ha llevado muchas cosas y ha dejado otras.
(Si puedes simultanear el texto y esta música, mejor)
Se ha llevado muchas cosas:
  • alguna ruta prevista;
  • las concentraciones numerosas en Divina;
  • esos caminos umbríos hacía Puerto Real;
  • la cerveza de los sábados;
  • las risas y las protestas;
  • las cuestas, los surcos, la arena;
  • los piques por el Verdugo;
  • las tardes largas para llegar más lejos;
  • la primavera (¡ay la primavera!)...
Y a nivel individual:
  • el peso que bajé;
  • los esfuerzos y los sudores;
  • el aire en la cara;
  • lo corta que se hace cada bajada;
  • ese fondo casi inagotable que tanto trabajo cuesta conseguir..
A cambio ha traído otras:
  • mucha lectura;
  • algún texto escrito;
  • la pintura virtual;
  • ejercicio físico que tenía desterrado;
  • recordar canciones importantes;
  • valorar lo que se tiene, porque
  • siempre es tarde cuando se ha perdido...
Pero lo peor, lo que ni podía imaginar, es que me espera un año entero arrastrando mis faltas por los carriles porque no he podido purgarlas el juevesanto pasado con la penitencia anual de la subida a la cruz. ¡Qué horror! ¿Quién podrá soportar tamaño suplicio?
En alguna ocasión he llegado a subir a nuestro Gólgota vallense dos días seguidos, ¡tal era la cantidad y gravedad de mis culpas!
Si a partir de ahora os cruzáis en mi camino y me veis ojeroso, apesadumbrado, mustio y pesaroso, apiadaos de mí: marcharé corcovado por esos angostos senderos bajo la enorme carga de mis pesadumbres.
Quedan muchas primaveras y mucho camino por recorrer. Pero ¿habrán servido para algo tantas privaciones? ¿Habremos aprendido algo? Porque, ¡ojo! Todas esas patrañas no son más que nimiedades comparadas con LO QUE VERDADERAMENTE SE HA LLEVADO...

En el recuerdo y como homenaje
REQUIESCANT IN PACE

2 comentarios:

  1. Acertada retahíla de cosas que ganaste y que perdiste, Ángel. Por mi parte, como depende del color del cristal con que se mira, en el calamitoso caso actual, como en todos, hay siempre más que ganar que perder. En este sentido, lo que me ha traído esta pandemia, es decir, epidemia a lo bruto, son los siguientes hechos, que ahora se me vienen a la cabeza:
    Me ha traído la interrupción de la obra en el piso que me pisa; una de esas obras que empiezan por cambiar un enchufe y terminan por cambiar hasta la letra del piso. Y para colmo en Las Torres, de hormigón armado, pero tan armado como la cara de un político de moda, el hiperhormonado.
    Me ha traído también algunos kilitos de más y muchos vatios en las piernas de menos.
    Asimismo, el arreglo del hombro derecho al que maltrataba sin piedad cada vez que iba al San Cristóbal y que ya creía que solo me serviría para disecarlo.
    Un rodillo que guardaba no sabía dónde como regalo absurdo de Reyes de casi cuando se inventó la rueda.
    Una primavera como dios manda y unos niveles de gases de efecto invernadero propios de hace 60 años. Así como el pio pio de los escasos pajarillos que quieren anidar en el hueco de mi persiana.
    Comprobar que el pasillo de casa se puede convertir en una pista donde practicar marcha atlética de larga distancia (no tengo la terraza del apartamento de la Ayuso), incluso carrera de obstáculo por la loseta levantada que me dejó el albañil luego de cambiarla dos veces (dios lo tenga por cierto en la caldera de Pedro Botero al “pobre” infortunado).
    También el poder conocer a mis vecinos cuando salía a aplaudir a los Javi, Emilio, etc. a las 20 h. todos los días.
    Que en esta tierra nuestra de María Santísima podemos pasar sin Semana Santa, quién lo iba a imaginar, y hasta sin Feria. Incluso sin fútbol. No me lo creo aún. No es que con la covid19 hayamos perdido; es que estamos perdidos.
    Que a pesar de la prohibición de salir y de recibir a nadie, mi familia se ha visto ampliada con la visita diaria de Fernando Simón, buen hombre a pesar de su aspecto desaliñado.
    Que la tv en verdad atonta, de ahí que cuanto más la veo, más quiero yo a mis gusanos de seda. Salvo si exceptuamos “la vida secreta de los koalas”, que tiene su punto (yo la he visto nueve veces).
    Me ha traído un interés larvado desde chico por la historia de España. Una historia llena de historias, con las que el corazón se inclina por una de dos (o por las dos al mismo tiempo): reír y/o llorar. Menuda panda de reyes y reinas, desde los católicos a los borbornes pasando por los austrias. Demasiado bien estamos, oye.
    Y, por último, el convencimiento de que lo de “sapiens” de nuestra especie es del todo gratuito, por la cantidad de animales inocentes sacrificados en aras a lograr cuanto antes una vacuna que garantice la continuidad de la especie hegemónica, para que acabe pronto con todas las demás y hasta con ella misma.
    Tiempo habrá de seguir el relato porque esto, dicen, va para largo y aún estamos en la Fase 1.

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