MI QUERIDA COMPAÑERA

Las cuatro y cuarto. Ya está este al llegar. ¿A dónde iremos hoy?

Aquí está. ¡Anda, pásame un trapito que el otro día me dejaste llena de salpicones! Bueno, es igual. Porque mis compas seguro que van más sucias que yo, y además los caminos estarán pringados.

Chiquillo, se nota que estamos en navidad y has cogido unos gramitos, ¿eh? Pues a ver si me invitas a mí a un lavadito y un poquito de aceite. ¡Mira! Ya están ahí mis amigas. Déjame que las salude. Lo que pensaba: todas llenas de legañas (menos aquella, que viene siempre impecable). ¡Tú! ¡El de ahí encima! A ver si aprendes.

¡Qué me gusta salir en grupo! Todas juntas pero distintas: cada una de un color, de una forma, de un tamaño... ¡Y cuando se ponen a jalearnos los niños...! Hoy empezamos tranquilitas, pero algo he escuchado de Sancristóbal. ¡Veremos a ver por dónde me metes! Oye, ¡no pegues frenazos entre los coches que me raspo las ruedas!

Para empezar, la cuesta de la chatarrería. Menos mal que la parte más empinada está asfaltada y puedo rodar mejor. ¡Acelera, hombre, que me están adelantando todas y voy a llegar la última! No des más pedales que ahora viene la cuesta abajo y ya te llevo yo. !Qué fresquito más bueno en el manillar! ¿Los pocitos? ¿Seguro? Yo no he subido nunca por ahí. Bajar, sí, ¿pero subir? Porque además parece que el terreno está pegajoso ¿Por qué no nos hemos ido mejor con las otras tres amigas? ¿Te has convencido por tí mismo, eh? ¡De todas formas ibas a tener que empujarme hasta arriba!

Venga, más rápido o no les vemos ni las ruedas. Sigue, sigue... Pregúntale a esa gente si han visto a mis amigas. Pues venga: vamos rápido. ¡Ah! Por fin. Ahí están junto a la antena. Pero, ¿para dónde van ahora? ¡Con la de veces que hemos estado por aquí y nunca me habías traído por este senderito! ¡Mira palante, que me vas a meter en un boquete! ¡Qué bien huele por aquí! ¡Y qué vistas del Carrillo! ¡Pero que estrechito! ¡Eje! ¡Cuidado! ¡No te vayas a distraer!. A ver si me traes por aquí otro día más tranquilita.

Cambia con cuidado que con la edad me está fallando la sincronización y me puedo romper. ¡Pum! ¿Qué ha pasado, si precisamente te lo estaba diciendo? Ah. Ha sido la espe, que me ha dado un ruedazo en la patilla. Pues ella , no sé, pero su dueño se ha librado por los pelos del batacazo. ¡Bah! Sólo ha sido el susto.

¿Y ahora para dónde? ¿Las trialeras de La Bola? No. Si gustarme, me gusta. ¡Pero me pegas una paliza que pa qué! Me clavas los pies, los quitas y me los vuelves a clavar una y mil veces. Claro... ¡cómo a tí no te duelen los pellizcos! Y ahora arena y piedras y más arena y más piedras... y más pellizcos. Sí. Bonito. Precioso. ¡Pero trátame con más suavidad por aquí, hombre, que no me das tiempo a disfrutar ni a charlar con mis compas! Míralo. ¡Te lo dije! Ya me has gripao la cadena entre los platos. Aligera y quítamela pronto, que esto es más molesto que una hebra de carne entre los dientes. Uf, menos mal. Y vámonos, que no veo a nadie por detrás.

¿Y este aguïta? ¿Qué es, para limpiarme o para ponerme peor? Bueno, por lo menos me refresca del calentón que me he llevado esta tarde.

¿Ya hemos llegado a casa? ¿Cómo me he portado hoy? Mejor que tú veinte veces. No te he hecho ningún raro ni te he tirado. En cambio tú me has dado una paliza con los pies, con los cambios, con los frenos... Saltos, escalones, baches, piedras, salpicones... No me importa. Estoy encantada de acompañarte.

(Dedicado a mi inestimable compañera, la Marin Team Marin).
Salida correspondiente al jueves, 20 de diciembre.