NUEVA EDICIÓN DE LOS CAÑOS

Juan Jiménez nos ha ofrecido hoy una renovada edición de la ruta de Los Caños. Con una orientación distinta a la anterior, algunos kilómetros más y cuestas para todos los gustos, veintidós asistentes hemos podido disfrutar del nuevo recorrido.

Por más que se pidió puntualidad para comenzar a las nueve, lo que no puede ser resulta imposible: saludos, conocidos que hacía tiempo que no se veían, una bici de estreno que todos querían probar, dudas sobre si abrigarse poco o mucho... En fin, que comenzamos más allá de las nueve y media. Pero con los doce grados de la mañana el ritmo se tornaba allegro. Y apetecía. ¡Vaya que sí! Porque los diecisiete kilómetros hasta la Torre del Tajo, junto a los acantilados de La Breña, eran prácticamente llanos y el cuerpo no arrancaba a sudar. Después, bajada rápida hasta Barbate buscando el sendero que discurre junto a la desembocadura del río por las marismas. 

Sin grandes esfuerzos, el sol empezaba a calentar y ya iban sobrando manguitos y cuellos. Así llegamos hasta la primera cuesta: la subida a la cantera, no muy empinada, pero constante. Empiezan a abrirse chaquetas y maillots, y a salpicar el suelo algunas gotas de sudor. La cancela cerrada es una buena excusa para comprobar el peso de las máquinas que llevan los compañeros y, claro, surgen las inevitables comparaciones.¡Para algo tenían que servir las cancelas cerradas! Y con tiempo para poco más que un buche comienza la subida por Las Quebradas: contínuos repechos y toboganes que enlazan con una fuerte subida de asfalto hasta Vejer. Primeros agradecimientos al conductor de la ruta (Qué bonito, Juan, qué bonito! Je, je).

Salimos del pueblo por las rampas junto a la calle Corredera y continuamos bajando por la carretera de Vereda de Cantarranas, hasta llegar al cruce de la gasolinera de la Barca. Seguimos un poco por la carretera que va a Medina pero pronto nos desviamos para hacer la subida al cerro del Abejaruco, un repechón corto pero muy empinado. Esta era una de las sorpresas de la ruta de hoy. ¡Y menos mal que la última parte estaba hormigonada! Por aquí seguían escuchándose felicitaciones al guía (Juan: tú mangañao. Esto no melabía contao). Alternamos carriles, senderos y tramos de carretera hasta llegar a la barriada Los Parralejos.

Tras un frugal avituallamiento continuamos por asfalto con dirección a La Muela, y al momento nos encontramos con otra larga rampa que parece no acabar, pero como está pavimentado el pedaleo resulta más suave (si es que alguna cuesta arriba puede considerarse así). Desde ahí a Santa Lucía. Y como hemos parado ya varias veces y el pelotón comienza a mirar la hora, Juan propone recortar un poco, evitando la subida a Vejer por la conocida cuesta que hay desde La Barca. Pero nos avisa de que todavía queda alguna. Y con sólo mentar la palabra cuesta, más agasajos. Pero es lo que tiene la profesión de cicerone. Un par de subidas más en dirección a los aerogeneradores de Buenavista, carreterita de San Ambrosio y bajada hasta los Caños. 

Al final todos contentos (unos más que otros) con los más de setenta kilómetros, con el pechugón de cuestas superadas, sin percances ni averías graves y con una mañana que se presentó espléndida para hacer deporte.