Ayer jueves la novedad la traía Juanma en forma de obsequio a los concurrentes. Llegaba, como si de un anticipado Melchor se tratase, a lomos de su camella canija, coronado con su níveo morrión y cargando sobre los hombros un saco lleno de presentes.
En el saco traía nosecuántos bidones para agasajar a quienes acudieran a la cita semanal. Y como todos llevábamos ya el portabidón ocupado, no hubo más remedio que guardarlos en los bolsillos o incluso dentro de los maillots, con lo que algunos parecíamos los aguadores de la Vuelta, con una joroba en la espalda como los pilotos de moto GP.
Cuando llegó Rafa V. y vio allí a Juanmelchor se le alegraron las pajarillas. No pudo más que espetarle un arrollador ¡Hombre! ¡No sabes cuánto me alegro de verte! Ya tengo compañero de viaje para hoy, porque esta gente el otro día me llevó con la lengua fuera todo el tiempo. Pero en cuanto advirtió la montura que traía se acordó inmediatamente de que al día siguiente (hoy) eran los tosantos.
Por más que propuse una ruta alternativa solidaria (para que el carretero no pedalease solo), ni los de los dromedarios ni el de la camella canija quisieron realizarla: unos porque sería todo por carretera y el otro porque, para un rato que tenía sin servicio, pensaba salir mejor a pasear que a apagar un fuego. Y así sucedió. Espoleados por la adrenalina del regalo, o yo que sé, empezamos a zurrarle a las bielas y no paramos hasta llegar a Jerez, dos horas más tarde, con más de cincuenta kilómetros y una media de 25 k/h. En esta ocasión la cerveza no fue para las gargantas sino para las cadenas, que echaban humo. Y es que, como dice la publicidad, Bidón Blu te da aaalas...
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