Las prometedoras perspectivas por la sierra de Cádiz unido a la tempranera hora de la concentración hizo que se animasen a realizar la ruta algunos poco habituales.
Todo comenzó de manera muy cómoda atravesando la urbanización El Santiscal y recorriendo la carretera de servicio del canal que une los embalses de Arcos y Bornos. Tras cruzar las instalaciones de la presa, una cuesta considerable daba pie a las primeras escaramuzas dialécticas entre el pelotón.
Abandonando ya el asfalto un sendero arenoso nos acercaba a las estribaciones de la sierra de Bornos. Una rampa bastante empinada de piedras sueltas y arena obligaba a empujar las bicis hasta arriba. Y tras ésta, otra, aunque algo más compactada, que algunos sí consiguieron subir montados. Estrecho sendero surcado de piedras y bajada muy pendiente (y a tramos peligrosa) hasta casi la orilla del embalse. A partir de aquí el sendero (antiguo trazado del ferrocarril Jerez - Almargen) es de una gran belleza y muy cómodo, con algún tobogán, hasta llegar a las proximidades de Bornos.
Desayuno para algunos, avituallamiento para otros, pero sin retrasar mucho la ruta. ¡Para algo habíamos madrugado! Luego amplios caminos en dirección al Coto de Bornos. Un repentino aviso en una bifurcación casi lleva al suelo a alguno a causa de los cruces y frenazos. Y es que se produjo un malentendido en cuanto a cuál era la dirección, pensando que íbamos a desviarnos hacia el yacimiento romano de Carija. Corregido el error continuamos hacia el Coto y más tarde hacia Villamartín, cruzando entre el tarajal de la cola del embalse de Bornos y el abandonado puente de hierro.
Tras dejar a un lado Villamartín nos dirigimos a buscar el dolmen de Alberite, aunque sin mucha confianza de poder visitarlo. En efecto, un lunes y en verano es prácticamente imposible encontrar allí a nadie. Así que continuamos hacia la carretera de la viñas de Regantío. La idea era tomar el desvío que sube a la sierra de los Barrancos para bajar por el otro lado con dirección a El Santiscal. Pero la propuesta de un camino alternativo y novedoso animó al pelotón.
El sendero que une la venta del Mono con la de Mesas del Jardín resultó un gran acierto. Muy frondoso (casi un túnel de vegetación), con numerosos zigzagueos, alguna que otra trampa de arena e incluso un pasadizo de tablones, hacían del camino un verdadero disfrute para recorrer en bici. Luego, en las Mesas, nos reorientamos para dirigirnos definitivamente hacia Arcos. Primero un tramo de carretera hasta Las Abiertas y desde allí de nuevo senderos, primero amplios y finalmente estrechos (pero igual de interesantes que el anterior), hasta desembocar en unas amplias pistas que nos llevarían al antiguo trazado de la carretera de Arcos a El Bosque, por la cuesta de La Escalera.
Poco más hasta el coche, para terminar con cincuenta y cinco kilómetros en las piernas. Cervezas con vistas. Proyectos de nuevas rutas. Y para casa.
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