Hoy me he incorporado al turno de mañana. Me acercaba pensando en las limitaciones provocadas por las presuntas temperaturas veraniegas y que obligan a no alargar demasiado el recorrido.
Fernando sugiere el camino de las moras. Es cierto que el calor de mediodía aprieta, pero la clásica de las moras (entre Guadalcacín y Nueva Jarilla) me parece excesivamente corta. Rápidamente me saca de mi error: no se trata de las moras del morero, sino de las zarzamoras. Se refería a realizar un primer avistamiento del estado de diversos frutos silvestres entre La Barca y Torrecera. Y eso hicimos.
Llegando al lugar comprobamos que a las moras les queda un poco, aunque algunas (las primeras negras) se dejaban comer y los higos todavía están muy pequeños. Volveremos.
Por la carretera entre Torrecera y Paterna el pelotoncillo cogió la rueda de un tractor que llevaba nuestra misma dirección. No sé si fue buena idea porque, aunque nos quitó todo el viento de cara, resultaba irrespirable el humo de combustión que nos íbamos tragando. Y tal familiaridad cogimos en esos escasos kilómetros con el conductor del vehículo que se despidió de nosotros con un efusivo saludo al separarnos de su lado junto al cortijo de Las Cabezas. Por aquí Joaquín, tras pedir permiso al encargado, nos enseñó una variante nueva que enlaza directamente con Las Piletas, evitando el rodeo por Entrechuelos y Alhocén. Para abrir una de las cancelas Joaquín dejó la bici en el suelo, justo encima de un nido de avispas que empezaron a salir de las celdas, formando un enorme racimo, revoloteándonos sin piedad pero sin mayores consecuencias.
De El Pedroso a Jerez continuamos por la vía de servicio apartándonos por El Mojo hacia la laguna de Medina y Cartuja. De modo que a poco más de las doce estábamos ya tomando cerveza en La Teja.
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