Cientos de kilómetros de pistas y carriles en compañía ofrecen la oportunidad de hablar mucho. De ese modo se oyen multitud de comentarios, algunos de las cuales resultan singulares o significativos, por lo acertado de su expresión en un momento determinado, por su gracia, ironía o picardía. Algunos resultan tan peculiares que llegan a identificar a un grupo, a alguno de sus componentes, o incluso a la filosofía de ese grupo. Otras surgieron como anécdotas, como recomendaciones y hasta como protesta o reivindicación. Pero todas originadas a raíz de la marcha del pelotón, desde uno u otro lado. De todas las que me llamaron la atención traigo aquí varias que me parecen especialmente curiosas.
En cierta ocasión un advenedizo al grupo que compartió una salida con nosotros, a mitad de recorrido nos lanzó un ¿Y esto es lo que andais ustedes?, sin respetar las más elementales reglas de humildad y desconociendo lo que cada cual daba de sí. Por eso, tocados en el amor propio y con la intención de poner en su sitio al bocazas, el pelotón comenzó a organizarse hasta que aquél no tuvo más remedio que abandonar la rueda que seguía y ceder en su empeño. No volvió a aparecer.
Cuando comenzaban a verse por los caminos grupos de ciclistas con ropas de colorines, era habitual oír a los chiquillos y no tan chiquillos eso de ¡ Biciclistas ! En otras ocasiones, el termino utilizado para referirse a nosotros era el de ¡ Carreristas ! Siempre he tenido claro que esos comentarios estaban motivados más por la indumentaria que por la velocidad, y sobre todo por la tradición de la bicicleta de carretera en nuestro país.
Otra expresión frecuente es la de Afloja, que viene la gente muy atrás. Y no ha sido sólo uno el que me ha dicho que ese comentario se utiliza cuando quien va a rueda comienza a sentir que le cuesta trabajo seguir el ritmo, porque cuando anda bien no se acuerda de nadie. En realidad no se está preocupando de los de atrás, sino de sí mismo. Variantes de esa frase serían No se ven o No vienen.
Por el contrario también he oído Tira, que fulanito se ha quedado. Lo cual pone de manifiesto la durísima competencia y el pique que existe entre algunos componentes del grupo, intentando implicar a terceros en la lid, para delegar más tarde la responsabilidad del arreón.
Cuando estamos esperando en uno de los agrupamientos a que se vayan acercando los que llegan por detrás, hay uno (siempre el mismo) que pasa a nuestro lado muy orgulloso, sin mirarnos, sin pararse, dejando a su paso la estela de una frase socarrona como No espero a nadie... Y continúa su marcha muy digno, quedándonos los que allí estamos con cara de bobos y sin saber qué responder.
Una vez, cruzando por las casas-cueva de San Cristóbal, oímos a un chaval gritándonos varias veces Pararzu, pararzu, pretendiendo darnos a entender que tuviéramos cuidado con su caballo, que estaba atado con una cuerda larga en mitad del camino. Y de nuevo lo mismo: cuidado, no por nosotros (¡qué puñeta!), sino porque pudiésemos asutar a su animal.
Otra expresión bien conocida es la de Como el ojo de un pollo ("Como el ojun pollo"), que usa con frecuencia otro compañero (a quien deseo una pronta vuelta al grupo) para explicar muy gráficamente como le gusta llevar siempre la bici de limpia y reluciente.
También quedará perpetuada la locución Un puntito más, que utiliza habitualmente uno de nuestros camaradas cuando, aunque el ritmo que lleva el grupo sea rápido, todavía le queda un plus de aire en los pulmones y de energía en las piernas. ¿O es al contrario?
En determinadas situaciones uno de los capitanes que ya no anda en su mejor momento se acuerda con nostalgia de lo que fue y, encorajinado, nos espeta a la cara algo así como Si yo pudiera, íbais a mear sangre. Los demás no le hacemos caso, pero él que se queda más tranquilo durante un ratillo.
Hace poco oí otra frase singular por su proverbialidad. Pero hay que ponerse en ambiente: circulando por una amplia pista de las marismas, ocupando entre todos el camino de lado a lado, en abanico por el viento de cara, uno rompe su línea para esquivar un bache, provoca el susto y los correspondientes ayes y bandazos. Tras ese primer momento de tensión se escucha a otro decir: Quillo... Si hay un bache... Comérselo. O sea, que al que le toca, le toca y se tiene que aguantar.
Pero la que resulta más representativa y universal, sin haber perdido un ápice de vigencia desde sus inicios, es la de Voy palante despacito (Vpd), que algunos emplean cada vez que hay una parada. Viene a ser algo así como "sin prisas pero sin pausas", que lo que avance ahora me lo ahorro luego de pechugón o de ir el último. Tan asumido está por el grupo que no son pocos los que quieren emular ese privilegio, ignorando que dicha prerrogativa es un derecho histórico en consonancia a los galones.
Cuando comenzaban a verse por los caminos grupos de ciclistas con ropas de colorines, era habitual oír a los chiquillos y no tan chiquillos eso de ¡ Biciclistas ! En otras ocasiones, el termino utilizado para referirse a nosotros era el de ¡ Carreristas ! Siempre he tenido claro que esos comentarios estaban motivados más por la indumentaria que por la velocidad, y sobre todo por la tradición de la bicicleta de carretera en nuestro país.
Otra expresión frecuente es la de Afloja, que viene la gente muy atrás. Y no ha sido sólo uno el que me ha dicho que ese comentario se utiliza cuando quien va a rueda comienza a sentir que le cuesta trabajo seguir el ritmo, porque cuando anda bien no se acuerda de nadie. En realidad no se está preocupando de los de atrás, sino de sí mismo. Variantes de esa frase serían No se ven o No vienen.
Por el contrario también he oído Tira, que fulanito se ha quedado. Lo cual pone de manifiesto la durísima competencia y el pique que existe entre algunos componentes del grupo, intentando implicar a terceros en la lid, para delegar más tarde la responsabilidad del arreón.
Cuando estamos esperando en uno de los agrupamientos a que se vayan acercando los que llegan por detrás, hay uno (siempre el mismo) que pasa a nuestro lado muy orgulloso, sin mirarnos, sin pararse, dejando a su paso la estela de una frase socarrona como No espero a nadie... Y continúa su marcha muy digno, quedándonos los que allí estamos con cara de bobos y sin saber qué responder.
Una vez, cruzando por las casas-cueva de San Cristóbal, oímos a un chaval gritándonos varias veces Pararzu, pararzu, pretendiendo darnos a entender que tuviéramos cuidado con su caballo, que estaba atado con una cuerda larga en mitad del camino. Y de nuevo lo mismo: cuidado, no por nosotros (¡qué puñeta!), sino porque pudiésemos asutar a su animal.
Otra expresión bien conocida es la de Como el ojo de un pollo ("Como el ojun pollo"), que usa con frecuencia otro compañero (a quien deseo una pronta vuelta al grupo) para explicar muy gráficamente como le gusta llevar siempre la bici de limpia y reluciente.
También quedará perpetuada la locución Un puntito más, que utiliza habitualmente uno de nuestros camaradas cuando, aunque el ritmo que lleva el grupo sea rápido, todavía le queda un plus de aire en los pulmones y de energía en las piernas. ¿O es al contrario?
En determinadas situaciones uno de los capitanes que ya no anda en su mejor momento se acuerda con nostalgia de lo que fue y, encorajinado, nos espeta a la cara algo así como Si yo pudiera, íbais a mear sangre. Los demás no le hacemos caso, pero él que se queda más tranquilo durante un ratillo.
Hace poco oí otra frase singular por su proverbialidad. Pero hay que ponerse en ambiente: circulando por una amplia pista de las marismas, ocupando entre todos el camino de lado a lado, en abanico por el viento de cara, uno rompe su línea para esquivar un bache, provoca el susto y los correspondientes ayes y bandazos. Tras ese primer momento de tensión se escucha a otro decir: Quillo... Si hay un bache... Comérselo. O sea, que al que le toca, le toca y se tiene que aguantar.
Pero la que resulta más representativa y universal, sin haber perdido un ápice de vigencia desde sus inicios, es la de Voy palante despacito (Vpd), que algunos emplean cada vez que hay una parada. Viene a ser algo así como "sin prisas pero sin pausas", que lo que avance ahora me lo ahorro luego de pechugón o de ir el último. Tan asumido está por el grupo que no son pocos los que quieren emular ese privilegio, ignorando que dicha prerrogativa es un derecho histórico en consonancia a los galones.