6 de julio de 2015

EL RÍO

Viendo estos días las etapas del Tour a su paso por Holanda y Bélgica sentía envidia. La concienciación y la cultura que existe en torno a la bicicleta y a lo que supone esa forma de vida sana y sosegada son admirables.
Pero aún más: en las carreteras y las cunetas no se ve ni un resto de basura. Los coches están bien aparcados. Mejor todavía los aparcamientos para miles de bicis. Los espectadores, al paso, animan pero no abruman. Del paisaje... ¿qué decir? Cuando he viajado por algunos paises de Europa me llamaba la atención la importancia que se da al entorno. En el sendero más perdido de los Alpes vi un banco de madera para descansar y disfrutar del paisaje, y una papelera al lado forrada interiormente con su correspondiente bolsa de plástico. En cualquier pueblo junto al que pasa un río existen caminos, jardines o alamedas para disfrutar de esos espacios. El río es de todos, lo sienten como propio, lo disfrutan y están convencidos de su conservación en las mejores condiciones para el futuro. Es un recurso, económico, natural, recreativo... Pero en esta tierra esa convicción está un tanto confundida. Se utiliza en provecho propio (pesca, marisqueo, agua para riegos, vertidos residuales, transporte, contrabando...) buscando siempre el beneficio individual y olvidando su sostenibilidad común. Es costumbre habitual de los terratenientes latifundistas adueñarse de todo cuanto se aproxime a su propiedad, e impedir el tránsito por caminos y senderos que, cuando menos, tienen servidumbre de paso, si no son comunales. Por otra parte las administraciones prestan poco interés a esos temas y en la mayoría de las ocasiones prefieren dejar los expedientes olvidados en lo más profundo del cajón antes que pleitear interminablemente.
Ha habido varias marchas y campañas ciudadanas para la recuperación del río Guadalete. En un documento del año1996 ya se decía lo siguiente: Los ríos son ecosistemas muy valiosos, oasis de biodiversidad en medio de vegas, campiñas y campos de cultivo, conforman paisajes sobresalientes, son parte de nuestra historia y han dado origen a muchas de nuestras ciudades... La mala reputación del Guadalete, debido a sus altos niveles de contaminación, ha hecho a menudo olvidar los grandes valores ecológicos y paisajísticos que encierra esta cuenca fluvial. El Guadalete es el río gaditano por antonomasia... En los años sesenta del siglo pasado comienza la lenta agonía de este río con el rápido desarrollo urbano e industrial de las poblaciones de su cuenca... En el curso medio-alto del río los principales sectores contaminantes eran las almazaras... la industria marroquinera, mataderos, fábricas de chacinas y muebles y las granjas ganaderas... En el curso medio-bajo destacan las fábricas azucareras... y las industrias vinícolas de Jerez y El Puerto de Sta. María... Al Guadalete han llegado a verterse hasta 150.000 m3 al día de aguas fecales, por lo que se podía decir que, sobre todo a partir de Arcos de la Fra., era una gran cloaca al aire libre. Durante años el Guadalete ha ostentado el lamentable título de ser el río más contaminado de Andalucía. El Guadalete era un río muerto... Un exagerado productivismo agrario y el menosprecio de los valores ecológicos han llevado a un intenso proceso de deforestación de su cuenca y a la sistemática destrucción de sus bosques de ribera, por medio de incendios y desmontes. Otras agresiones han provenido de la utlización del río como vertedero de basuras y escombros, y del impacto de las numerosas y descontroladas extracciones de áridos para la construcción.(1)
Entre los planes y actuaciones que se han venido proponiendo destacan: la recuperación de la calidad de sus aguas con planes de saneamiento urbano y corrección de vertidos industriales; la mejora de las condiciones naturales de la cuenca, mediante el deslinde de las riberas, la conservación y regeneración de los bosques-galería, la reforestación de la cuenca...; el uso y disfrute del río por parte de todos, con instalaciones recreativas, itinerarios, etc.(1)
 
Es lo que nos ha pasado esta mañana, intentando acercarnos a San Isidro. El camino discurre umbrío junto al bosque de ribera entre una vegetación exuberante, hasta llegar bajo unos despeñaderos bastante elevados y muy agrietados. Allí nos dijo un galguero que no podríamos continuar porque, además de lo intrincado del sendero, los cantiles amenzan desprenderse, lo que resultaría realmente peligroso. Además (y excusándose en eso) los propietarios de la finca colindante han alambrado y cortado el paso a partir de allí. Por lo que nos vimos obligados a retroceder y tomar una vía alternativa.

(1) CLAVERO, J., GARCÍA LÁZARO, A. y otros: El Guadalete empieza a vivir. Fed. Ecologista Pacifista Gaditana. Consejería de Obras Públicas. 1996.

1 comentario:

  1. Qué envidia no poder acompañaros en las tan admiradas y deseadas rutas matinales en verano. Espero incorporarme muy pronto y retomar esos ratos tan buenos como los que echamos el año pasado.

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