21 de agosto de 2017

CUESTA DE LA CHAT(P)ARRA

No hay que irse muy lejos para descubrir nuevos lugares.


Y para demostrarlo, en esta ocasión íbamos a cambiar incluso el lugar de concentración, quedando frente a los Mamberos, junto a la barriada de La Estancia.
Como no nos decidíamos por ningún destino determinado, probaríamos suerte dirigiéndonos hacia Muertorreá. Empezamos por el Ferrallo y Parpuja. A la altura de los viverones Antonio sufría una leve fuga de aire en su rueda, que solucionó rápidamente con un poco de bombín. Líquido tenía porque el pinchazo hacía pompitas. Pero las pompitas serían de saliva porque poco más allá volvía a perder. Con una mecha mágica y un soplío de aire se arregló todo sin tan siquiera desmontar la rueda. Continuamos por Las Pachiegas y la fábrica de lamentos hacia los Cocoabrirlos. Más adelante seguimos por el Escurridor Verde Dos Caías y el Parque de Las Cuñadas, hasta La Mentolera. De allí a Muertorreá se le clavó a Fernando en la rueda una puntilla oxidada en forma de L (o de llave Elen), pero nada que otra buena mecha y otro poco de aire no pudiesen solucionar.
Desayunaron algunos en esa población mientras esperábamos a Francis que había salido más tarde. Lo raro era el trasiego de vehículos que se traía: lo vieron temprano por Geré con el coche. Sobre el coche, la bici fina. Pero cuando llegó a donde estábamos apareció con la léctrica. Con tanto cambio de vehículo era normal que se retrasara.
Cogimos por la Universalidad y Los Coruños, para dirigirnos hacia la venta El Mapa y el Decartón. Más adelante seguimos por los Susjarrones hasta la estación de El Tuerto y Bachealto, donde Lobato nos recomendó una variante para evitar arena y retamas. Cachino, Meatillas y Matavaca serían lo siguiente, antes de llegar a la altura de la Laguna del Terror, donde nos juntamos todos (los ocho que íbamos) a la sombra del único arbolito que había en la pradera.
Le propuse a Lobato subir por la cuesta del Espíritu Zambo, para que luciese el poderío de sus piernas (y de los tres mil quinién), pero prefirió hacerlo por la de la Chat(p)arra, para darnos un poco de tregua a los demás. Finalmente acabamos con un par de cervezas en el bar de Masnu Barrones, donde encontramos a Pepe con un amigo, quienes habían salido a tomar cervezas también, con la excusa de la bici.

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