Como en el 2010 la Legión no iba a
realizar los 101, el C.D. La Sufrida organizó una maratón similar. Hubo
problemas con el ayuntamiento de Ronda, de manera que el recorrido
saldría y terminaría en Montejaque, que sí aceptó de buena gana el
evento. Había más de 350 inscritos, repartidos en tres modalidades: 60 /
102 / 130. Nos habían dado unos chips para la bici, con los que
controlar electrónicamente el paso y los tiempos de cada ciclista, de
forma que cuando cruzábamos por encima de las alfombras en los puntos de
control, se producía un concierto de pitos.
El 8 de mayo en la salida de
Montejaque, estaba también Juan Velarde con su hijo y otros chavales
más, quienes iban a hacer los 130. Yo, la distancia tradicional: los
102. Marchamos todos juntos, a un ritmo cómodo, excepto en los tramos
llanos, en los que me hacía falta el plato grande para seguirlos. Nos
parábamos en todos los avituallamientos, para comer algo y reponer agua.
El recorrido fue similar al que organiza la Legión, pero con algunas
diferencias.
Al poco de empezar, se produjo un tapón: el carril estaba
completamente cubierto por un cenagal, con alambradas y zarzas a ambos
lados y había que esperar pacientemente en fila para poder pasar
agarrados a las hierbas. A
partir de ese punto nos encontrábamos la primera gran cuesta, de
Benaoján a Ronda, por donde resultaba casi imposible subir montados. Por
aquí, en un tramo en el que marchábamos a pie, un listillo quiso pasar
montado por una zona complicada y se fue a caer justo encima de la
rueda delantera de Juan, dejándosela hecha un ocho. "Quillo, lo siento.
Nos vemos", fue lo único que dijo y se quitó de en medio. Juan intentó
enderezar la rueda como pudo, esperando llegar a Ronda a ver si allí
lo arreglaba. Al final realizó todo el recorrido con la rueda así.
Pasando Arriate comenzaba una
nueva cuesta, muy larga pero factible, por donde pasaba la cbalgata de
ciclistas muy despacito (plato chico) y todos calladitos. La cuesta del
Infierno (la larga cuesta de tierra roja entre Torrealháquime y Setenil)
estba muy fracturada por las lluvias, con profundos surcos que cortaban
por muchos lugares el camino. A ratos se podía subir montado, hasta que
la rueda entraba por mal sitio y había que poner pie a tierra.
Sobre el k. 75 había que cruzar
el río Setenil, que llevaba mucha agua. Algunos optaron por pasarlo
montados, con lo que terminaban con los pies chorreando porque el agua
llegaba por encima de los ejes. Otros decidimos descalzarnos, pasar con
la bici al hombro y luego secarnos los pies.
Después de hacer una curiosa
"visita turística" por una viña de la zona, llegaba otro tramo nuevo,
con una fortísima bajada por una pista de subbase primero, y más
adelante de hormigón. Este camino continuaba por con contínuos toboganes
hasta otro avituallamiento cercano a La Indiana.
La subida a la ermita se hacía por el Mures, por la pista de tierra que
se va empinando cada vez más hasta cerca de la capilla.Y tras bajar el camino empedrado en zig-zag, sólo nos quedaría acercarnos a Montejaque para cruzar el arco de meta.Me salieron 6 h. 52 m. (tiempo total 8 h. 22 m), quedando el 124º de la general y 9º de mi categoría.
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