A veces, en el lugar más insospechado, se descubre un sendero interesante o un precioso rincón.
Es lo que ha ocurido hoy. Pedaleando por una de las rutas habituales veo por el rabillo del ojo un camino que siempre ignoramos. Ante la insinuación de asomarnos oigo un lacónico Venga. Hoy es el día. Y no hizo falta más. Con la suerte de encontrar ese pequeño encinar, que a pesar de lo severo del estío, presentaba un aspecto adehesado más propio de otros territorios.
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