Manoleón Mercaparte fue un insigne caudillo y comercial gaditano, considerado uno de los mayores genios de la historia del abastecimiento de nuestra región. En su faceta mercantil llegó a ser gobernador supremo del comercio mayorista de toda la comarca y en la militar dirigió como general diversos ejércitos ciclistas de su país.
El valioso cuadro que nos acerca hoy a este personaje es un retrato de unas características únicas porque combina la tradición y la modernidad: tradición representada por la indumentaria que viste como general supremo; y modernidad encarnada en unas innovadoras gafas de sol que llevaba ya en aquella época.
El valioso cuadro que nos acerca hoy a este personaje es un retrato de unas características únicas porque combina la tradición y la modernidad: tradición representada por la indumentaria que viste como general supremo; y modernidad encarnada en unas innovadoras gafas de sol que llevaba ya en aquella época.
El general muestra traje de gala, con casaca verde de cuello rojo y condecoraciones en el pecho, y con un abrigo gris con el cuello alzado. Luce sombrero de dos picos, o bicornio, tipo "frontal", con anchas alas recogidas hacia arriba, las puntas perpendiculares al rostro y escarapela con los colores de su federación. Todo ello muestra el alto rango gubernamental y oficial de la persona.
Lleva la mano izquierda metida bajo la solapa de la casaca (en un gesto que lo inmortalizaría para siempre) a pesar de usar guantes en una fecha en la que el frío arreciaba (y por eso llevaría también levantado el cuello del abrigo) o tras haber sufrido alguna caída y haber sufrido lesión de muñeca, lo que justificaría la postura del brazo en cabestrillo.
Otra peculiaridad de esta pintura es que lleva en la esquina inferior derecha la firma autógrafa del propio personaje lo que ha suscitado numerosas controversias sobre su autoría.
Otra peculiaridad de esta pintura es que lleva en la esquina inferior derecha la firma autógrafa del propio personaje lo que ha suscitado numerosas controversias sobre su autoría.
A pesar del fondo gris el cuadro refleja una potente luz sobre el protagonista que destaca su imponente presencia.
Manoleón Mercaparte manifestó bien pronto sus cualidades de lider, resultando habitual que fuera el mandón entre los compañeros de guardería, el capitán del equipo en los partidillos de los recreos, el jefe de la pandilla, el cabo furriel durante la mili, el cabeza de familia, el dirigente de su consorcio laboral, presidente de su comunidad de propietarios y general absoluto de varios ejércitos ciclistas. Su destacada capacidad de mando y la disposición para asumir las responsabilidades que otros evitaban lo fueron impulsando a la consecución de los más altos objetivos.
La fortaleza de su carácter apoyada en un talento inigualable para tomar decisiones rápidas y acertadas en los momentos más difíciles lo llevaron a acometer empresas en las que fue adquiriendo mayor prestigio cada vez. La imperturbable y férrea determinación se basaban en la tenacidad aplastante de su brío y en la tenacidad (como tenazas) despachurrante de sus manos. No estaba claro si un apretón del general significaba un saludo o muestra de apoyo, o por el contrario era una sanción.
Siempre fue partidario de que sus ejércitos hicieran uso de las más modernas tecnologías. De modo que él mismo era el primero en experimentar cuantas invenciones e innovaciones aparecieran, de la más simple a la más sofisticada. Le gustaba controlar todo hasta el mínimo detalle (la puntualidad, el estado de la maquinaria, el equipaje, el destino, los avituallamientos durante la marcha, etc) hasta tal punto que incluso se ocupaba personalmente de la indumentaria de la tropa, procurando que en la mayor medida posible fuera blanca, evitando colores indecorosos y de mal gusto como el azul o el rojo.
En las expediciones parecía llevar un dispositivo de geolocalización en la cabeza siendo capaz de orientarse y dirigir los pasos por aquellos remotos lugares adonde le condujese su audacia. Nunca perdió el rumbo, nunca sufrió un extravío. Tenía memorizados los mapas de cualquier territorio, conociendo incluso los nombres de cuantos caminos, sendas y atajos recorrían sus huestes por recóndito que estos fueran.
El lema invariable para animar a la tropa era "¿Y esto es lo que andáis ustedes?", pensando que así la incitaría a avanzar con mayor ligereza e ignorando que todos y cada uno de los soldados, asfixiados por el esfuerzo, le deseaban la mejor de las fortuna para sus proezas cuando lo veían pasar tan cómodamente montado sobre su inagotable montura.
La fortaleza de su carácter apoyada en un talento inigualable para tomar decisiones rápidas y acertadas en los momentos más difíciles lo llevaron a acometer empresas en las que fue adquiriendo mayor prestigio cada vez. La imperturbable y férrea determinación se basaban en la tenacidad aplastante de su brío y en la tenacidad (como tenazas) despachurrante de sus manos. No estaba claro si un apretón del general significaba un saludo o muestra de apoyo, o por el contrario era una sanción.
Siempre fue partidario de que sus ejércitos hicieran uso de las más modernas tecnologías. De modo que él mismo era el primero en experimentar cuantas invenciones e innovaciones aparecieran, de la más simple a la más sofisticada. Le gustaba controlar todo hasta el mínimo detalle (la puntualidad, el estado de la maquinaria, el equipaje, el destino, los avituallamientos durante la marcha, etc) hasta tal punto que incluso se ocupaba personalmente de la indumentaria de la tropa, procurando que en la mayor medida posible fuera blanca, evitando colores indecorosos y de mal gusto como el azul o el rojo.
En las expediciones parecía llevar un dispositivo de geolocalización en la cabeza siendo capaz de orientarse y dirigir los pasos por aquellos remotos lugares adonde le condujese su audacia. Nunca perdió el rumbo, nunca sufrió un extravío. Tenía memorizados los mapas de cualquier territorio, conociendo incluso los nombres de cuantos caminos, sendas y atajos recorrían sus huestes por recóndito que estos fueran.
El lema invariable para animar a la tropa era "¿Y esto es lo que andáis ustedes?", pensando que así la incitaría a avanzar con mayor ligereza e ignorando que todos y cada uno de los soldados, asfixiados por el esfuerzo, le deseaban la mejor de las fortuna para sus proezas cuando lo veían pasar tan cómodamente montado sobre su inagotable montura.
Te estás haciendo merecedor de los aplausos a las 8 de un día de éstos por la labor invertida y el éxito cosechado en la elaboración de esta Galería. Me refiero a ti, Ángel. Manolo ya con lo de insigne caudillo va bien despachao, a lo que yo añadiría "merengue" como segundo apellido.
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ResponderEliminarPodría rebautizarse como Manoleón Mercaparte Merengue, alias el "abuelísimo", dado que lo acaba de ser por tercera vez. Y para que además de los genes quede asegurada la dinastía el neonato se llamará Manuel. A ver si para colmo de suerte la criaturita le tiene más afición a los colores blau y grana que el m. v. del abuelo.
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