31 de diciembre de 2011

PARA DESPEDIR EL AÑO

Todos esperándolo en el control de firmas, pero no apareció. Perico aquella vez llegó tarde a la salida, pero llegó. Al menos una llamada, un "para dónde vais". Pero nada. Una ruta diseñada a su medida, un ritmo que más que de tertulia era de paseo. Pero tampoco. Es posible que el veterano corredor del equipo LOLO (Lomas-Lobato) no tomase la salida a causa del estado de su rodilla. O tal vez estuviera descansando de los fuertes entrenamientos de pretemporada (almuerzos, cenas, zambombas, barbacoas). O quizás preparando la "contrareloj" de esta medianoche.
A pesar de todo, el resto del equipo tomó la salida con un frío que congelaba hasta las ganas: ocho de los habituales más Rafita y Carlos, que se incorpora los sábados, al menos por ahora. Andrés marca el recorrido: a El Cuervo, por El Cuadrejón, entrando por los canales junto al aeropuerto. Tan sólo asomarnos al carril del canal vemos unas enormes roderas frescas con pinta sospechosa. Tras valorar la situación optamos por tomar el antiguo camino que pasaba por el apeadero de La Parra. A cada momento se iba estrechando más la pista hasta que desapareció. Continuamos pedaleando sobre las hierbas junto a la vía, llegando incluso a saludarnos el tren con dirección a Sevilla. Finalmente se acabó toda posibilidad de transitar por donde marchábamos. Cruzamos la vía y tomamos una nuevo carril que nos llevaría hasta enlazar con el túnel de los eucaliptos, más allá de El Cuadrejón, por el lado izquierdo de la autopista: un tramo nuevo, muy interesante, que se convierte en otra variante a tener en cuenta a partir de ahora. Por aquí nos encontramos con un grupo de ciclistas que marchaban con dirección a Los Tollos y otro de los Todobike. En el pueblo se despide Carlos, pues pretende llegar pronto a Jerez.
Después de las tostadas de pan de El Cuervo (con aceite pero sin tomate) y los churros (recomendados como especialidad en la guía Miguelín), nos pusimos de nuevo en marcha. Tanto la entrada como la salida del pueblo la hicimos por calles que pertenecen a Jerez. El bar me parece que pertenece a Sevilla (y por eso lo del tomate). Andrés nos había avisado: "Hay un tramo que es campo a través". Pero no hubo mayor dificultad ni problema. Enlazamos un sendero con otro, un carril con otro, con Trebujena al fondo, hasta llegar a Capita. Y de ahí a la carretera de Morabita. A la altura de la Panzaburra volvimos a adelantar al grupo que ya nos habíamos cruzado antes (y que también paró a desayunar en el mismo bar), llegando a Jerez más o menos todos juntos.
Sesenta y tres kilómetros de senderos soleados, sin carreritas ni cuestas, que se perdió "el Loma". El año que viene seguimos.

20 de diciembre de 2011

VIENTO DEL NORTE, FRÍO SEGURO

En esta tarde fría por el viento del norte, Diego propone hacer el sendero que va paralelo a la carretera de El Portal, desde la entrada de Confederación hasta el rancho La Bola, y terminar por Beatillas.
Empezamos por la ermita de San Telmo, pasando por la Hijuela de las Coles y buscando por detrás de Guadabajaque el estrecho sendero entre tunas que termina en la Cañada del Carrillo. Pasar se pasa, pero esquivando surcos y piedras por un túnel de lentiscos y chumberas. Y entre agachones y peraltes llegamos abajo, justo cuando pasaba un enorme grupo de ciclistas. En un principio teníamos pensado subir por la cuesta de las cuevas, pero alguna voz disidente insinuó que mejor por la de los pocitos, sobre todo ahora que está (según parece) como una autopista. Al final ni una ni otra, sino la del polvorín: pues, hala... Todos para arriba. A continuación venía otra: la que sube entre los eucaliptos, hasta las ruinas y el repetidor. Allí arriba llegaron otros ciclistas distintos a los de abajo, con los que fuimos intercalándonos hasta llegar más adelante a la entrada de Confederación primero, y hasta el Rancho de la Bola luego. Hasta aquí el recorrido fue muy bonito, con cuestas, trialeras, bajadas, senderos estrechos, piedras y arena.
Dos se van por otro lado para terminar más suave y relajadamente y los demás continuamos. Como ya nos iba quedando poco tiempo de luz, decidimos acortar rodeando la zona militar para finalizar en las casas de Sierra San Cristóbal y Matajaca. Hicimos toda esa parte juntos y a un buen ritmo, en el que nadie quería quedarse atrás y en el que todos entraban a los achuchones.
Menos kilómetros que otros días, la media más baja, pero una estupenda tarde de BTT, por el itinerario y por la preciosa tarde.
Y el cafelito.

14 de diciembre de 2011

LOS BATACAZOS

Aunque el dicho afirme que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra", no suele ser totalmente cierto, al menos en lo que se refiere al ciclismo. Cuando uno ha tropezado alguna vez con una piedra o un bache, es difícil que se le olvide dónde ocurrió, de manera que cuando vuelve a pasar por ese lugar toma las precauciones convenientes. Sería más exacto expresarlo de esta manera: "los ciclistas son de los pocos seres vivos que tropiezan dos (o más) veces en distintas piedras".
Que el ser humano tropieza y se cae es una realidad, y debe ser demasiado frecuente lo de rodar por los suelos cuando nuestro vocabulario tiene una considerable cantidad de palabras para expresarlo. Así, de pasada, recuerdo éstas: batacazo, cabezazo, carajazo, castañazo, cebollazo, costalazo, encontronazo, golpetazo, guarrazo, jardazo, leche, leñazo, panzazo, porrazo, talegazo, topetazo, tortazo, trompazo, vejigazo, zaleazo, zambombazo y zarpajazo. Cada una tiene sus matices, pero todas se refieren, de un modo u otro, al golpe sufrido tras una caída inesperada.
A pesar de que muchas veces se oye eso de "¡Qué caída más tonta!", las caídas nunca son tontas, sino imprevisibles. Tonta es la cara que se le queda a quien se levanta después de un batacazo: como de no saber qué ha pasado, de despiste. Después alguien dice eso de "Cada uno se baja como quiere" y el afectado esboza una mueca de sonrisa forzada.
La gravedad de las caídas es proporcional al tiempo que uno tarda en levantarse y volver a montarse en la bici. Cuanto menos tiempo en el suelo, menores son las consecuencias probablemente. Hay veces que la caída (de otro) ni la vemos: la sospechamos cuando en la siguiente parada atisbamos unos arañazos en su pierna o unos refilones en el maillot. Verlo y no verlo significa que ha tardado menos en levantarse que en caerse. Los daños son leves y, más que físicos, suponen el bochorno que se pasa por las risas que provoca y la guasa que hay que soportar posteriormente. En este caso no se echa ni un vistazo a la bici. Sólo se lleva uno la mano atrás, a los bolsillos del maillot ("Llevo el teléfono, llevo el monedero y las herramientas...") para cerciorarse de que no ha perdido nada. Y siete kilómetros más adelante se da cuenta que el sensor de la rueda se movió en la caída y no está marcando. El siguiente grado en gravedad se da cuando el ciclista termina sentado en el suelo, aturdido, repasando mentalmente, no sus bolsillos, sino cada parte de su cuerpo, a ver qué tal están. Los demás le ayudan a recoger el bidón y el bombín que han salido despedidos. Inmediatamente todos se preocupan por las consecuencias del batacazo, pero cuando comprueban que sólo tiene un raspón en el codo y un poco de sangre en la rodilla, llega el cachondeito, un poco más tarde que en la situación anterior, pero también llega. Luego se monta en la bici y continúa el recorrido, dolorido y magullado, pensando a ver cómo va a pasar la nochecita. Finalmente estaría el que ya no puede volver a montarse. El cebollazo habrá sido mayor o menor, pero las consecuencias alcanzan tal magnitud que le impiden continuar. Conozco y he vivido (en carne propia) alguno de estos casos mientras marchábamos en bici: esguince y fractura de tobillo; fractura de fémur; fisura y fractura de escafoides; fisura y fractura de radio o cúbito; luxación de hombro; fractura de clavícula; fisura de acromion; fisura y fractura de costillas; rotura de ceja. Hay hasta quien ha perdido el conocimiento. Cuando los compañeros se percatan de la gravedad, se ponen en marcha los mecanismos de evacuación que suelen finalizar ese mismo día o el día siguiente en el hospital. "¡Pasado mañana estoy montando otra vez...!", - es lo que pensamos todos. Pero cuando hablamos con el médico nos devuelve a la triste realidad: "Mínimo, quince días...! En esos primeros momentos no aparecen las burlas, porque aún es muy reciente el percance, pero con posterioridad pasará inevitablemente a las crónicas del "Maillot Betadine".
Algunos castañazos son memorables: uno que se fue al agua cruzando el río Campobuche y se levantó más rápido que se cayó (más por vergüenza que por frío); ése mismo, que en la misma ruta y después de volar sobre la bici fue a frenar con la rodilla contra una enorme roca; a uno, en la Sierra de las Nieves, además de caerse, le pasaron por encima y le dejaron grabadas en la pierna las marcas del plato; otro, circulando por La Teja, perdió el control y se fue al canal; a otro se le puso el tobillo como una pelota de tenis tras caerse bajando un rampón lleno de piedras por la Sierra de San Cristóbal; otro se estampó contra un poste de madera que estaba en el centro de un amplísimo carril, junto a las vías nuevas por El Puerto; lo de la muñeca de aquél es casi repetitivo (siempre amortigua las caídas de la misma manera); hay quien arriesgándose a bajar la Moronta casi como está ahora se partió la clavícula; un vehículo derrapando por la carretera del circuito le dio un coletazo a otro y le partió algo más que el maillot y la bici; otro, fatigado después de muchos kilómetros y pedaleando fuerte para llegar a Jerez en grupo apretado, se despistó, hizo el afilador y pegó un considerable talegazo; alguno, esquivando roderas y charcos muy pegado a otros, por las marismas de El Puerto, tuvo la suerte de aterrizar con el hombro sobre los matojos del margen del carril; también uno, circulando por el filito de cemento del canal para evitar el barro, se fue al agua; hace poco un cliente habitual del casino se llevó por delante la bici de un compañero y él tuvo que saltar casi a piola sobre el coche; y el último ha sido un alambre invisible de la valla de la autovía, entre la carretera de Arcos y Estella (si llegamos a ir en pelotón, hay montonera segura), que enganchó el manillar y frenó la bici en seco, con vuelo incluído.
Desde caerse casi parado junto al semáforo, estrenando por primera vez los pedales automáticos, pasando por meter la rueda en una rodera seca, derrapar en una cuesta abajo, patinar con gravilla, hacer el afilador, tropezar con cualquier obstáculo (piedras, raíces, postes, etc), eganchar el manillar (con ramas o alambres) y salir por encima, ... hasta incluso sufrir el alcance de un vehículo, todas pasan por perder el equilibrio y terminar en el suelo. Todos hemos conocido y sufrido en propia piel varios de esos casos, con más pena que gloria y con más miedo que vergüenza. Pero lo que más duele es tener que dejar la bici por un tiempo, con el trabajo que cuesta luego volver a coger la medio-forma, y acordarse, cuando es el día y la hora de la salida, de lo buena que está la tarde para dar una vuelta en bici.

6 de diciembre de 2011

A PROPÓSITO DE LA FAUNA CICLISTA

Últimamente se está oyendo hablar con frecuencia de ciertas aves en clara alusión y mofa hacia determinadas formas de entender el ciclismo. Según parece sólamente existe un modelo de montar y rodar en bici, único y verdadero, y todo aquel que no sepa, pueda o quiera seguir dicho modelo será tildado de ignorante (el que no sepa), incapaz (el que no pueda) o cobarde (el que no quiera). Y de ahí lo de gallinas.
Pero, igual que la naturaleza (y la fauna, por tanto) es diversa, admitiendo que la verdad no es exclusiva y que se puede llegar a una meta desde distintos puntos de partida y de variadas maneras, así debemos considerar otras especies animales, comparando los que suponemos son algunos de sus rasgos distintivos con las actitudes que se suelen manifestar en la práctica de la BTT y del ciclismo en general.
Están los pollos y gallitos, que llegan nuevos a un grupo pretendiendo ser los más fuertes del pelotón, creyendo que la juventud por sí misma es sinónimo de poderío, y desconociendo que siempre existe alguien más fuerte que ellos. Presumen de saber más que todos los veteranos juntos pero ignoran cuánto les queda para alcanzar la edad de aquellos en condiciones de montar en bici.
Hay también zorros, que con su aspecto de inofensivos, tratan de pasar desapercibidos, sin dar abiertamente batalla y procurando obtener algún beneficio de ello. Dentro del pelotón no se notan porque son silenciosos y astutos. Van bien parapetados tras las bicis de los demás. No se asoman para nada. Si se salen del trazado es únicamente para esquivar un bache y ponerse de nuevo a rueda. Son los primeros en darse cuenta de lo que va a pasar y aprovechan la más mínima ocasión para sacar ventaja.
Especie característica son los buitres, quienes parecen estar al acecho permanentemente de la debilidad ajena. Se denomina así a los que se nutren de los despojos de los demás. Cuando aquellos muestran cualquier error, el menor síntoma de agotamiento o cuando el final está muy próximo, sacan a relucir sus fuerzas (por lo general intactas) para marcharse solos o esprintar en la llegada.
También encontramos a los mulos. Suelen estar muy fuertes y andar muy bien. Se defienden en cualquier tipo de terreno. Su enorme fuerza física hace que les resulte innecesario cualquier otro tipo de estrategia. Si algún día no se encuentran especialmente finos o algún terreno se les atasca, suelen disimularlo a base de pundonor. Pero también manifiestan una enorme capacidad de convicción en sus propia obstinación, mostrándose tozudos y tercos.
Los guarros y marranos son fáciles de reconocer: van dejando detrás una cantidad de residuos y basuras (cámaras, sobrecitos de glucosa, envoltorios, etc), sin tan siquiera plantearse su actitud y sin el menor atisbo de estar haciendo algo inadecuado. Sus bolsillos sirven sólo para la ida, porque las cámaras pinchadas pesan y los envoltorios abiertos manchan.
Otra especie a mencionar son los borregos. Se trata de un conjunto de animales que encuentran en el rebaño su sitio, porque fuera de ahí se sienten perdidos. No es que sigan a un individuo dominante, al jefe del rebaño, sino que se dejan llevar: marchan detrás, como por inercia. No son dóciles, son simplemente amorfos. Van.
Las cabras tienen la peculiaridad de que suben, bajan y pasan por cualquier lado, con la mayor sencillez y sin temor ninguno. No existe el riesgo, sino una forma más rápida y directa de llegar. Donde se encuentran más a gusto es en el monte y no hay nada mejor que una buena trialera.
También encontramos algunos loros: son esos que hablan y hablan sin parar, pero no dicen nada. No cuentan nada nuevo, ni simpático, ni interesante. Se limitan a repetir una y otra vez lo mismo. Terminan siendo monótonos y aburridos.
Aunque del perro se diga que es el animal más fiel, cuando se usa en estos foros es para mostrar sus peores cualidades: gruñen y protestan; no saben compartir; no se acuerdan de las veces que les ayudaron y van a lo suyo; no ayudan; no colaboran; no avisan de los obstaculos; no dan un relevo; no esperan.
A menudo utilizamos estos términos como parte del argot ciclista (lo curioso es que siempre los pensamos para los demás, nunca para uno mismo), pero no cabe duda que son más frecuentes en la rutina diaria, donde la lista de especies es aún más rica (pavo, mosquita muerta, víbora, besugo, araña manca, rata, etc) olvidando siempre otras muchas cualidades que sin duda posee dicha fauna.

4 de diciembre de 2011

DE ALGECIRAS A MONTECOCHE

En una fría pero espléndida jornada hemos subido hoy unas treinta y cinco personas hasta la Sierra de Montecoche.
La concetración era en Algeciras y el acercamiento a Montecoche lo hemos iniciado por la Puerta Verde de esa localidad. Tras un recorrido neutralizado de 4 k. que discurría por parte del Cordel de la Rejanosa, la ruta comenzaba oficialmente entrando por la Vereda de Botafuegos. Pasamos junto a los arroyos de de ese mismo nombre, el del Prior y Matavacas, hasta terminar junto al río Palmones, en el tramo IV del Corredor Verde Dos Bahías. Es una zona de mucho arbolado y con algunos toboganes empinados, por lo que resulta preciosa y de alto interés ciclista para acceder a Los Alcornocales.
Al llegar a la venta El Frenazo tomamos la cuesta de asfalto que nos acerca al pie de la sierra, pasando junto a unas instalaciones militares y cruzando parte del GR-7. Por caminos entre pinares vamos ganando altura con dirección al Puerto de la Cobalea y adentrándonos luego en plana sierra de Montecoche. En un momento determinado abandonamos la pista principal para bajar por el tramo conocido como La Lata, de unos 4 k., muy pedregoso, deteriorado y roto, pero ciclable. Por toda esta zona hay unas magníficas vistas del embalse de Charco Redondo. Alcanzamos la pista baja de Montecoche y siguiendo por él unos 3 k. volvemos a desviarnos hacia la derecha del camino principal para comenzar de nuevo a subir. Tras unos 7 k. y algún tramo por donde pasamos anteriormente, empezamos a bajar buscando las mismas pistas que tomamos a la ida.
Junto a la venta de El Frenazo y en vista de la avanzada hora decidimos regresar ya por carretera hasta Los Barrios y Algeciras, habiendo realizado en total 75 kilómetros en 4 h. 30 m.

1 de diciembre de 2011

LO CILENBLÓ DE LOZOJO

En estas zonas de la Baja Andalucía y en este tiempo es lo que pasa: cuando en la sobremesa uno se viste para la bici, no sabe si salir fresquito o abrigarse, si ir de corto, llevar manguitos o ponerse ya la chaqueta. A esa hora se está bien, pero quizás más tarde refresque. Hay quien es más caluroso y quien es más friolero. Cuando uno acierta es lo mejor: ni pasar frío ni ponerse chorreando. No tener que parar durante el recorrido para que no se enfríe el sudor y al final, para el ratillo de tertulia, llevar chubasquero o cortavientos. Incluso cada vez más tenemos a nuestra disposición una amplísima gama de prendas (térmicas, cortas, largas, manguitos, etc) para que cada cual las adapte a sus propias circunstancias.
Pues aun así ayer me equivoqué. El primer indicio me lo dio Fernando cuando lo vi de corto. Y otros varios continuaron comentándome más de lo mismo. Todo de largo y con prendas interiores térmicas empezaron a empañarse las gafas y decidí, por lo menos, quitarme el pañuelo del cuello. Pero no bastó. Terminé empapado. Y cada vez que me paraba, arrecío. Parece uno un novato.
Juan había propuesto ya la ruta un par de días antes y como la gente después del almuerzo no está para mucho pensar, pues dicho y hecho: viñas de Morabita, o lo que es lo mismo: Villares, el Zorro, Romanito, Dos Mercedes, El Corregidor, La Panesa y vuelta.
Trece menos uno más uno igual a trece. O sea, que antes de salir de Jerez se retira Lobato y se incorpora Vadillo. Salimos como de visita turística por la ciudad y de tertulia, pero como Juan ya tenía controlado hasta el tiempo (1 h. 47 m.), pues se puso a recuperar lo perdido y así nos llevó medio jogaos hasta la primera cadena, cerca ya de Romanito. Cuando parecía que nos íbamos a tomar un respiro, vino otro inconveniente: desde Romanito hasta la carretera de Morabita había pasado el tractor para alisar el carril y lo había dejado completamente estriado. No había forma de evitarlo y resultaba un auténtico martirio el traquetreo que se transmitía hasta el último músculo de los brazos y donde (como dijo en su día Valiente) se me aflojaron hasta los silent-block de los ojos. Llegando a la carretera uno regresó directamente para Jerez, pero Juan nos tenía preparada la última guinda del día: la rampita de La Panesa, una cuestecita de plato chico, con el carril arado y los terrones medio secos. En fin, que con tanta recuperación de tiempo llegamos a Jerez de día y con 30 kilómetros de viñas. Y el cafelito.

29 de noviembre de 2011

¿ DIEZ SON POCOS ?

Nos estamos acostumbrando a salir tantos compañeros entre semana que con diez, como hoy, me parece que vamos pocos. ¡Diez, pocos. Y entresemana! ¡Quién lo diría! De cualquier forma hoy se ha empezado a notar la influencia de las fechas que se acercan, o sea, la proximidad de las navidades. La insistente publicidad, que casi nos obliga a consumir compulsivamente, y el sector de la hostelería, que ha sabido beneficiarse de las múltiples reuniones que comienzan a celebrarse a partir de estos días, han mermado hoy el pelotón. Así unos tenían hoy comida de compañeros del trabajo y otros estaban organizando la zambomba de su club social. Alguno va apurando los días de asuntos propios que le quedan antes de fin de año y aprovecha para salir por la mañana (hace bien: cuando termina, en vez de colacao con polvoroncito se toma una cerveza con ensaladilla. Si yo pudiera saldría también por la mañana). Y hay quien estaba trabajando (lo que no es mal asunto tal y como están las cosas. Lo de cobrar es ya otro tema).
Pero bueno, los afortunados que salíamos esta tarde hemos empezado a notar el biruji que se cuela por el cuello del maillot cuando ya el sol calienta poco y cada vez que nos paramos, porque el sudor se nos congela por dentro. Y para eso no cabe otra que seguir pedaleando y pedir un cafelito calentito al terminar. Diego propone la ruta: carriles con dirección a Torrecera, por los canales, y luego regreso por San Isidro. En lugar de entrar por La Teja lo hacemos por el Serrallo siguiendo de frente en la curva para bajar a buscar el canal y los viveros. Los carriles estaban estupendos hasta llegar a los canales de La Ina: se podía rodar esquivando charcos y barrizales porque había un estrecho pasillo seco, pero al llegar a la zona de umbría el suelo estaba pringoso. La cuesta de los pocitos (la de la izquierda, la más pendiente) estaba pegajosilla, pero así la rueda adhería mejor y se subía bien. Decidimos no seguir junto al canal para evitar el tramo que hay junto a la balsa de agua porque esa parte debía estar impracticable, y continuamos directamente hacia la barriada de La Ina. Desde allí seguimos por carretera hasta el puente de El Torno, desviándonos a la izquierda por la pista que desemboca en San Isidro. Y como nos iba quedando poco tiempo de luz tomamos la carretera de Altocielo (Salto al Cielo, para muchos), unos por delante y otros rezagados, hasta llegar a Cuartillo. Poca luz, mucho tráfico y una velocidad considerable hicieron que, cuando por fin llegamos a Jerez, consiguiera aliviar la tensión de esos últimos kilómetros. Y el cafelito.

26 de noviembre de 2011

OTRA MAÑANA MUY AGRADABLE... A DAVID EL NOMO NO LO VIMOS


CREO QUE UNOS 20 EN DIVINA PASTORA A LAS 8,30, FRANCISCO Y UN COLEGA NOS IBAN A PILLAR PERO SE CONFUNDIERON Y MIENTRAS NOSOTROS TIRABAMOS POR LOS COCODRILOS PA PUERTO REAL ELLOS SE IBAN PAL "MOJON" PERDON..."MOJO". AL ENTRAR EN EL CARRIL DE LOS COCODRILOS EL HERMANO DE RAFA PEÑA ROMPE UNO DE LOS TONILLOS DEL SILLIN ASI QUE LOS DOS DE VUELTA PA JEREZ. EL RESTO CONTINUAMOS PALANTE, DESPUES SUBIMOS EL PUENTE, COGEMOS A LA DERECHA LUEGO A LA IZQUIERDA Y DESPUES TO RECTO HASTA EL BARRIO JARANA , A LA VENTA "LA VENTOLERA". DESAYUNO, ALGUNOS CON JAMON PATA "NEGRA". DE VUELTA LOBATO, JUAN Y RAFAEL, AUNQUE SOBRADOS DE ENERGIA¡¡¡¡¡¡¡ SE VUELVEN POR DONDE HABIAMOS VENIDO, EL RESTO CREO QUE HACIA EL CORTIJO "EL GUERRA"... CREO (YA SABEIS QUE LOS DE LOS NOMBRES NO ES MI FUERTE) DE AHI HACIA LA CARRETERA BOLAÑOS, PAL PORTAL, CUESTA DE PINOSOLETE Y CERVECITA EN EL CENTRO SOCIAL "VILOITA". ALLI ESTABAN LOS TRES "ESCAPADOS" QUE YA SE HABIAN TOMADO UN TACO CERVEZA, PORQUE RAFAEL YA ESTABA CANTANDO VILLANCICO Y AMENAZABA CON VOLVER MAS TARDE PA LA ZAMBOMBA, NOS ALEGRA VER A GORDILLO NUEVAMENTE Y DOS COLEGAS NUEVOS (LO SIENTO NO SE SUS NOMBRES). UN SALUDO DEL PLAKA-PLAKA

15 de noviembre de 2011

MÚSICA CELESTIAL

Los ciclistas vamos rebautizando determinados lugares por los que pasamos con nombres nuevos y que por diversas circunstancias nos resultan especiales o significativos. Todos conocemos como "Las Moras" a la carretera CA-4100 que va de Guadalcacín a Nueva Jarilla y como "Cuesta del Infierno" a una rampita de ná que hay entre Torrecera y Espínola (imagino que a quien le puso el nombre le gustan poco las subidas. De haberle puesto el nombre otro la habría llamado la "Cuesta de la Gloria"). Se le ha puesto el apelativo de "Las Aguas" a un tramo de recorrido que finaliza por detrás de la depuradora de Cuartillo. También está la "Arqueña", que es la CA-5101, y cuya procedencia resulta fácil de imaginar. Los "Túneles" se le llama a la ruta que se hace por la Vía Verde de la Sierra, entre Puerto Serrano y Olvera, y bien merecido que tiene su renombre, con 30 galerías y 4 viaductos. Los "Molinos" se denomina a otra que pasa junto a algunos de los muchos aerogeneradores instalados entre Jerez y Sanlúcar. Hay otras rutas rebautizadas con nombres de animales, como son "Cochinos", por pasar cerca de El Cuadrejón junto a una granja porcina, actualmente en desuso (a veces también denominada como los "Mastines", por los cánidos guardianes de los gorrinos), o los "Cocodrilos" (Kariba), única granja de esos animales en toda España, que pasa por la finca de Frías, próxima a la carretera de Bolaños.
A mitad de la ruta que hemos hecho hoy por Morabita, existe una subida asfaltada a la izquierda de la carretera, que en su día bauticé como "Panzaburra" (Berango), sin pensar que desafortunadamente ese nombre se iba a generalizar entre los aficionados a la bici, llegando incluso a perpetuarse en el Google Earth. Por lo que parece conveniente denominarla de otra manera, más adaptada al rico vocabulario ciclista: si a alguien se le viene a la mente otro nombre más acertado, sólo tiene que proponerlo y bienvenido sea.
En esta preciosa y corta tarde de otoño (ni llovió ni ná), Juanma propone Morabita, Pepe lo confirma y a Juan no se le ocurre ni rechistar (y más, después de lo ocurrido el día de la "Ruta Increible"). Nos fuimos a buscar a Javier por la Avenida, que es por donde siempre coge, pero no quiso aparecer. Rafa Lomas se paró un momento a descentrar el freno trasero, para que la rueda fuera pillada y darnos así un poco de ventaja. De otra manera dice que pierde interés y se aburre. Y así nos llevó todo el camino, escuchando siempre la misma música, como un disco rayado. Manolo tampoco quiso echarle aceite a la cadena, para mejorar su concentración en condiciones adversas, martirizado por el constante crujido de los eslabones entre los piñones, con un mayor índice de rozamiento y pérdida de deslizamiento. Y el trío musical lo completaba Diego, que con su tiquitiqui habitual era quien marcaba el ritmo (el ritmo musical, no el de pedaleo, como la batería en un conjunto. Pero dice que pronto va a cambiar de instrumento y se va a buscar un Stradivarius). Con esa musiquilla llegamos hasta la Panzaburra, donde todos los tontos subieron y a nadie le dio por decir eso de... "si hay que subir se sube, pero subir por subir... es pa ná". Yo creo que suben sólo para después bajar. Y así, a la chita callando, llegamos hasta la curva. Algunos insinúan volver, pero como ninguno se aclara y nos queda una hora de luz, decidimos llegar hasta Casablanca. Justo cuando nos damos la vuelta, lo típico: el vientecito de cara (¡Ahora sé por qué iba yo tan bien a la ida!). Pero entre unos y otros , entre acelerones y bandazos, llegamos a Jerez con la luz justa y los pilotos encendidos.
Lo mejor (después de la tarde y la salida en grupo, por supuesto), los 23 y pico de media que nos salieron en unos 45 k. Por carretera, sí. Pero la media es la media.

10 de noviembre de 2011

UNA RUTA INCREIBLE

Hoy nos hemos reencontrado frente a bomberos una buena representación de diversos clubes que pedalean por Jerez: nuestro grupo,  MTBV, Club Ciclista Jerez, Todobike, y algunos independientes. Siempre resulta muy agradable pedalear en compañía de amigos de otros grupos y que a ellos les apetezca pasar un rato con nosotros: unos aportan sus conocimientos de los caminos; otros nos ofrecen unas rutas exquisitas; hay quien está ahí para lo que haga falta (intendencia de todo tipo, asistencia mecánica, asistencia sanitaria, transporte y evacuación inmediatos, apoyo nutritivo, etc). Pero a lo que íbamos, la crónica de la salida. Ésta es:
Trece veintesis y una veintinueve, que, ya que no tenían nada de que hablar, antes de las 16,30 ya habían arrancado. Como Velarde insistía en Sierra San Cristóbal, Crespo decidió la ruta y tiramos para El Puerto. Bajamos por Pinosolete, pasando junto a la depuradora, por el camino de las antiguas vías de tren y la estación del Portal. Seguimos por la pista que hay frente a la venta El Pollo, continuando por las marismas en dirección a la autovía. Por aquí el grupo se separa de Lobato. Nos llama varias veces para decirnos que nos hemos equivocado de camino, pero no le hacemos caso y seguimos palante despacito, recortando camino por el carril junto al río. Edmundo me va comentando que su nombre es éste y no el que yo le puse en la entrada de "Una estocada en la rueda". Le pido disculpas por el error y le comento que lo subsanaré. Rafa Lomas habla de lo corto que se le hace este tramo tan liso y lo fácil que resulta marchar por aquí en pelotón apretado, sin frenazos ni sobresaltos. Los demás, como es habitual: Pepe, en cabeza y sin permitir a nadie ponerse delante; Velarde a su lado dando relevos y sin esperar nunca a los de atrás; Andrés y Vadillo hablando hasta por los codos todo el tiempo; Diego, formalito como siempre, sin decir palabrotas ni gastar bromas; un muchacho bajito que se llama Joaquín (podium en la cronoescalada de Nerva y que ha salido alguna que otra vez con nosotros), charlando con todo el que se ponía a su lado; y para colmo el chaval nuevo adelantándonos y cada vez que pasaba a uno lo miraba como pensando: "¿Esto es lo que andais ustedes...?"
En lugar de rodear la autovía por la rotonda, Manolo propone pasar por debajo del puente, pero Fernando cree que no es buena idea porque la marea estará vacía y las gusanas de canutillo pueden pinchar las bicis. Por lo que seguimos hasta la rotonda, donde Lobato salió a nuestro encuentro. Por el otro lado de la autovía el grupo dejó solo a Angelmari por delante hasta llegar al Puerto. Cerca de la estación Velarde se queja de la pérdida de tiempo que significa que todos los demás se paren a orinar, por lo que, tras cruzar bajo el puente de la estación, propone seguir derecho para Jerez. Pero menos mal que Lobato alargó la ruta por la calle Rompecerones (del Puerto), porque si no es por eso no hacemos nada en toda la tarde. Unos por el casino y otros por las trialeritas, íbamos llegando a la entrada de las Beatillas y, dando vueltas mientras esperábamos, parecíamos buitres sobrevolando un cadáver.
Al bajar de Aquasherry había que ir con cuidado por los peligrosos surcos y cortados del camino, y por los ciclistas que inesperadamente iban apareciendo de frente. Hasta que llegamos a Guadabajaque donde, tras el esprín bonificado y después de unas fotillos, cada uno se despidió hasta el próximo charco.

20 de octubre de 2011

UNA ESTOCADA EN LA RUEDA

Poco antes de las cinco van apareciendo ciclistas al lugar de salida. Hasta que llega Francisco, que es quien marca la hora tope. La ruta: canales de la Ina, hasta el puente de El Torno, y regreso por Magallanes, Guareña y Cuartillo.
Nada más arrancar, salgo delante del grupo con Edmundo, y continuamos sin parar esperando que los catorce restantes nos alcancen por detrás. Como es un veterano de la BTT, vamos recordando antiguas experiencias de nuetras primeras salidas en bici: los frenos cantilever; los cuadros sin amortiguación; el libro de rutas alrededor de Jerez de Franky; los comienzos y los finales por la Moronta, actualmente impracticable; etc. Subimos la rampa de los pocitos y vemos que ya van llegando los demás: algunos se deciden a subir por la izquierda y a otros, al ver la rampa, no les apetece, y siguen por la derecha, cuesta arriba también, llena de piedras sueltas, pero algo más suave. Francisco se sube el "Martiriolo", el último pero sin poner el pie en el suelo, y con la satisfacción de la cuesta subida se vuelve solo para Jerez porque lleva prisa. Seguimos quince. Cuando llegamos al puente de Rajamancera, cinco se desvían para continuar por carretera. El resto continuamos por los canales, a un ritmo alto y en medio de una enorme nube de polvo que se va pegando a la bici, a la ropa y a las piernas.
Llegando a las casitas de la venta El Palomar, Riky nota un ruido raro en la rueda y cuando se para a mirarla, comprueba que lleva una puntilla clavada que entra por los tacos y sale por un flanco, como si de una estocada se tratase. Después del arreglo continuamos por el puente de El Torno hacia el cruce de San Isidro y por el carril del canal hacia Magallanes. Nos extraña no ver a ninguno de los que cogieron por carretera, pero pensamos que irán por delante o habrán cogido por otro lado. Nos agrupamos en Magallanes y más adelante otra vez en Guareña, pero seguimos sin verlos. Subimos las Aguas y al llegar a la carretera los encontramos en el cruce. De nuevo los quince. Algunos terminaron por carretera hasta llegar a Jerez y otros tomamos los carriles de Cuartillo para acabar por Estella.Salieron unos 50 k. a una buena media, pero con muchísmimo polvo por los carriles. Menos mal que parece que las lluvias están próximas. Ya es hora.
También se comentó al final que, como al final de este mes cambian la hora, tendremos que cambiar también la hora de salida, que será a las 16,30 a partir del próximo 3 de noviembre.

16 de octubre de 2011

LA MENTE TAMBIÉN PEDALEA

El otro día Paco me comentaba que, cerca del final de la recta interminable, estaba loco por que alguien aflojara y aflojar él también. Le contesté que exactamente lo mismo se me había pasado a mí por la cabeza. Y eso me dio que pensar.
Por las marismas de Bolaños, con dirección a las salinas, a Fernando le gusta asumir la responsabilidad, ponerse delante y comenzar a marcar un ritmo machacón. Se concentra en su respiración, en la cadencia de pedaleo y no habla. Se pone siempre en el lado idóneo para que los demás puedan ir colocándose a rueda unos de otros, en abanico. Pone una marcheta que va obligando al resto a buscar una rueda más o menos cómoda, primero, un trazado lo más liso posible, luego, y a dejar de hablar, finalmente. No pide relevo, ni tan siquiera lo ofrece. Se limita a mantener el ritmo, sabiendo que los que vamos detrás pedaleamos con un poco menos de esfuerzo, mientras que a él, por ir en la punta, le cuesta un poco más. Si alguno se pone al lado o incluso lo adelanta, no se acomoda a esa rueda, sino que continúa su trazado, aumenta un poco más la velocidad y vuelve a colocarse delante. En alguna ocasión (como también ocurrió el otro día) alguien le pide que baje el ritmo ("¡Un puntito menos!", "¡Afloja, que se queda tal o cual!", "¡Dadle charla a ese muchacho!"), a lo que responde con una imperceptible aceleración, que sube en medio k/h el constante ritmo que ya traía. Y así continúa hasta llegar al puente de las salinas, donde, si ninguno le ha exigido más de lo que ya ha gastado generosamente y si le queda un gramo de energía en la reserva, vuelve a acelerar para adelantarse al grupo, que llega al límite y deseando hacer una parada.
Evidentemente todos no tenemos la misma condición física. Imaginemos que nos asignaran a cada uno de los componentes del grupo un color distinto para elaborar una gráfica. Los niveles de partida son muy distintos: estatura, peso, nivel de grasa corporal, alimentación, descanso, etc. Los antecedentes resultarían muy significativos: actividad física realizada de joven, enfermedades padecidas y/o lesiones sufridas, tiempo que se lleva practicando ciclismo, etc. Las propias capacidades físicas varían sustancialmente en cada persona según la época del año y del tiempo que dedique a entrenar: capacidad pulmonar, frecuencia cardiaca máxima, resistencia (aeróbica y anaeróbica), fuerza de piernas, fuerza-resistencia, capacidad de recuperación, etc. Con todas esas variables de cada uno, se generaría un laberinto de líneas de colores más parecido a un arcoiris abstracto que a ningún gráfico. Y a pesar de todo es un grupo que se ha ido configurando con un nivel general bastante parejo. Hay quien destaca por arriba o por abajo de la media, pero muy próximos a ella. En general ninguno está "que se sale", ni tampoco deja de salir porque le resulte imposible mantener el ritmo del grupo. Y ese nivel global del grupo lo calificaría como medio-alto, tomando como referencia los kilómetros totales realizados al cabo del año, el kilometraje y la velocidad media de cada salida, el estado físico que muetran compañeros de otros grupos con los que salimos en ocasiones, la habilidad y capacidad técnica de muchos componentes del grupo, o los resultados conseguidos en salidas colectivas, por ejemplo (y siempre entendido dentro de los parámetros de "grupo de amigos aficionados a este deporte").
Estamos habituados a oir hablar con frecuencia de las capacidades físicas, pero muy poco de la capacidad mental o sicológica, y a pesar de ello evolucionan íntimamente vinculadas. En el ciclismo resulta imprescindible la capacidad de resistencia a la fatiga, tanto física como mentalmente. Cuando a las piernas le hemos exprimido ya hasta la última gota de energía y la capacidad cardiopulmonar la tenemos al límite, todavía nos queda un extra que está escondido en nuestra cabeza y que deberíamos saber aprovechar. En eso juega un papel importante la motivación. Cada uno tiene la suya, que le lleva a exigirse al límite en determinadas situaciones o a abandonar a la mínima dificultad, con una amplia gama de posibilidades intermedias. Cuanto mayor es la competitividad, mayor suele ser también la motivación, siempre entendida en los parámetros que nos movemos, muy alejados de la competición pura, para la que ya se nos ha pasado la vez. Resulta fundamental en este sentido establecerse unos patrones de exigencia que son los que nos ayudarán a superar los límites y que utilizaremos como indicadores del "entrenamiento mental", con su consiguiente repercusión en el resultado físico. Así, en la recta interminable, había quien se limitaba a ir a rueda del primero y su única motivación era la de no despegarse de la rueda de Fernando hasta terminar dicho tramo. Con eso vería cumplido su objetivo. Otros mantienen el ritmo que impone la cabeza mientras que pueden soportarlo y algo más, pero cuando comprueban en el pulsómetro que la frecuencia está superando ya los límites razonables, comienzan a pedir tregua y, en función de si hay respuesta del grupo y/o de su propia motivación, optan por aflojar o continuar aunque "revienten". Creo que era el caso de Paco o el mío mismo. Algunos iban haciendo la goma, deseando que el ritmo fuese más cómodo, pero dispuestos a no quedarse atrás. Quizás la motivación de alguno de éstos sea la de, al menos, no ser el último. La motivación de otros era la de aguantar el ritmo el mayor tiempo posible, porque eso les serviría para ir mejor en la próxima salida y ser capaces de soportar durante más tiempo ese mismo esfuerzo. Este sería el caso de Pepe y de Javier, supongo.
Pero, ¿cuál sería la motivación de Fernando que le obligaba a realizar el mayor esfuerzo? Por un lado, el marchar en cabeza todo el tramo mientras que los demás seguíamos a rueda, hace que ese intervalo de entrenamiento suyo sea de mayor intensidad, con un consiguiente mayor consumo energético, pero también con mayor beneficio posterior: pensaría algo así como "todo lo que hoy me esfuerce, lo llevo de ventaja para el próximo día". Por otro, independientemente de su estado físico en ese momento, sentiría en sus piernas, pulmones y corazón que iban acercándose al límite, pero pensaría "Si yo voy machacándome, por detrás irán igual o peor", lo que le serviría como estímulo para continuar con la misma cadencia. Y el hecho de que alguno le pidiese que aflojara ("¡Fernando! ¡Un puntito más!"), le confirmaría lo anterior, con lo que obtiene un plus de motivación extra que le hace aumentar un poco la velocidad, aunque sea durante un solo minuto más. Pero claro: todo esto no dejan de ser suposiciones.
Una gran condición física unida a una alta motivación es lo ideal. Pero en el caso de que alguna de las dos tuviera que prevalecer por encima de la otra, ¿qué sería preferible? ¿Una excelente capacidad física, pero sin motivación para desarrollarla? ¿O un estado de forma normalito pero con una motivación por encima de lo habitual?

13 de octubre de 2011

UNA TABLA DE SURF EN LOS ESTEROS

Hoy jueves hemos salido ocho. La ruta la propone Pepe: pa la caló, las marismas de El Puerto. Tenía pensado otro inicio pero acepta la modificación de Pinosolete - Portal - Ctra. de Bolaños - Recta interminable - Puente de las Salinas e incorporación a la variante corta de Flamencos. Y eso hacemos. Todos juntitos y bien avenidos, hasta que llegamos a la recta interminable, donde Fernando marca ritmo y todos los demás "abanicándonos", mu callaítos, esquivando baches y sufriendo el traqueteo de las estrías del carril. Después Paco me confesó que estaba loco por que alguien aflojara y continuar más relajadito. Le comenté que yo pensé lo mismo, pero como nadie aflojaba, pues tocó aguantar. Al cruzar el caño para incorporarnos al senderito de Flamencos nadie se fía de la profundidad del agua y de lo duro o blando del terreno, así que los ocho a patita.
Por el carril de los Flamencos resultaba verdaderamente agradable sentir en la cara el airecito fresco. Además, como el suelo está en perfectas condiciones, se podía rodar en fila sin tener que tocar el freno en ninguna de las muchas curvas a izquierda y derecha que hay. Hasta llegar a una en la que nos encontramos en medio del carril una piragua y una tabla de surf, con sus dueños (ella y él) y su mascota, buscando cangrejos en los boquetillos. Muy respetuosamente nos pidieron disculpas por interrumpir nuestro paso, despejaron el camino y nos mostraron sus tatuajes gluteales en señal de buena voluntad. A partir de entonces el grupo perdió la concentración, produciéndose una relajación colectiva, con disminución del ritmo de pedaleo, pero con aumento de la frecuencia verbal. Atravesamos el Coto de la Isleta. Y cruzamos el puente, con zigzagueo entre cañas de pescar y butacas playeras, hasta llegar a la estación de El Puerto.Algunos preguntan que si se podría alargar la ruta, por lo que Pepe toma la delantera y se dirige hacia las lagunas para continuar por los Labios y Las Tablas, terminando por Polila. En la bajada de Rompecerones se despide Paco que lleva prisa. Manolo y Fernando siguen de frente porque veían a Paco delante. Los demás giramos a la izquierda, buscando la carretera del Calvario. Más adelante, en la rotonda de circunvalación, nos volveríamos a juntar todos, menos Paco. Y desde allí, cada uno para su casa, con 50 k. en las piernas.

8 de octubre de 2011

IL PASO DI (LA) GAVIA

Una mañana de sábado con sólo nueve en la salida me resulta extraño. Tiempo atrás nueve resultaba un número considerable, pero últimamente nos estamos habituando a que el grupo sea tan numeroso que cuando faltan algunos, siempre parace que vamos pocos. Y más aún si se trata del sábado, que es cuando más nos juntamos. Será por lo temprano de la hora, por el puente del fin de semana, o las carreras de mañana. ¿Quién sabe? Lo cierto es que se me hace raro.Decidimos ir hacia Gibalbín. Pero el comienzo no iba a ser por el carril de autopista hasta N. Jarilla. Esta vez empezaríamos por el parque tecnológico, hasta el aeropuerto, continuando por los carriles del canal hasta el Cuadrejón. Desde allí, sí seguimos por la ruta habitual hasta Los Tollos. Luego hicimos el acercamiento a la sierra de Gibalbín, desde Cuervo, adentrándonos en la finca El Cubo. Después de subir la cuesta (la única que hay de cierta entidad en todo el recorrido y que no es ni de plato chico. La dejaremos en "cuestecita") y girar a la izquierda dirigiéndonos hacia la viña, pasamos sobre una cadena que prohibía el paso. Y efectivamente han tomado medidas para ello: han desviado la ruta originaria, cortando el trazado con taludes; han colocado colmenas junto al camino; han separado la zona de monte de la zona de viñedo con una gavia y una franja de matorral que ha dejado impracticable el paso, si no es con machete en mano y la bici al hombro. Y en una de esas desapareció Lobato, a quien se tragó la tierra, engullido por la zanja y cubierto de matojos. Aparentemente no fue nada grave y sólo salió con un dedo magullado. Pero por lo menos no le picaron las abejas. Algo es algo.
Ya en la viña pudimos volver a montar hasta llegar a Gibalbín. Cuando algunos estaban pidiendo un café en la barra de la venta El Chozo, el capitán Lobato decide que nos vayamos a la venta de enfrente. Unos querían continuar para Espera sin subir al castillo, pero ir por ir es tontería, así que dimos media vuelta y regresamos por carretera hasta el cruce de El Cuervo, desviándonos más adelante por el carril de los olivos hasta desembocar en N. Jarilla y terminando por el carril de servicio de la autopista, con poco más de 70 k. Y la pregunta del millón: ¿por qué tantos grupos ciclistas terminan ruta en los "100 montaditos", si nunca piden uno?

4 de octubre de 2011

EL RETONNO DE LA BETTIA

Hoy, a las cinco e inesperadamente, como salido de la chistera, apareció Francisco. Puntual como siempre, nos sorprendió después de casi un año sin salir con el grupo. Regresaba con la misma vitalidad que antes del parón, preguntando que cuál iba a ser la ruta, porque si se le quedaba corta daría dos o tres vueltas más por la ronda este. Lo viás plicá mejó: que si se quedaba, corta (camino) y que daría dos o tres vueltas más por la ronda, éste, ozea, uno que estaba al lado. Ahora sí.
También se incorporaba Manolo Merca tras un mes sin montar y después de haber sufrido cuarentaytantas grapas en el tobillo. Pero ni se le nota porque va todo el tiempo con los de alante. Los demás, más o menos los de siempre (con alguna ausencia). En total catorce, que salimos buscando las Mesas de Sta. Rosa. Como están modificando la rotonda de circunvalación, han cambiado la dirección de algunas calles que antes tomábamos, por lo que tendremos que buscar nuevas alternativas para salir hacia Morabita. Por el camino, nada reseñable, sólo mucho polvo (¡y que no acaba de caer siquiera un chaparroncito que lo aplaque-plaque!). Por la carretera de Sevilla, cerca del Cuadrejón, Francisco tuvo que pegarle un bocinazo a un niñato inconsciente e irresponsable que se le cruzó por delante y que, con un camioncito en las manos, se creen que llevan toda la prioridad. Desde allí seguimos hacia Los Tollos: unos, los cobardes, por la derecha, que es más llanito; otros, los valientes (a propósito: desde aquí un abrazo a ese compañero que nos ha tenido que abandonar por motivos laborales: Don Alfonso...) Como iba diciendo, otros, los valientes, por la izquierda, donde el camino es mucho más largo, peligroso, polvoriento, bacheado y cuestarriba. En la puerta de la parcelita de siempre, reagrupamiento, y desde allí, por carretera, hasta los olivos, evitando los toboganes de Romanina. Empezamos rodando por allí a 23 k/h de media con la charla. Cuando se acabó la charla pasamos a 27 k/h y después de la curva, con todo el viento ya de cara, a treintaypico k/h. (¡¡Cohone... darle charla a ece niño... que nos va matá...!!). En el supermercado de Nueva Jarilla, avituallamiento líquido y Joaquín que se despide porque lleva prisa. Pero prisa: como que veníamos los trece ligeros y no le vimos el pelo.
En Jerez nos paramos la mayoría a tomar un refresco y salieron algunas propuestas de rutas: la ruta de las casetas de feria (propuesta por Manolo B.P.), la del ermitaño (por Rafa L.), la de la matanza y la de las tres arrobas (por Francisco), la de la ardilla (por Pepe. Y tal como la iba explicando, todo el mundo atento y diciéndole: "ira, ira, ira, ira... ío puta..."). Habrá que confeccionar un calendario e ir buscando patrocinadores. En fin, todo a uno diez y un ratillo simpático como los de antaño.

2 de octubre de 2011

X RUTA BTT SIERRA DE UBRIQUE - LOS ALCORNOCALES

La X edición de la Ruta de Montaña "Sierra de Ubrique - Los Alcornocales" se cambió de fecha por previsiones de fuertes lluvias en mayo, y hoy, después de cinco meses, se ha podido realizar. Y así, 125 inscritos nos hemos concentrado esta mañana en Ubrique para recorrer diversos senderos de dos parques naturales.
La mayor parte del recorrido ha sido neutralizada, lo que no quiere decir que fuésemos todo el tiempo juntos. La dificultad del trazado, el distinto nivel de los participantes y la estrechez de los senderos hacían que el pelotón marchara estiradísimo, con muchos minutos de diferencia entre los primeros y los últimos. Pero en varias ocasiones a lo largo de la ruta nos hemos regrupado todos antes de continuar. Ha habido dos tramos libres, de subida los dos, y uno de ellos, de unos 10 k., ha sido cronometrado y ha servido para establecer las clasificaciones.Para comenzar, se dió el clásico paseo por la localidad, por cuestas adoquinadas, donde ya se produjeron las primeras caídas por no poder sacar los pies de las calas. Tras salir del pueblo tomamos unos senderos muy pedregosos que desembocaban en la carretera que sube al Mojón de la Víbora. Como la Guardia Civil no había autorizado a cortar el tráfico, subimos en grupos de 20/25, separados unos 400 m. cada grupo. Al inicio de la pista que está frente a la venta, de nuevo reagrupamiento. Seguimos con dirección a Los Charcones, por el mismo recorrido que discurre la variante larga de la Cortes Extreme, pero en sentido inverso, hasta llegar a donde estaba el avituallamiento de la bifurcación de aquella: carril estrecho, muy pendiente y con mucha piedra suelta. La mayor parte del recorrido por esta zona de Los Alcornocales coincide con el trazado de la CNX por el interior del parque, aunque no siempre en la misma dirección. Entretanto hubo un par de avituallamientos, pero sólo de agua y más reagrupamientos.
Prácticamente todas las subidas eran de plato chico y en fila de uno, de manera que si el de delante perdía el equilibrio costaba trabajo esquivarlo y continuar el trazado montado. Pero el terreno estaba seco y había buena adherencia, tanto para arriba como para abajo. Un poco después del tramo cronometrado estaba el único avituallamiento sólido. Desde allí hacia La Calderona, para continuar por la pista que sigue en dirección al peñón del Berrueco y, para no salir a la carretera, continuar por el pedregoso senderito que lleva al Mojón. Bajamos de nuevo en grupos por carretera y, antes de alcanzar el pueblo, nos desviamos por otros carriles distintos a los del principio, para cruzar el arco de meta que estaba en la calle peatonal de Ubrique.
En el lugar de salida (I.E.S. F. Fatou) no estaban disponibles los servicios. "Vaya Vd. al ambulatorio que hay aquí cerca", me dijeron. Desayuno con zumo y un dulce. Dos avituallamientos con agua exclusivamente. Un único avituallamiento sólido con agua o isotónico, fruta (mitades de plátano y trozos de pero), frutos secos, barritas y dulces (los mismos que habían sobrado del desayuno). Cerveza y plato de paella al final. Un llaverito de recuerdo y una camiseta "técnica" (¿¿??) de talla pequeña. Todos los de organización (y había muchos: grandes y lustrosos) llevaban puesta una camiseta como la que nos regalaron. Pero para los participantes ya no quedaban tallas (¡Vaya tela "técnica"!). Y "quien quiera ducharse tiene que ir al polideportivo", nos dijeron al final.
El recorrido por los montes ha sido prácticamente el mismo que el de la CNX (aunque en un sentido u otro), sólo que en una ocasión se sale y se llega a Cortes y en otra a Ubrique. Las dos localidades comparten los mismos parques. Una, la de Ubrique, va por la décima edición, mientras que la otra sólo lleva dos. Si para colmo las dos se celebran inicialmente en el mismo mes (en mayo), significa casi repetir la ruta. De cualquier modo les convendría encontrar alguna seña de identidad que les permitiese diferenciar una prueba de la otra, mediante el trazado, dificultad, o haciéndola puntuable para los campeonatos de Andalucía, por ejemplo. En Cortes hay dos: una que organiza el Club Ciclista de la localidad (CNX) y la de Genci (Cortes '60), pero que nada tienen que ver. Cada una tiene su peculiaridad, con lo cual no se interfieren. Algo así deberían hacer la Marcha de Ubrique y la de Cortes, pues con las mismas fechas y el mismo recorrido lo que conseguirán es detraer participantes la una a la otra.El paisaje ha sido, como siempre, espectacular. Pero la organización ha dejado mucho que desear y, o bien relizan bastantes mejoras de cara a próximas ediciones, o se van a tener que consolar con los participantes de la localidad, porque los que conocemos otras opciones tendremos muy claro en qué marchas no participar.

LOS QUE EL VIENTO SE LLEVÓ




































Sabado 1 de Otubre, Divina Pastora: a las 8,30h nos encontramos 15 clicistas con ganas de recorrer un poco el suelo de nuestra provincia. Francis propone ir a Medina por el corredor verde, desayunar en una venta cerca de Puerto Real y tirar pa Medina. Primer inconveniente el viento, fuerte viento de Levante que azota a todas las bicis por igual pero no tanto a los que pedaleamos en ellas, a unos mas a otros menos, segun su fondo fisico. Cogemos el carril de la Finca Las Quinientas y al llegar a la salida de los Cocodrilos primer inconveniente, un guarda nos cierra el paso y nos dice que eso es privado y que por ahí no se puede coger que tenemos que seguir recto y salir por otro lado, al final nos deja saltar la valla, nos encontramos con varios ciclistas que les pasa lo mismo. Seguimos para adelante y llegamos a la venta que hay en una carretera que no se como se llama ( voy a tener que poner mas atencion la proxima vez), ahí parece que es donde fabrican el viento pues azotaba de una forma infernal, ya mi mente y la de algunos estaba diciendo que lo de Medina era inviable, pero primero vamos a desayunar y luego hablamos. Eso de desayunar es un decir porque a mi me sirvieron el ultimo y cuando voy a pegar el primer bocado a la tostada los mas listos ya estaban diciendo ¡¡¡ vamonos que se nos hace tarde¡¡¡, tarde pa qué, si nos queda todo el dia pisha¡¡. y me estoy quemando la boca con la tostada.
Al final hubo unos querian ir a Medina (francis, placa-placa, vadillo, ricki, mateos y otro chico) el resto hicimos mutis por el foro y nos largamos a Puerto Real, los Toruños, las Mesas, ikea y pa Jerez, descanso en Divina pastora y despues de five beers, cada uno se fue a su casa como pudo.Total 75 km. en las espaldas. NO HAY QUIEN NOS PARE.

P.D. Los chicos del otro grupo cuando estabamos tomando cervezas ¡¡¡acababan de llegar a Medina¡¡¡ y eran la 13.30h. QUE LES APROVECHE.

29 de septiembre de 2011

SALIDA LA BARCA, GARRAPILOS, VICOS, JEDULA Y JEREZ


La salida de hoy ha sido bastanta accidentada, salimos cerca de 20 ciclistas de la Costancia y antes de salir ya uno se quedo fuera ( Joaquin) que se le revento la rueda trasera nada mas llegar a la Costancia. Seguimos sin incidentes destacables hasta La Guareña pero, a partir de ese tramo, Hubo pinchazo de Miguel Angel y despiste monumental de Paco "el muo" que como le dijimos que ibamos direccion La Barca pues se fue pa La Barca el tio. Cerca de 15 minutos esperando que regresase y mientras tanto Angel y LOBATO, se fueron despacio pa'lante, yo tambien me fui pa'lante con Andres, petechef y el amigo(no se como se llama), y pegaron una espantá que no le hemos vuelto a ver el pelo, Andres y yo, nos fuimos despacio esperando que nos alcanzara el peloton y los esperamos en la arenas que van de Garapilo a Vicos para ver cuantos pasaban las arenas montados, solo Fernando que yo sepa paso montado el resto se echó pie a tierra y Paco se tuvo que encontrar 20 euros `porque cayo a plomo a la tierra, menudo tortazo se dió. Subiendo la cuesta de Vicos el que suscribe le dió un pasonaso al Placa-Placa que lo dejo mas seco que el ojo de un tuerto,¡¡ toma ya¡¡. Desde Vicos a Jerez sin incidencias. No hay quien nos pare.

28 de septiembre de 2011

EL MARTES LA RUTA FUE UNA CAGADA

Como podemos apreciar en esta ruta el Sr. Ricardo cagó dos veces, y como vemos en la fotografia al Sr. Peteche tambien se le descompuso la barriga. Así que con las moscas no tuvimos problemas... Entre Ricardo y Peteche las llevaban todas pegada en el culo...


24 de septiembre de 2011

SUBIDA AL MONTERO

Hoy hemos inaugurado la temporada con una clásica de todos los otoños: Peguera - Picacho. Riki me preguntaba que por qué no la había convocado en el blog. Y es que, a lo que iba a ser una ruta casi en familia, nos hemos presentado dieciseis. Eso sí: a ritmo tranquilo de foto, tertulia y paisaje.En el comienzo había más ciclistas a punto de arrancar, que luego hicieron la misma ruta que nosotros, y por el camino nos cruzamos también con un pequeño grupo de Jimena. El recorrido resulta siempre muy agradable, como todos los del interior del parque, aunque coincidíamos en que habría estado mejor si hubiesen caído unos chaparrones que asentaran el polvo de las pistas. Al poco de empezar ya estaban las bicis como si no las hubiéramos limpiado nunca. Es lo que tiene: o polvo o barro (o pasarse a carretera). En los cruces, algunos retomaban la buena costumbre de volverse a buscar a los rezagados. Y tras varias subidas y bajadas (más subidas que bajadas, a la ida, pero suaves) alcanzamos el cruce al Puerto de las Yeguas. Lobato propone subir al radar del Montero, en lugar de llegar hasta el refugio del Picacho, y casi sin pensarlo tiramos para arriba. La carretera asciende suave pero continuadamente durante unos 8 k., de manera que esta subida se convirtió en el tramo libre de la jornada. Por el camino íbamos comprobando el desnivel y las curvas que iban quedando atrás. Cada uno a nuestro ritmo fuimos llegando los dieciseis hasta el radar (916 m. de altitud), desde donde hay unas magníficas vistas de toda la subida, del embalse del Barbate y de Alcalá de los Gazules. No sé por qué razón (sí que lo sé, je, je) aquí no bajó nadie para recuperar a los rezagados. Sólo nos daban ánimos desde la cumbre, con palabras como "globeros". Tras la foto de grupo regresamos por el mismo sitio, a gran velocidad los más, con algún susto unos, y con cierto cansancio otros. Hubo hasta a quien le pilló el "Tío del Mazo".
Al final nos han salido 65 k. por la Sierra del Aljibe.